*Mónica Mantegazza

En el análisis de la situación actual que ha obligado a muchos países incluido a Argentina a redefinir sus políticas y prioridades en las agendas de gobierno, la relación entre política y administración se ve nuevamente interpelada. En medio de una crisis económica y social estructural, motivada por la situación del endeudamiento externo y los compromisos internacionales, el gobierno argentino se ha visto en la disyuntiva de elegir entre ese contexto económico y la urgencia de la implementación de políticas de salud.

A la reciente recuperación de la inversión en Ciencia y Técnica, la decisión de volver a poner en marcha el Ministerio de Salud, se sumó vertiginosamente y a nivel planetario, la definición de acciones urgentes para enfrentar la pandemia.  

Es interesante la lectura de la investigadora Mabel Thwaites Rey, quien hace un planteo acerca de esta tensión y las posibilidades de redefiniciones, en lo que la autora menciona como la necesidad de “recuperar la legitimidad de la política como el lugar central de la definición de las metas sociales mayoritarias”. 

La decisión en este contexto fue y es política, estratégica y de administración, decidiendo llevar la cuestión social y de emergencia en salud al centro de la escena. La conformación de equipos interdisciplinarios, la consulta a expertos, la toma de medidas sin precedentes en salud pública, fueron algunas de las acciones de visibilidad y efecto inmediato. 

Esta construcción asimismo fue generando en la sociedad, la paulatina adhesión y consenso de lo que otrora se había debilitado por gestiones que dejaron a la mayoría de la sociedad en situación de desamparo y exclusión social.

La pandemia como problema mundial y por la interdependencia global que actualmente atraviesa a los países, está en el foco y si bien como señala la filósofa norteamericana Judith Butler “el virus no discrimina”, es en la respuesta a quienes acceden y quienes no a sistemas de salud y atención social y humanitaria, el desafío y el rumbo que por estas horas decide y define cada gobierno del mundo. Señala Butler en relación a la política llevada adelante por Donald Trump en la que prioriza el crecimiento económico subestimando el valor de la vida de las personas, que es necesario “proyectar como posibilidad un mundo en el que nos unimos para insistir en que los materiales requeridos para la vida, incluida la atención médica, estarían igualmente disponibles sin importar quiénes somos o si tenemos los medios financieros”.

Volviendo al planteo inicial, esta tensión entre política y administración se enfrenta por estos días a un desafío sin precedentes, pero también es una oportunidad para reconstruir el tejido social y la legitimidad para poder seguir pensando en un proyecto de nación.

* Comunicadora Social. Diplomada en gestión por competencias en el sector público.