Un cruce sin aviso
Tragedia en la ruta 158
Por Faustino Rizzi
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Damaris Soledad Pacheco tenía a sus veintiocho años un día como cualquier otro. Pasadas las cuatro de la tarde iba a cruzar la ruta 158, seguir camino a Devoto, y su vida continuaría sin siquiera recordar ese instante. Tenía que avanzar unos pocos metros, apenas dos segundos en su moto. La acompañaba su hijo Rodrigo Linares, de 12 años. Pero no pudo. Esos simples dos segundos fueron los últimos para madre e hijo. La fatalidad no les dio otra oportunidad.
Si hubo imprudencia, si se pudo evitar, son preguntas que difícilmente van a encontrar respuesta. Lo cierto es que el cruce es peligroso y este accidente no fue el primero. Tan cierto como que dos familias quedaron destruidas, y tres niños ya no tienen a su madre ni a su hermano.
Un lugar de riesgo
En el cruce de la avenida 9 de Septiembre y la ruta nacional 158, donde ocurrió la tragedia, faltan señales de advertencia y la visibilidad no es buena. El caso anterior más inmediato se produjo el 16 de enero de este año. Exactamente en ese mismo lugar, Leonardo Piacenza, de 24 años, fue atropellado en su moto por una mujer a bordo de un Opel Astra. Piacenza permanece en coma hasta el día de hoy, con pronóstico incierto. Apenas si pudo conocer a su hija de pocos meses. Dos gravísimos accidentes en menos de seis meses, en el mismo lugar.
A pesar de que se trata de un tramo urbano, cuya velocidad máxima es de 60 kilómetros por hora, en ese lugar nadie pasa a menos de 100 km. por hora. No hay una señal que indique que debe reducirse la velocidad, pero sí que se entra en una zona urbana. Por lo visto no alcanza para que los conductores comprendan que deben bajar la velocidad.
El cruce tampoco está advertido por ninguna señal. Desde la ruta, la avenida 9 de Septiembre (camino de tierra) prácticamente se ve recién cuando se está sobre ella, ya que los montículos de tierra y las malezas del sector lo dejan tapado a los conductores.
Por la avenida
Los que llegan a la ruta desde la avenida 9 de Septiembre, como fue el caso de Soledad Pachecho, tampoco se encuentran con ninguna señal que advierta el peligro ante el cruce. Del lado izquierdo, los montículos de tierra y los yuyos no dejan ver la ruta, y por eso los autos que vienen solo se ven cuando se está a punto de cruzar.
Si no se respetan las normas, por más que se mejore la visibilidad o se pongan decenas de señales de advertencia, seguirán ocurriendo accidentes. Y que el cruce sea riesgoso no resta culpas a los conductores ni determina las causas de la tragedia. Pero los accidentes deben ser eso: accidentes, no algo previsible. Para las familias de las víctimas, no hay consuelo que valga.