En un claro desafío hacia los estereotipos de género, Lourdes Murúa, una joven de 18 años, finalizó recientemente un curso sobre mecánica de motos (fue la única mujer en hacerlo) y ya gana experiencia en este ámbito.

El curso se dictó entre agosto y noviembre en la Universidad Tecnológica Nacional de San Francisco y estuvo a cargo de Maximiliano Pampiglione y Juan Pablo Gudiño. Pese a que este tipo de capacitaciones son abiertas a todo público, la experiencia demuestra que aún existen prejuicios de género.

Sin embargo, la joven que acaba de finalizar sus estudios secundarios decidió hacerles frente y con determinación se adentró en un terreno tradicionalmente masculino, demostrando que la habilidad mecánica no tiene límites de género.

Lourdes, la bombera que estudió mecánica de motos y desafía cualquier prejuicio

Su interés por estudiar sobre el tema despertó cuando notó que su primo estaba por descartar una moto que ya no funcionaba. “Un día mi hermano fue a mi casa y con mi papá comentaron sobre este curso de mecánica. A los días me enteré que mi primo estaba por tirar su moto, mi papá habló con él y mi primo me la regaló”, contó Lourdes, que recordó que empezaron a analizar los arreglos que había que hacerle y fue así que su papá la incentivó a anotarse a la capacitación, a la que finalmente asistieron los tres: ella, su hermano y su papá.

Pero el camino no fue fácil y en el medio hubo que luchar contra los prejuicios, propios y de terceros, entre ellos los de una amiga y su propia mamá. “Por ahí son como muy protectoras”, se excusó la joven, que recordó que su mamá tenía muchas dudas sobre su participación en la capacitación.

“Me decía ‘mirá si sos la única mujer, qué va a pasar, mirá si te dicen algo’, entonces te empieza a entrar la duda de si hacerlo o no. Pero tengo un grupo de amigos a los que les comenté la idea y empezaron a alentarme. Bromeaban con poner un taller todos juntos. Fue así que gracias a mis amigos, y después a mi papá que convenció a mi mamá, entré al curso”, detalló.

Cuando empezó las clases, Lourdes tuvo sus miedos: “Era la única mujer entre tantos varones, era como algo nuevo. Pero fueron muy buenos. Yo era como una piecita frágil de la moto, con el trabajo pesado ellos me decían ‘dejá, lo hacemos nosotros’ pero de buena onda. El profe siempre estaba para explicarme todo, muy detalladamente”.

- Pese a todo lo que se formó en el contexto el balance es positivo.

- Siempre fueron cosas buenas, nada negativo. La universidad resultó hermosa, nunca me dijeron que no. Hoy pienso para qué la sobrepensé tanto. Y por ahí eso es lo que pasa con las chicas, que dicen ‘no voy a hacer tal cosa porque me van a decir esto’ y no pasa así. Igual depende de cada uno la voluntad que le ponga, pero salen bien las cosas.

Durante la capacitación, la joven aprendió sobre motores de dos y cuatro tiempos, pistones, cambio de aros, armado, registración de válvulas, cambios de aceite, carburación, frenos y amortiguadores, entre muchos otros temas más. Incluso algo básico de electricidad, que planea ampliar anotándose al curso específico sobre este tema.

- ¿Cumpliste el objetivo de armar la moto?

- El objetivo se cumplió. Le desarmamos el motor completo porque se me había roto un rulemán y se lo tuvimos que cambiar. Era vieja la moto, entonces tuvimos que comprar un par de cosas, pero pudimos y ya la terminamos de armar. Es cierto que una cosa es estar adentro de un aula con un profe que te explica y otra estar los tres solos con la moto. Después empezás a ver todo detalladamente y te vas dando cuenta, es como armar un rompecabezas. Pero lo pudimos hacer, la pusimos en marcha.

- ¿Qué se siente conocer de mecánica?

La mecánica está buena para uno mismo, para saber. Acá en San Francisco no hay mujeres mecánicas y todos los días las ves andando en moto. Soy una persona muy independiente y cuando aprendí esto fue como decir, ‘bueno, papá, ya llegó mi tiempo’. Igual el apoyo de mi familia estuvo siempre, nunca recibí un comentario negativo. Mi familia es fundamental en mi vida, siempre me apoyan y eso es algo muy importante para mí.

También bombera

Murúa también es una de las primeras mujeres bomberas de estos últimos años perteneciente al Cuerpo Activo de Bomberos Voluntarios de San Francisco. Cabe recordar que la institución dio un paso histórico en 2018 cuando decidió volver a aceptar a mujeres como integrantes de su cuartel de voluntarios.

Lourdes, la bombera que estudió mecánica de motos y desafía cualquier prejuicio

“A Bomberos entré con 16 años, cursé por dos años y cuando cumplí los 18 me autorizaron para ser bombero”, recordó.

Llegó al cuartel impulsada por su mejor amiga, también bombera. Cuando abrieron las inscripciones pensó “por qué no”: “No estaba muy convencida porque mi mamá me decía ‘mirá si te llega a pasar algo’. ’Yo le decía que no me iba a pasar nada, que hay protección, tratándola de convencer, hasta que un día a escondidas llené el formulario y quedé”, recordó.

La jovencita fue una de las nueve personas que se recibieron de las 40 inscriptas. “Somos como la tercera o cuarta camada de mujeres que entra. En Bomberos, los jefes te integran mucho, son todos muy respetuosos entre todos. Nadie te dice nada porque seas mujer”, subrayó.

“El respeto es muy importante, somos todos iguales”, sostuvo Murúa que recordó que su primer siniestro fue la apertura de una puerta que su propietario no podía abrir mientras que su primera emergencia fue un incendio de casa en donde se consumió el oxígeno mientras trabajaba pero pudo salir airosa.

“Ya soy bombera de Cuerpo Activo oficialmente. Esto no es una competencia; si compito, compito conmigo misma para ser mejor. Es bonito, me sirve para despejarme”.

A su vez, indica que ser bombera le despertó el bichito por estudiar Enfermería, algo que probablemente haga: “Me gusta ayudar a los demás”.

Sin dudas, haber sorteado tantos prejuicios es la mayor ayuda que puede brindar a los demás, siendo ejemplo para quienes están detrás de un sueño: “Primero te asustás por el qué dirán, pero quisiera que las mujeres se animen, al final no pasa nada”.