Estados Unidos superó este sábado a Italia en el número total de muertes confirmadas por el coronavirus y se convirtió en el epicentro de la pandemia a nivel mundial, llegando a su día más mortal el viernes con 2.057 muertes. A partir de este sábado por la tarde, el total se situó en 20.229, según el registro de casos revelado por el New York Times.

El número de muertos en el país norteamericano, que se ha más que duplicado durante la semana pasada, ahora aumenta en casi 2.000 la mayoría de los días.

Las muertes en los Estados Unidos per cápita permanecieron más bajas que en Italia, aunque algunos expertos han advertido que la geografía y la densidad de población han ayudado a amortiguar a los Estados Unidos hasta ahora. Hasta la fecha, el virus ha matado a 19.468 en Italia, o 32 individuos por cada 100.000 personas. En los Estados Unidos, el número de muertes por cada 100.000 personas fue de seis.
 
A pesar de esto, el presidente Donald Trump lidia simultáneamente con las devastadoras crisis económicas y de salud pública. Según reseñó el diario estadounidense, los banqueros, ejecutivos corporativos e industriales le insisten en que vuelva a la normalidad del país lo antes posible, mientras que los expertos médicos piden más tiempo para frenar el coronavirus.

Menor apoyo

Decenas de miles de personas más podrían morir. Millones más podrían perder sus empleos. Según el Times, su manejo de la crisis parece estar perjudicando su apoyo político en el período previo a las elecciones de noviembre.

Sin embargo, la decisión sobre cuándo y cómo volver a la normalidad no es del todo suya. Las resoluciones de la cuarentena que mantienen a la mayoría de los estadounidenses en sus hogares fueron emitidas por gobernadores estado por estado.

El presidente Trump solo emitió recomendaciones instando a una pausa en la vida diaria hasta fin de mes. Los gobernadores de Texas y Florida, ambos republicanos, han comenzado a hablar sobre la reapertura de negocios y escuelas en sus estados, haciéndose eco de las señales de Trump.

En cambio, los líderes de California y Nueva York, ambos demócratas, se mostraron más cautelosos sobre la rapidez con que las cosas pueden volver a la normalidad.