Cuando apenas había pasado un mes de la trágica muerte del ciclista Luciano Pizzi, atropellado por un camión en la autovía, nuevamente una tragedia de características similar conmociona a la ciudad. En este caso, la víctima fatal es Nicolás Secrestat, un ciclista de 27 años que fue atropellado de atrás por una camioneta Ford Ranger en la circunvalación de la autovía 19. Secrestat circulaba acompañado por Gastón Montenegro, quien sufrió escoriaciones y fue trasladado al Hospital Iturraspe.

Precisamente, Secrestat fue uno de los ciclistas que tras la muerte de Luciano Pizzi decidió agruparse con otros compañeros para pedir mayor seguridad y un lugar adecuado para poder entrenar. Por tal motivo, había sido entrevistado por El Periódico junto a varios otros compañeros y amigos de Luciano.

Otra tragedia
En aquella entrevista, convocados por este medio, los ciclistas habían dejado en claro que era necesario trabajar en las medidas de seguridad necesarias para que puedan entrenar.“En realidad en ninguna ruta estamos seguros. La gente tiene que entender que nosotros no queremos estar en la ruta ni molestar, pero no tenemos otro lugar para ir. Creo que hay que concientizar y tratar de que la gente entienda nuestro punto de vista, porque después de una cosa así hay que volverse a subir a la bici...”, dijo uno de los integrantes del grupo al iniciar aquella charla, hace poco menos de un mes. 

Nos reunimos para que lo de “Lucho” no haya sido en vano. Lamentablemente le tocó a Luciano, pero si vemos todos los que somos puede pasarle a cualquiera si no se hace algo”, agregó otro.

Aquella vez, habían pedido por un lugar cerrado, con las dimensiones adecuadas, con seguridad (algunos iban a entrenar a la autovía cuando estaba cerrada, pero dejaron de hacerlo por lo robos) que les permita a los ciclistas dejar de salir a la ruta para entrenar. Saben que no lo pueden hacer, porque las leyes viales no se lo permiten, pero, aseguraban, no les queda otra.

Volver a pedalear
“El miedo creo que uno lo tuvo siempre y se fue acostumbrando, sabiendo que uno corría el riesgo. Pero la realidad que ahora tocó de cerca es distinta. Te terminás acostumbrando a que los autos, camiones y colectivos te pasen rozando. Es una triste realidad, pero te acostumbrás. Pero esto es un antes y después”, aseguró otro joven del grupo. 

La tozuda realidad, hoy los vuelve a golpear duramente.