Este miércoles, tres delincuentes armados sorprendieron a los propietarios de un campo en la zona rural de Frontera –a unos cinco kilómetros de Zenón Pereyra-, y tras golpear al hombre y maniatarlos, les sustrajeron unos 3.000 pesos en efectivo y dos armas de fuego, entre otros elementos, informaron fuentes policiales.

Fernando Banchio, hijo del matrimonio, contó que todo sucedió cerca de las 14. "Ellos llegaron de la ciudad de hacer las compras. Mi papá estaba afuera de la casa y vio venir a tres personas encapuchadas. Pero es una persona de 70 años, así que atinó a esperar a ver qué le pasaba. Una de estas personas le pegó una patada en el pecho y lo tumbó y ahí le empezaron a patear en el piso para que se levantara rápido. Mi papá está operado de la rodilla. En ese trajín le sacaron el cinto y lo ataron de manos", relató a El Periódico.

A todo esto la mujer, que escuchó los ladridos de los perros, al ver lo que sucedía atinó a esconder un teléfono celular debajo de su ropa. "Ahí entró uno armado a la cocina. Mientras tanto traían a los empujones a mi papá. Lo sentaron en un sillón de la cocina y lo ataron también de pies. Trajeron un colchón a la cocina, ataron a mi mamá de pies y manos y la acostaron", agregó el hombre.

"Buscaban dinero y armas"

Banchio aseguró que los delincuentes, que estaban armados con revólveres y escopetas, buscaban dinero y armas. "Acá no hay, uno no tienen más que una escopeta como debe haber en cualquier casa, y un revólver viejo, sin uso. Pensando que mi viejo les mentía, sentado y atado de pies y manos, le pegaron un culatazo en la cabeza", narró.

"Desordenaron toda la casa y encontraron 3 mil pesos. Menos mal que había algo de plata. Y después se fueron", dijo.

El hijo del matrimonio manifestó que a su padre debieron darle cinco puntos de sutura y que si bien el corte llegó al cráneo, no quebró el hueso.

A raíz del suceso, el matrimonio durmió en San Francisco. "Con mi mamá vinimos después a ordenar la casa", contó.

Miedo, bronca y resignación

Consultado sobre sus sensaciones una vez pasado el duro momento, manifestó: "Te queda miedo, te queda bronca y lo peor que te queda a lo último es la resignación, porque no te queda otra por lo que se está viviendo. Resignarse y saber que es así, conformarte con eso. Y todavía agradecer a Dios de que a pesar de lo feo que pasó, están vivos. Agradecer que de casualidad no estuvimos nosotros con un empleado, porque hubiera sido".

El robo duró alrededor de media hora. "Fue una eternidad para ellos", concluyó.