Mientras en la localidad de Brinkmann, al este provincial, no cesa el estupor por el asesinato del empresario Raúl Rosso (60), quien fue hallado enterrado y muerto a golpes, la Justicia avanza con la investigación del caso. Por el crimen de este vendedor de maquinaria agrícola está detenido un cliente de él: Rodolfo Novarese (41).

La presunción es que Novarese habría decidido asesinarlo para ocultar la venta fraudulenta de una maquinaria y de una camioneta que eran propiedad de la propia víctima. Al parecer, el ahora acusado atravesaba serias dificultades económicas.

El hombre está preso desde el mismo viernes, antes de que se hallara el cuerpo enterrado, y permanece imputado como supuesto autor de homicidio simple, además de estafas reiteradas. La acusación fue resuelta por el fiscal Alejandro Acuña (de Morteros).

Sin embargo, dado que se supone que Rosso fue asesinado en el mismo lugar donde se lo encontró (en las afueras de la población de El Tío), la causa fue girada al fiscal José Argüello (de Arroyito).

Ambos funcionarios judiciales ya dialogaron telefónicamente sobre el caso. Sin embargo, recién en las próximas horas el fiscal Argüello recibirá el expediente y se pondrá a analizar el caso.

Entre los puntos por ver, el nuevo fiscal de la causa quiere determinar fehacientemente cuántas personas participaron del homicidio, las circunstancias que rodearon a este y el móvil del crimen, entre otros aspectos.

No se descarta en este punto que la acusación pueda llegar a agravarse contra el imputado.

Bajo tierra

Raúl Rosso había desaparecido el pasado 19 de abril. Aquel jueves al mediodía, el hombre partió en su camioneta desde su negocio en Brinkmann rumbo a la población de El Tío, a 125 kilómetros, en el departamento San Justo. El objetivo: concretar unos negocios con su cliente Novarese.

El vendedor de maquinarias nunca regresaría a su hogar.

Cuando la Policía fue a interrogar a Novarese, este dijo que el vendedor había llegado y, tras entregarle un implemento para una máquina, se había marchado. Nunca le creyeron.

Policías locales y bomberos comenzaron a realizar rastrillajes en la zona, sin suerte.

Ante la falta de certezas y el paso de los días, el fiscal Acuña convocó a más investigadores policiales y a peritos judiciales: unos ampliaron las entrevistas a testigos y analizaron datos, mientras los otros estudiaron las comunicaciones de los celulares.

Así, la pista se fue cerrando sobre Novarese.

La línea de investigación se intensificó en torno de él y surgieron testimonios que lo incriminaban seriamente: al parecer, habría intentando vender de manera fraudulenta una trilladora y la camioneta de la víctima. Esos puntos, sumados a que unos perros adiestrados marcaban rastros de la víctima en la casa de Novarese, terminaron por cercarlo.

El mismo día en que fue imputado, se hallaron los restos de Rosso. Lo mataron a golpes, lo enterraron y le tiraron glifosato encima.

Fuente: La Voz del Interior