La laguna Mar Chiquita actualmente registra una bajante histórica que la convierte en un polo turístico no solo de entretenimiento sino también histórico.

Desde el año pasado a esta parte el agua bajó 70 centímetros y ya son cuatro metros y medio desde 2017, casi 400 metros en extensión en la costa. ¿Qué implica esto? Que buena porción del pueblo que se inundó en 1977 resurgió desde el fondo de “la mar”.

Silvina Arrieta, secretaria de Turismo de Miramar de Ansenuza, explicó que la actual bajante es un atractivo y contó que se están realizando excursiones por el sector donde se puede explicar perfectamente la parte turística, lo que eran las noches de Nocheramas (una especie de anfiteatro) cerca del Hotel Viena y las ruinas de la parroquia de la Virgen del Valle, entre otras cosas.

El 1977 fue el año en que la laguna avanzó sobre el pueblo sepultando bajo agua a más de 100 hoteles y cientos de casas y comercios. Tras esa catástrofe debió ser casi refundado varios metros más arriba.

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Revivenciar la historia

Mariana Zapata, historiadora y miembro del museo fotográfico “Dante Marchetti” de la Cooperativa Eléctrica y de Servicios Públicos de Miramar de Ansenuza, aclara que la invade un sentimiento ambiguo: “No puedo describir en palabras las sensaciones que tengo”, señaló a El Periódico.

Explicó que durante mucho tiempo leyó y escribió la historia de la localidad, y vio reflejada en imágenes muchas cosas que hoy tiene la fortuna de palpar.

“Tengo 48 años y no recuerdo una bajante así, nunca he caminado por lugares que estaban bajo el agua. Hace unos días lo hice hasta donde terminaba el asfalto de la rambla de los años ‘70; es como revivenciar nuestra historia”, confesó.

Una fuente de agua que renació con la bajante.
Una fuente de agua que renació con la bajante.

Este escenario les permite a los habitantes y turistas de Miramar recorrer las ruinas de calle Belgrano (ancha, con un asfalto perfecto y veredas de lajas) donde existieron tres hitos icónicos de la localidad que “desapareció” en la década de 1970: el tanque de agua, la fuente del Centro Termal Municipal y el Anfiteatro de Nocheramas, con sus 120 banquitos y mesitas de cemento que todavía se encuentran intactas.

“Nocheramas era una manera de atraer a los turistas con artistas muy importantes y el pueblo estaba abocado a recibir toda la gente que venía”, rememoró Zapata y agregó que en la bajante del 2013 estas imágenes no se pudieron ver.

A tan solo una hora y media o un poco más de viaje desde San Francisco (134,7 km de distancia) por ruta provincial 1, Miramar surge como una linda opción de “escapadita” en lo que queda del verano.

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