Todos los días al edificio de la Departamental San Justo llega el comisario inspector Alejandro Zárate, pero nunca lo hace solo porque a su lado va Fatiga (sí, como el perro de los Argento) un cusquito negro, con pecho blanco que tiene una caminata simpática. 

Los dos son un equipo inseparable, tanto que cuando al subdirector de la Departamental lo trasladaron a San Francisco aclaró que la mudanza tenía que incluir a su mascota para que no muriera de tristeza. No era un capricho sino una cuestión de necesidad y lealtad entre ellos. 

La historia no inicia con ese romanticismo típico de los mascoteros, todo empezó cuando Pedro, el padre de Alejandro, pensó en lo beneficioso que sería tener un perro guardián que custodiara el hogar. Su deseo se hizo posible (o eso creyó) cuando pasaron dos niñas y le ofrecieron al señor un perrito. Aceptó de inmediato, aunque el resto era reticente.

"La recuerdo como si fuera hoy a su llegada. Mi papá quería un perro guardián, pero en casa no queríamos porque no estábamos acostumbrados a tenerlo como uno más de la familia. A veces en el patio sufren, encadenados no nos gusta, si los dejás solos sufren, vivimos en una calle transitada y nos habían envenenado uno", contó Zárate a El Periódico sobre anteriores experiencias.

Cuando llegó Fatiga, todos pensaron que era cuestión de tiempo para que se convirtiera en un animal grande y sea parecido al menos a un ovejero alemán. La ilusión creció cuando en la veterinaria les dijeron que por sus patas sería un animal de tamaño mediano o alto. "Estamos esperando que crezca todavía", dijo riéndose el comisario. 

Fatiga entra como un "tercer jefe" a la Departamental
Fatiga entra como un "tercer jefe" a la Departamental

Cambio de hogar 

Nadie quería una mascota en casa por el triste pasado que tuvieron con otras y los miedos propios de adoptar. Fatiga seguía solamente a Pedro, iban para todos lados juntos y su comportamiento era ejemplar.

"El perro sentía quizás mi rechazo y estaba solo con mi papá. Un día él dejó dinero encima de una mesa y el perro se lo comió. Mi papá lo llevó al patio y como yo me había encariñado le dije que se lo compraba", relató. 

De a poco ese cusquito se ganó su cariño y en su casa primero le pusieron su cama, después empezó a dormir en la habitación y se hicieron grandes amigos. "Un día salí en el auto, lo llevé e iba asustado. Ahora vos abrís y él se sube. En el único lugar que no tiene miedo es en el auto ahora, pero si me voy de acá él me quiere seguir porque cree que no voy a volver", añadió. 

Fatiga tiene 10 años y demuestra ser un perrito muy fiel.
Fatiga tiene 10 años y demuestra ser un perrito muy fiel.

Mudanza

En agosto, el comisario Inspector Cristian Gómez asumió como director de la Departamental y le pidió a Zárate que sea su mano derecha como subdirector. 

"Le dije que no tenía problema, pero yo le comenté que tenía que traer a Fatiga porque sabía que no podía dejarlo solo ya que se iba a morir. Comida y agua no le iba a faltar porque mi hermana vive al frente, pero el cariño no era igual. Entonces me dijo que sí para que lo acompañara y después se terminó encariñando. Es muy bueno el perrito", explicó. 

En la Departamental suben juntos las escaleras hasta la oficina y siempre que Zárate sale lo espera ansioso detrás de la puerta. 

"Esta es la primera vez que lo traigo a un lugar de trabajo. Acá se justifica porque son días fuera de casa (en Córdoba), allá eran como máximo 10 horas", aclaró acariciando la chapita con forma de chaleco antibalas donde está el número y nombre de Fatiga.