La Iglesia argentina ocultó durante años a sus sacerdotes y religiosos acusados de abuso sexual. Según admite la propia Iglesia, el mecanismo implementado para este encubrimiento fueron, en muchos casos, los traslados: al enterarse de la denuncia contra alguno de los curas o religiosos en su diócesis, era una práctica habitual que los obispos los enviasen a otra jurisdicción sin alertar sobre la acusación detrás de ese movimiento. Así se deduce del análisis de documentos y fuentes judiciales y eclesiásticas realizado por LA NACION.

La investigación reveló que en los últimos 20 años se comprobaron un total de 63 denuncias fundadas. En por lo menos 19 de esos casos, la Iglesia trasladó al acusado a otro destino. De cinco de esos curas o religiosos hay denuncias de abusos en más de un lugar.

"La práctica [de los traslados de religiosos acusados] ha sido habitual, no solamente aquí sino en todos lados. Eso está reconocido en los países donde se han hecho las investigaciones más profundas, como Estados Unidos o Alemania", admite, en una entrevista con LA NACION, Sergio Buenanueva, obispo de San Francisco, y coordinador del Consejo Pastoral de Protección de Menores y Adultos Vulnerables de la Conferencia Episcopal argentina. Buenanueva es el máximo responsable de lidiar con el problema dentro de la Iglesia. "[La de los abusos] es una de la crisis más graves que tiene la Iglesia en los últimos tiempos", dice. También lo admite el Papa. "Es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar a la Iglesia", dijo hace tres meses.

La lista de los 63 denunciados incluye 17 casos con condena judicial, 22 con proceso judicial en marcha y 24 no judicializados, pero con denuncias consistentes en su contra (en cuatro de ellos hubo un proceso que quedó trunco). Además, la Iglesia misma admitió la culpa o sancionó a los involucrados en por lo menos 23 de esos casos. En 12, les quitó el estado clerical, la máxima pena que aplica la institución.

Sin embargo, el número de casos sin denunciar es mucho mayor. "Yo no sé si hay más; seguramente no hay menos", admite Buenanueva, al ser consultado por los 63 casos.

En todos los ámbitos

Las denuncias de abusos incluyen situaciones ocurridas en seminarios, hogares de niños, colegios pupilos, escuelas, campamentos y parroquias. La mayoría de los victimarios son curas o religiosos, pero también hay tres monjas acusadas. Las víctimas más chicas tenían 3 años de edad.

El sacerdote Tulio Mattiussi, por ejemplo, está procesado por el supuesto abuso de cuatro chicos de entre 3 y 5 años en el jardín Belén, en San Pedro, provincia de Buenos Aires. Néstor Monzón, que era sacerdote de la Parroquia María Madre de Dios, del barrio de San Jerónimo de Reconquista, Santa Fe, espera el juicio por abuso sexual gravemente ultrajante de dos niños de 3 años.

Explicaciones

A la hora de buscar explicaciones sobre las cifras de abusos en la Iglesia,Buenanueva encuentra en el celibato uno de los orígenes de la crisis. "El celibato en sí mismo no es causa de que un adulto se convierta en un depredador sexual, pero sí es un importante factor de riesgo", dice Buenanueva.

El papa Francisco tiene otra posición. "Que el celibato traiga como consecuencia la pedofilia está descartado. Más del 70% de los casos de pedofilia se dan en el entorno familiar y vecinal", expresó en el libro Sobre el cielo y la Tierra. Allí también dice que nunca recibió una denuncia en sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires. "Esa solución -dice sobre los traslados- creo que se propuso alguna vez en Estados Unidos: cambiar a los curas de parroquia. Eso es una estupidez porque, de esa manera, el cura se lleva el problema en la mochila".

Buenanueva admitió que "los abusos sexuales son una de la crisis más graves que tiene la Iglesia"

"Hubo un sistema enfermo en la Iglesia que encubría los abusos"

"Hoy, el gran trabajo es preventivo", dice Buenanueva. Pese a que cree que es necesario, admite que la Iglesia argentina no tiene un registro de abusadores entre sus miembros.

 -¿Qué tan grave es la situación de abusos dentro de la Iglesia?

-A mi modo de ver es una crisis gravísima. Es una de la crisis más graves que tiene la Iglesia en los últimos tiempos. Porque cuando hablamos de crisis de los abusos hablamos de dos cosas: de los abusos, que es lo más terrible; y la otra dimensión de la crisis es lo que ha salido a la luz clarísimamente en este último tiempo, que es un sistema dentro de la Iglesia enfermo que encubría o no favorecía que los abusos salieran a la luz y se terminaba favoreciendo al victimario. Este es el punto para mí más serio: ¿cómo fue posible que perdiéramos de vista que el bien para defender no era la buena imagen de la Iglesia, sino el bien de una persona que Cristo ha puesto en el centro de nuestra misión?

-¿Y cómo fue posible?

-Hay una concatenación de causas. Creo que una es la estructura eclesiástica, el modo de ejercer el ministerio, privilegiando la dimensión del poder que tiene el sacerdocio. Después, un sistema eclesial que ha privilegiado el buen nombre de la institución tontamente, creyendo que lo salvaguardábamos ocultando, dificultando la resolución de estos casos.

-¿Cuántos casos han registrado en el país durante el tiempo que llevan trabajando en el Consejo?

-Nosotros no hemos podido hacer un registro. Lo tenemos como una de las metas, como han hecho episcopados de otros países, para tener un panorama más claro de cuántos casos hay en la Argentina. Esa es una tarea por realizar en nuestro país, una tarea bastante importante porque eso nos va a dar un panorama más certero en la medida en que tengamos cifras reales.

-¿Qué impide ese recuento?

-El Episcopado está dando sus primeros pasos y hemos instalado este tema entre los obispos argentinos. Y debemos dar un paso delicado, porque es poner en claridad una situación difícil para todos.

-¿Cómo hacen la tarea de prevención sin el diagnóstico? Es como hacer política económica sin un Indec creíble...

-Muy comprensible. Con la prevención de abusos no es que empezamos de cero. Hemos estado indexando a quienes ya tienen experiencia, más allá de tender algunas líneas con organizaciones que están trabajando en el abuso sexual infantil. Pero sin dudas en la medida en que nosotros tengamos un panorama más claro de cuál es la real situación en los ministerios católicos de la Argentina esa prevención va a ser más que efectiva.

Fuente: La Nación