Los amores a distancia pueden tener un final feliz. Como el de Olivia Sievers, una azafata alemana que cada vez que tenía un descanso en Buenos Aires dormía en un hotel de Puerto Madero. En la puerta, siempre la esperaba un perro callejero, al que bautizó como Rubio. Diez meses después del primer flechazo, y tras varios reencuentros, decidió llevárselo a su país.

La historia empezó en octubre del año pasado. Olivia se estaba hospedando en Buenos Aires y, al llegar al hotel, se encontró en la puerta con un perro abandonado. Se encariñó al instante: le hizo mimos y hasta le improvisó una cucha con las mantas que usan en los aviones. Al día siguiente, ella salió a pasear y se volvió a encontrar con el animal. Caminaron juntos durante horas.

Se despidieron, Olivia se subió a un avión de Lufthansa ---la aerolínea donde trabaja desde hace 20 años--- y volvió a su país. Una semana más tarde tuvo que regresar a Puerto Madero, y se encontró con una sorpresa: Rubio la esperaba en la puerta del mismo hotel.

La mujer volvió a Alemania y desde allí se contactó con la asociación Mascotas Puerto Madero Adopciones Responsables, para tratar de sacarlo de las calles. Lo llevaron hasta un hogar transitorio, pero se escapó. Luego encontraron a alguien interesado en adoptarlo, aunque tampoco funcionó: él quería estar con su amiga europea. 

Una vez más, la azafata volvió a la Argentina y se encontró con Rubio, en la puerta del mismo hotel. Esta vez sí, hizo las averiguaciones para llevárselo a su país. Consiguió la autorización sanitaria para poder trasladarlo y, en este momento, el perrito está viajando para formar una nueva familia.

Olivia lleva a Rubio al veterinario

Rubio en el veterinario

Fuente: Clarín.com / Notas de Mascotas.