El escándalo de la vacunación con privilegios que se conoció tras la increíble confesión del periodista Horacio Verbitsky, que no fue el único ya que también hubo políticos y empresarios, hizo explotar algo que se veía previsible: las avivadas y contactos de algunos que se sienten más que el resto para conseguir una dosis antes que los demás, los ciudadanos que simplemente confían y esperan su turno, y que en su gran mayoría todavía no saben cuándo podrán vacunarse ni dónde. 

Pero el problema no está en lo que diga la oposición enfrascada en una guerra o lo que salga en los medios de comunicación, sino que efectivamente se hayan permitido y si se permiten aún estos privilegios. Y por eso con una renuncia no alcanza. Falta que se brinde mayor transparencia e información sobre quiénes reciben las vacunas. Esto no es solo deber del Gobierno nacional, sino también provincial y municipal.

Quizás no haya que perder de vista que sobre cientos de miles de vacunas aplicadas hasta hoy la enorme mayoría de ellas, al menos hasta donde se sabe, se colocaron a quienes les correspondía según los criterios sobre grupos de riesgo que decidieron las provincias. Y que las aplicadas de forma discrecional o por contactos serían una cantidad ínfima o muy menor. Pero que se permita una cultura de privilegios y amiguismos, sobre todo en un tema tan importante, es simplemente inaceptable. Por eso es correcto que el ministro sea cesado de forma inmediata. Sin embargo, hace falta más que un despido. Hay que explicar claramente cómo se evitará que esto vuelva a ocurrir.

El enorme trabajo de todo el personal sanitario en este año de pandemia no puede quedar opacado o bajo sospechas. Por eso a esta altura creo que es evidente que autoridades de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales tienen que dar más explicaciones sobre cómo se forman las listas de personas a vacunar. Si bien se informan los grupos a los que se aplican y las cantidades, eso no despeja dudas sobre amiguismos o discrecionalidad.
 
En Córdoba se informa que llegan las dosis, su cantidad y los grupos de personas que las recibirán. También se detallan a diario la cantidad de vacunas aplicadas en cada jornada y el total de personas inoculadas. Está muy bien, ¿pero cómo sabemos que no hay discrecionalidad y que las vacunas aplicadas corresponden efectivamente a quienes tenían que recibirlas? ¿cómo se deciden casos excepcionales? ¿cuántos son esos casos y a quiénes se otorgan? Es un tema sensible, las vacunas escasean y atravesamos una pandemia. Hay que despejar dudas. Con la renuncia de un ministro nacional no se aclara nada ni se evita que las avivadas sigan.

Fue normal en las últimas semanas ver que autoridades políticas de todos los colores se mostraran colocándose la vacuna. Es un buen gesto para transmitir confianza. Que primero se la pongan los políticos, reclamaban muchos en medio de una fuertísima e irresponsable campaña de la oposición para sembrar dudas sobre la Sputnik V, que incluyó no pocos llamados a no ir a vacunarse. Eso debía ser reservado únicamente a las principales autoridades. Así, muchas de ellas se la pusieron, lo mostraron y de esa forma posiblemente transmitieron más seguridad a la población.

No faltaron quienes criticaron si no se la ponían o lo mismo si se la ponían, pero mayormente no hubo cuestionamientos a que los principales mandatarios se coloquen la vacuna. Lo que a la vista está que no es aceptable es una vacunación "bajo la mesa" y con privilegios. Solo por eso estallaron los cuestionamientos y un ministro salió eyectado de su puesto, un golpe muy duro para la gestión y la imagen del Gobierno nacional. Y todavía habrá que ver hasta dónde llegan las consecuencias.

La Provincia había anunciado días atrás que la vacunación a mayores de 70 comenzaría recién el martes y que había que inscribirse. Ahora, en San Francisco se adelantan y se anuncia de un día para el otro que se comenzará a vacunar a mayores de 70 años en la ciudad. Es una muy buena noticia, pero sin precisiones hasta el momento sobre cómo se evitarán largas esperas, aglomeraciones, colas o a qué hora concreta comenzará la vacunación, detalles que recién se conocerían el mismo día. Hay varias preguntas que se deberán responder: ¿cómo se va a organizar para que no se produzcan estos problemas? ¿hay que presentarse a las 14, a las 15, a las 16 o cuándo? ¿cómo se hará para evitar que una persona mayor de 70 años tenga que esperar horas a rayo de sol sin saber si podrá o no vacunarse? ¿qué pasa con aquellos que tienen problemas de salud y no pueden permanecer a la espera?

Es cierto que las vacunas llegan con poco tiempo de aviso y deben aplicarse, y que no es sencillo administrar una campaña tan grande a nivel local al tener tantos factores que no dependen del municipio, pero tiempo para prever y organizar hubo. Así, los interesados a nivel local, que hasta ahora creían que tenían que anotarse y esperar turno, ahora conocerían los detalles y horarios en el mismo día en que comenzarían a aplicarse las vacunas. Lo normal es que queden un poco mareados con información tan cambiante.

Hace falta más información, respuestas. Hay que explicar cómo las avivadas no tendrán lugar en un tema tan importante como la vacunación. Las autoridades responsables en cada jurisdicción deben no solo saber gestionar la campaña sino además dar la seguridad de que no habrá privilegios y que, en función de las prioridades, todos tendrán el mismo derecho.

La mayor parte de la campaña aún está por venir. Que se hayan conocido estos privilegios y desorganizaciones al comienzo también puede ser una señal de alarma positiva que las autoridades podrán tomar en cuenta para que se organice mejor y anular cualquier intento de amiguismo. Estamos a tiempo.