El 50% de las personas con hepatitis crónica desconoce su diagnóstico según estimaciones del Ministerio de Salud, que junto a especialistas y organizaciones de la sociedad civil advirtieron la importancia de realizarse el test para poder acceder a los tratamientos y de esta manera evitar la transmisión del virus así como complicaciones que pueden llevar a la cirrosis o el trasplante hepático.

"El gran problema de la hepatitis crónica es que se trata de una enfermedad silenciosa y las persona consultan cuando tienen síntomas; entonces es importante 'ir a buscar' el virus, sobre todo en el caso de la hepatitis C, que tiene un 30% de posibilidad de evolucionar a cirrosis", señaló a Télam Sebastián Ferretti, presidente de la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHE).

Hepatitis significa inflamación del hígado; en la mayoría de los casos es provocada por un virus y hay tres que son los que más frecuentemente llevan a esta situación: A, B y C. "Hasta 2005 la hepatitis más prevalente era la A; desde entonces, gracias a la vacunación y a las mejorías en las cloacas, el nivel de casos es muy bajo, no más de 10 al año. Actualmente las más comunes son la B y la C", describió Ferretti.

Hepatitis A

La hepatitis A se contagia principalmente por ingerir agua o alimentos contaminados, aunque también puede darse por sexo anal con penetración o sexo anal-oral (contacto boca-ano); los síntomas son aparición repentina de náuseas, vómitos y falta de apetito, fiebre, y en los primeros días la orina puede tornarse oscura y las heces pálidas; con el correr de las semanas la persona puede ponerse amarilla.

Esta hepatitis no tiene un tratamiento específico, suele autolimitarse y no evoluciona a formas crónicas, pero en algunos casos puede evolucionar a cuadros graves.

"Desde que se incorporó la vacuna contra la hepatitis A en el Calendario, con una dosis única al año de edad (una estrategia argentina que fue reconocida mundialmente) hubo un marcado descenso de casos con la desaparición de los brotes epidémicos y complicaciones asociadas como la hepatitis fulminante y el trasplante hepático", dijo el Subsecretario de Estrategias Sanitarias en Ministerio de Salud, Juan Manuel Castelli.

En la actualidad, las tasas de notificación de hepatitis A aguda tienen una incidencia que va de 0,02 a 0,19 casos cada 100 mil habitantes, según el año.

Hepatitis B

La hepatitis B se transmite principalmente por contacto directo con fluidos corporales como semen, secreciones vaginales o sangre, y no se transmite por saliva, sudor, lágrimas ni por leche materna, pero sí se puede hacerlo durante la gestación, por lo que es vital el control durante el embarazo y la vacunación al momento del nacimiento.

Para esta hepatitis existe una vacuna que en Argentina se aplica a recién nacidos/as dentro de las 12 horas de vida, y otras dosis junto con las vacunas del Calendario a los 2, 4 y 6 meses de vida; también se da a otros grupos específicos como trabajadores de salud, personas en tratamiento de hemodiálisis y politransfundidas, entre otras.

Esta hepatitis puede cronificarse y existen tratamientos altamente efectivos para estos casos que previenen la necesidad de trasplante, el desarrollo de cirrosis y cáncer de hígado y disminuye la mortalidad global.

La tasa de hepatitis B en los últimos cuatro años presentan un promedio de 1,26 por cien mil habitantes.

Hepatitis C

En el caso de la hepatitis C no hay vacuna pero sí hay tratamientos recientes (que duran entre 8 y 12 semanas) que permiten la cura.

Aunque se puede presentar como una infección aguda, lo más frecuente es que se desarrolle de forma asintomática, evolucionando a una enfermedad crónica (persistente) que con el tiempo puede conducir a cirrosis, cáncer de hígado y múltiples complicaciones fuera del hígado.

La forma de transmisión es por contacto con sangre infectada al compartir agujas, jeringas o elementos cortopunzantes.