Las obstétricas tienen una labor fundamental en los nacimientos. Estos profesionales (porque también los hay varones) son quienes ven por primera vez el rostro de un bebé, los que le dan la mano temblorosa a los padres que esperan conocerlo, la guía en ese camino.

Victoria Mansilla (MP. 11980) hace 20 años que vive en San Francisco, llegó desde Chascomús y estudió en La Plata. Para cuando se instaló acá ya había realizado su residencia en diferentes hospitales de Buenos Aires.

“El oficio de partera me trajo hasta acá por intermedio de una colega, Amalia León, con la que nos recibimos juntas en La Plata. Nosotras estudiamos una carrera de cuatro años y después hice la Licenciatura, también hacemos una residencia en los hospitales”, contó a El Periódico.

Si bien el título es de obstétrica comúnmente y con orgullo resaltó que las llaman parteras o comadronas. A estas profesionales generalmente se las contacta en el tramo final del embarazo y están encargadas de brindar conocimientos básicos y fundamentales sobre el nacimiento y los primeros cuidados del bebé.

La mujer habla con mucho orgullo de su profesión, una que conoció de casualidad intrigada por el significado de la palabra obstétrica. “La gente te conoce más como partera, matrona, obstétrica muy poco. A veces se preguntan qué será y, así, entré yo también en la carrera. La profesión llegó a mí preguntando en la universidad qué significaba, cuando me dijeron ‘somos las guardianas del nacimiento’ fue espectacular lo que sentí. Ver nacer a un bebé es algo increíble”.

El lugar de la comadrona

Victoria trabaja en la Clínica Cruz Azul “Enrique J. Carrá” y también está a cargo de su espacio “Nacemos juntos”, ubicado en Bv. Sáenz Peña y Fleming. Desde que es una sanfrancisqueña más desarrolla cursos de preparación para las personas gestantes.

“Me dedico a los cursos de psicoprofilaxis y le agregué con el tiempo el de Hola cesárea. Lo sumé para que se entendiera que también acompaño en la cesárea y la mamá no tiene que estar sola en el quirófano, pasé la misma experiencia y es diferente”, explicó.

Cuando una mamá necesita cesárea cuenta con Victoria a su lado ingresando al quirófano, captando cada momento de ese proceso, incluso en ese primer segundo que el bebé abre sus ojos al mundo.

Los cursos tienen un mes de duración e incluyen desde el principio a padre y madre, en este sentido añadió: “En la pandemia empecé a hacerlos virtuales, también son personalizados. Son cuatro clases en que se informa cómo acompañar, asistir, ayudar a la mamá y darle su espacio. Con los papás trabajamos sobre cómo ayudar a la mamá, a qué tiene que estar atento durante el trabajo de parto”.

Victoria acompaña el último trayecto de gestación y se mantiene en contacto mucho tiempo después con las familias.
Victoria acompaña el último trayecto de gestación y se mantiene en contacto mucho tiempo después con las familias.

Unión infinita

Los lazos entre Victoria y los padres que acompaña empiezan en esa semana 30, pero se extienden mucho más de lo que cualquiera puede pensar.

“El vínculo es infinito, después del parto me mandan fotos, preguntan si la caca es normal, cuándo se cae el cordón. Se genera una gran intimidad entre las parejas y yo. Después del parto hacemos lactancia, técnica, postura, acople, comprobar que hay salida de calostro, cómo ver que el bebé succiona y que aprenda a hacerlo”, describió sobre su labor.

Teniendo en cuenta las particularidades de su trabajo, Victoria tiene un teléfono que está disponible las 24 horas los 7 días de la semana, eso le permite saber muchas cosas solo con una comunicación. “Muchas veces solo escuché por teléfono la voz de la mamá y les dije que vayan a la clínica porque ya nacía el bebé. Es como tener un sexto sentido, es algo que siento adentro”, recordó.

Cuando ”Viki” – como todos la llaman – habla del trabajo de acompañamiento demuestra alegría y eso mismo es lo que les contagia a las madres y padres. Para ella su trabajo es el mejor porque considera que “ver nacer a un bebé es algo increíble”.