Casi pisando los 70, Jorge Argentino Bearzzi jamás imaginó que estaría tan cerca de cumplir el sueño de toda su vida: aprender a tocar el piano.

Siempre fue una materia pendiente, pero la situación económica por la que pasaba su familia lo obligó a trabajar desde muy joven, por lo que comenzar a estudiar música fue algo que quedó relegado.

“Cuando era joven, hace 50 años, cuando se inició el Conservatorio, me fui a anotar. Pero tenía problemas de horarios”, contó Bearzzi.

Nace un pianista a los 69 años

Y explicó: “Anteriormente los talleres no eran individuales, sino clases como si fuese una escuela. Y en ese momento en mi casa éramos muy humildes, yo tenía que salir a trabajar y dejé esa asignatura pendiente”.

De todas maneras, su pasión por la música lo llevaría sí a aprender otros instrumentos como el acordeón y, años después, el órgano.

“Mi papá era muy amigo de un señor que tenía una orquesta, era profesor de acordeón. Venía a mi casa y todas las noches me enseñaba a tocarlo con un acordeón chiquito que yo tenía. Habré tenido 12 o 13 años”, recordó.

Además, rememoró que en su casa siempre hubo instrumentos musicales, aunque nunca teclado, órgano o piano.

“Aprendí acordeón porque era el instrumento que había”, apuntó.

Un paso más cerca

Un poco más cerca de cumplir su sueño estuvo después de casarse con una sorpresa que llegaría de la mano de su esposa. “Ya más grande me casé. En una oportunidad, cerca de un cumpleaños, yo pasaba por los negocios cuando se daba ‘la vuelta al perro’ un domingo a la noche y vi un órgano. Y dije ‘ese órgano, lo que es, me muero’. Y tengo un amigo que trabaja ahí, así que me dijo ‘sale tanto’. Eso fue hace como 25 años atrás. Y el día de mi cumpleaños llego a casa después del trabajo. Estaba mi suegra y me dice ‘tenés un regalo’. Era el órgano ¡Mi señora me lo regaló! Me quise morir, había que ir a buscarlo, y había que ir a aprender, ahí tenía 45 años”, narró.

De todas maneras, comentó que para aprender a tocarlo había antes que aprender solfeo. “En ese momento era lo que había, te sentaban y dale con la teoría del solfeo, vos no te sentabas nunca con el instrumento.  Entonces te volvías loco”, lamentó.

“Después conseguí a otra señora, era muy viejita, ya no podía tocar el piano porque tenía problemas en los dedos, pero me enseñaba, porque era muy amigo del hijo. Ella no podía tocar pero enseñaba. Fui dos años ahí para encarrilarme con mi órgano. Pero mi idea fue siempre el piano. Y este año empecé”, se entusiasmó.

Su llegada al Conservatorio

Finalmente, con 69 años empezó a cursar piano en el Conservatorio Superior de Música “Arturo Berutti”. Llegó a través de la recomendación de la profesora vocalista del Coro Municipal del Adulto Mayor, Vanina Ledesma.

“Me entero por ella que me dice ‘anda, anótate, que para el año que viene empiezan los talleres individuales’. Así que el año pasado, en agosto o septiembre, me anoté. Y este año me llama Cecilia (Garay, su docente de piano) y me encuentro con ella que se crió en mi casa. Anécdotas de la vida. Con el papá de ella yo estaba en el coro piemontés”, reveló.

Nace un pianista a los 69 años

Pero eso no fue todo, porque al poco tiempo de comenzar pudo hacerse de un piano para poder practicar también en su casa.

“Un día paso por la casa de un amigo, que tiene un negocio. Y como yo me jubilé y no tengo tanto apuro le digo ‘uh, me tengo que ir se me hace tarde’ y me dice ‘a dónde vas a esta hora, si vos siempre te levantás a las once’. Le digo ‘me voy al conservatorio’. Me pregunta qué estoy haciendo y le digo piano. Me dice ‘perdé diez minutos y vení”. Me hizo pasar a un galpón y destapó un piano. Le digo ‘Qué belleza, este sería mi sueño’. Me dice ‘¿te gusta?’ ‘Sí, claro, ¿cuánto cuesta?’. ‘Te lo regalo’ me dice. ¡Me lo regaló! Así que vine al conservatorio y lo revolucioné”, resumió.

El mismo Bearzzi lo restauró y lo colocó en su living. Ahora, espera por su afinación.

“Estoy feliz, si Dios quiere el año que viene voy a seguir”, concluyó.

Taller de música popular

Bearzzi es uno de los integrantes del taller de música popular, que se brinda con clases particulares en piano y en guitarra.

Cecilia Garay, una de las profesoras a cargo, explicó que las clases son individuales para un mejor aprendizaje, de entre 20 y 30 minutos, y que las mismas están dirigidas a personas con o sin conocimientos.

Incluso, comentó que además de las clases, los integrantes del taller pueden practicar en el Conservatorio porque cuenta con aulas equipadas para tal fin.

Y sobre las características del taller, mencionó una particularidad: “En  otras carreras a veces los papás esperan un par de años para comprarle el instrumento al nene. En cambio, en este taller enseguida el alumno busca de que alguien le preste uno para tener uno cerca para practicar”.