A principios de este año, Diego Demarco comenzó a cumplir uno de sus anhelos de chico: tener un Torino, ese auto que nació casi a la par de él y que era un emblema que sólo podían disfrutar los que tenían cierto poder económico.

Luego de seis meses de negociaciones con el propietario anterior, que se rehusaba a despegarse del vehículo, finalmente lo adquirió el 13 de enero de este año. “Vino el dueño y me preguntó si todavía quería el auto y si tenía la plata. Le dije que la conseguía, así que al otro día vino, me dejó el auto y se fue caminando. Yo nunca me había subido, nunca lo había puesto en marcha, lo compré a ciegas porque me gustaba”, contó el flamante propietario.

Casi como una señal, una de las cosas que lo hizo decidirse, si bien era un anhelo de hacía muchos años, fue que el auto era modelo 71, el año de su nacimiento.

“En realidad me gustaban las Chevys, pero este auto me atraía, tenía algo especial, me hacía viajar a mi niñez, yo lo veía y era un sueño”, aseguró Demarco, que contó que si bien llevó adelante este emprendimiento de manera personal, su familia y sus amigos lo apoyaron.

El trabajo

Si bien el auto estaba en marcha y había sido cuidado por sus dueños anteriores, el trabajo de restauración le demandó mucho tiempo y dinero, aunque reveló que no reniega de ello, sino que lo hizo a gusto.

“Cuando lo compré vi que las líneas estaban bien, que no había sido chocado ni tumbado. Eso me daba la certeza de que se podía restaurar. Después cuando fui a hablar con los chapistas me dijeron que sí, que estaba para restaurar, ¡pero nadie quería hacerlo!”, recordó risueño.

Y manifestó: “No sabía todo el trabajo que había que hacer alrededor de la restauración de un auto, yo pensaba que era más fácil. Pero es mi juguete de grande”.

Historia

El auto es muy conocido en San Francisco y muy recordado por quienes son de la misma generación de Diego y es porque perteneció a Víctor Faya, reconocido periodista deportivo nacido en San Francisco, destacado no sólo a nivel local sino también a nacional e internacional.

“Con este auto tiene miles de anécdotas, para el Mundial de Fútbol de 1978 le pintó franjas blancas y le puso llantas blancas. Ellos se fueron a Buenos Aires a cubrir el mundial y se movían con este auto”, relató Diego, que también sostuvo que, entre otras anécdotas, que en ese auto supo viajar también el reconocido humorista Popo Giaveno.

Objetivo

El objetivo de Diego no es tener el auto como una reliquia o como parte de una colección, sino ponerlo a rodar. “Yo lo quisiera usar pero todavía no lo saqué a la ruta, solo di un par de vueltas por la ciudad. Mi idea es ir a exposiciones, hacerme amigos, conocer gente con otros Torino. Igual no me disgustan los Falcon o los Chevys. Lo que pasa es que Falcon y Chevy es como River y Boca, el Torino es la selección nacional”, dijo con una sonrisa.

La restauración

Según reflejó el nuevo dueño del histórico Torino, ahora el auto lleva el color “azul Mozart”, con algunas tonalidades más altas que el original.

El tapizado, que fue hecho antes de los trabajos de chapa y pintura, es de color claro, incluso un poco más claro que el original.

“Las ópticas de atrás venían con dos faroles, con opción a tres, focos redondos. Eso estuvo del 70 al 73, y muchos le sacan eso y le ponen faroles más modernos, de plástico, pero perdía la originalidad así que di vueltas, estuve por comprar en Buenos Aires, pero acá conseguí el acrílico, en la chacarita conseguí los aros, los soldé, los llevé a cromar y le puse luces led. Son detalles que hacen que el auto quede lo más original posible”, detalló.

Por el lado de las llantas, explicó que pertenecen a un kit de embellecimiento que venía en esa época: “Le iba a poner otras llantas deportivas, más modernas, pero no me convencían. Hasta que dimos con ese color de llantas, porque antes eran blancas y no me gustaban para el color del auto”.

Orgullo

Diego aprovechó la entrevista para hacer mención al triunfo de Torino días atrás en Rafaela luego de casi 50 años. El último triunfo de Torino en el autódromo de Rafaela había sido el 19 de mayo de 1968, en manos de Rodolfo de Álzaga. Desde entonces, ningún piloto de la marca había podido conseguir la victoria allí. Hasta que llegó Emiliano Spataro, que se consagró con Renault Torino este fin de semana, en su segundo triunfo de la temporada.

Además, el hombre que también posee una Siambretta de 1948 y que asegura que gusta de rescatar cosas antiguas, también siente orgullo por la repercusión que el auto está trayendo, si bien aclara que aún queda trabajo por hacer. “Todavía no lo mostré mucho porque quiero que lo vean terminado pero a los de mi edad les genera nostalgia”.