El traqueteo de las máquinas de coser tiene un pulso inconfundible. Los protagonistas de esta historia han hecho de ese sonido una clave cotidiana. Ese código es el anuncio de que ha comenzado la hora diaria de trabajo para hacer un aporte solidario.

Para el grupo, coser se ha convertido en una distracción ante los problemas y la rutina cotidiana. En cualquier contexto, esta historia sería grande de por sí: no en cualquier lugar se producen 12 mil barbijos. Pero esta es una historia de solidaridad diferente: las manos de quienes cosen están en las cárceles de la provincia.

Por iniciativa propia, y con el patrocinio del Servicio Penitenciario, las personas privadas de su libertad se pusieron en movimiento. El trabajo con las máquinas es una bocanada de aire puro cuando han disminuido los talleres y las actividades habituales en prisión.

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Córdoba recogió el guante apenas supo del interés que sobrevolaba distintos módulos. Coordinó acciones para instalar máquinas de coser y para dotar de insumos a la idea. 

El titular de la cartera de Justicia, Julián López, señaló, en diálogo con La Voz, la importancia que tiene este ejercicio. “Dentro de los establecimientos penitenciarios existen talleres, cursos y capacitaciones en oficios. Por la pandemia, algunos talleres se encuentran suspendidos y se están readecuando. La actividad de los barbijos es ahora una alternativa”, comentó.

En la unidad penitenciaria de Cruz del Eje, por caso, funciona un semitaller de producción. Pero también hay máquinas de coser en el establecimiento de mujeres de Bouwer y en las cárceles de Monte Cristo, Río Cuarto y Villa María.

“Se producen unas 300 unidades de barbijos sociales por día. La actividad comenzó hace 15 días y ya hay 12 mil cubrebocas hechos. Los usan la población, el personal del Servicio Penitenciario y la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf)”, detalló López.

El ministro adelantó que se articulará con más instituciones intermedias, que se encargarán de distribuir los cubreboca que se realizan dentro de las penitenciarías al público que lo requiera.

“La situación de encierro implica el agravamiento de los temores propios. En este contexto ha surgido esta iniciativa solidaria y de buena voluntad”, evaluó.

Voces

Luis está en el penal de Monte Cristo y ya domina la costura. “Colaboro con la elaboración de barbijos. Estuve de acuerdo porque, aunque está todo bien donde nos encontramos, sé que son para cuidar nuestra salud y la del Servicio Penitenciario. Por eso me sumé”, relató.

“Cuando me dijeron que también era para los hospitales y que iban a ser usados por personas que están de servicio las 24 horas, me sentí orgulloso”, dijo.

La de él es sólo una voz que se multiplica y que se hace eco en cada uno de los rincones de las cárceles. Allí saben que, a pesar de estar encerrados, son parte de una cruzada solidaria sin precedentes.

Alina, que también se encuentra en Monte Cristo, lo dice de esta forma: “Trabajé con los barbijos y fue una sensación muy linda. Agradecemos la oportunidad que nos dan para ayudar”.

También manifestó que ella se siente “más protegida que la gente en la calle”.

“Poder dar una mano a la sociedad, a la gente de los hospitales, a nuestros familiares, es halagador”, expuso, y subrayó que la población carcelaria domina la costura. “Es una invitación a hacer lo que nosotros hemos aprendido hace tiempo”, enunció.

López, por su parte, también detalló que hasta el momento no han recibido demandas de ONG o de otras organizaciones. Pero descuenta que eso comenzará a ocurrir en un futuro.

“Vamos a continuar con esta actividad al menos por los próximos dos meses. Con este sistema de producción se cumplen los objetivos de producir y de brindar una ocupación diaria”, declaró.

Cómo se preparan para casos positivos

Las medidas de control en las cárceles de Córdoba, según han informado las autoridades del Ministerio de Justicia, son extremas. La posibilidad de la reproducción del coronavirus entre las personas privadas de su libertad es una preocupación en todo el mundo.

Días atrás, La Voz dio cuenta de las sugerencias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para reducir el “sobrehacinamiento” en las cárceles. El organismo dio tres criterios para permitir que los presos dejaran los establecimientos penitenciarios.

Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS, sugirió trasladar a “las personas que no hayan cometido delitos graves, a las que estén todavía en juicio y a las que tengan problemas graves de salud”.

Sobre el tema, el ministro de Justicia, Julián López, aseguró que se realizó “un relevamiento general de internos con las características de grupo de riesgo para la Organización Mundial de la Salud (OMS): mayores de 60 años; con afecciones cardíacas, pulmonares; inmunosuprimidos y con VIH”. Esos datos, explicó, fueron presentados al Poder Judicial.

Carpas sanitarias

Como medida de prevención, la Provincia instaló carpas sanitarias en el complejo carcelario de Bouwer, en la penitenciaría 3 para mujeres, en el 6 de Río Cuarto y en el 7 de San Francisco. En el Complejo Carcelario 2 de Cruz del Eje, se adecuó un ala del hospital de esa ciudad, que se conecta con la prisión.

En el resto de los establecimientos penitenciarios de Córdoba se adecuaron espacios con las correspondientes medidas de profilaxis, a los mismos fines, según asegura el Ministerio de Justicia.

“Son estructuras pensadas para incorporar camas de atención. Serán utilizadas en caso de que fuera necesario aislar a pacientes por Covid-19 para aquellas personas que requieran aislamiento preventivo, con test positivos”, indicó López.

El ministro ratificó que hasta el momento no se han detectado casos positivos en las unidades penitenciarias de la provincia.

Fuente: La Voz del Interior