Ya pasaron las semanas de casi 200 positivos por jornada, de hasta cuatro muertes en un día. La terapia del Hospital Iturraspe ya no tiene la situación crítica con el lleno total de los meses pasados y hoy San Francisco tiene un alto porcentaje de la población con al menos una dosis de la vacuna contra el coronavirus, al igual que el resto de la provincia. Claramente la situación cambió y las perspectivas para el futuro son mejores que todo lo que se vivió durante este eterno año y medio. Pero lamentablemente a un virus no se le gana solo con buenas expectativas: la pandemia no terminó y para cantar victoria todavía falta, sobre todo cuando en el horizonte aparece la variante delta.

Cauto en sus proyecciones y remarcando a cada momento por qué es necesario seguir manteniendo las medidas de prevención hartamente conocidas, Valentín Vicente, director del Hospital Iturraspe, consideró que la peor etapa de la pandemia ya pasó pero al mismo tiempo advirtió que se espera un rebrote en aproximadamente dos meses vinculado a la variante delta, que en todo el mundo viene demostrando una altísima capacidad de contagio. De hecho, ya se detectó un brote en una familia en la provincia de Córdoba, gracias al incumplimiento de la cuarentena obligatoria, y cuyas consecuencias aún están por verse. Y hay que recordar que los casos en la provincia, a diario, todavía se cuentan en miles.

“Se cree que va a haber un rebrote aproximadamente en dos meses ocasionado por la variante delta. Suponemos que no va a superar esta segunda ola, los números van a ser menores. Es una variante con mayor poder de contagio, pero no de gravedad. Pero si afecta a muchas personas, siempre de esa cantidad hay un porcentaje que desarrollan esos cuadros graves”, resumió Vicente en una entrevista con El Periódico.

Comparando las cifras actuales de casos y personas internadas, es evidente que la situación ha mejorado. ¿Qué evaluación hace?

Hemos tenido un descenso muy marcado en la tasa de contagios en las últimas semanas. Dos meses atrás llegamos a tener casi 150 casos diarios, afortunadamente a partir de ese pico fue descendiendo. Se estacionó en alrededor de 100 contagios durante un par de semanas y siguió en descenso hasta llegar a las cifras de hoy, que estamos alrededor de 20 y 30 contagios, incluso menos. Esto significó un descenso marcado también en la internación del sector COVID del Hospital Iturraspe.

Supone un alivio importante para las áreas COVID. Meses atrás se llegaron a derivar pacientes.

Sí, estuvimos en un momento con mucha tensión, aunque el sistema hospitalario de la provincia no colapsó. En alguna ocasión algunos de los hospitales tuvieron que derivar, había zonas más complicadas y otras con menor de casos, y eso permitía que algunos pacientes pudieran ser derivados y que ninguna colapse. El sistema hospitalario de la provincia pudo soportar esta segunda ola, que fue mucho más que la primera, con casi un 50 por ciento más de pacientes críticos.

¿Cómo es la ocupación actual?

En este momento, de camas críticas que tiene el hospital estamos con una ocupación del 30 por ciento, aproximadamente. Incluso algunos de estos pacientes ya no son COVID, porque ya han pasado el periodo de contagio.

¿Esto puede darse gracias a la vacunación?

Seguramente, aunque es contrafáctico saber si es meramente atribuible a la vacunación esta diferencia. De la primera ola a la segunda ola hubo diferencias muy marcadas en cuanto al tipo de población afectada. Independientemente de que en esta segunda ola no tuvimos los pacientes mayores que habíamos tenido y que ahora están vacunados, seguramente por eso han sido preservados de desarrollar casos graves; hubo algunos. Y también fallecidos vacunados, pero una tasa muy baja. Pero en esta nueva ola hemos visto que el grupo etario comprometido ha sido entre los 40 y hasta 60 años, con gente menor también, de 20 y 30 con casos de neumonías graves, algunos desgraciadamente fallecidos. Algunos con comorbilidades, la mayoría, y otros no.

¿Hay temor por la llegada de la variante delta, se puede dar ese ingreso a la provincia?

Sí, se puede dar. Se cree que va a haber un rebrote aproximadamente en dos meses ocasionado por la variante delta. Suponemos que no va a superar esta segunda ola, los números van a ser menores. Es una variante con mayor poder de contagio, pero no de gravedad. Pero si afecta a muchas personas, siempre de esa cantidad hay un porcentaje que desarrollan esos cuadros graves. Nos da cierta tranquilidad el porcentaje de personas vacunadas, más de un 50 por ciento en el país con primeras dosis. Con segundas dosis es menor, pero estamos parados en otra situación para los próximos embates. Las proyecciones que se hacen con el COVID a futuro señalan que es una enfermedad que va a progresar con olas o picos, con sucesivos periodos de aumentos de casos.

¿Qué perspectivas tiene para el próximo año?

Seguramente va a ser distinto, con menor cantidad de casos. De a poco vamos a estar en una mejor situación y de más tranquilidad para la población. Pero seguramente van a quedar uno o dos años más con esta patología, que se va a transformar en prevalente. Ya estamos haciendo los cálculos para tener un área COVID durante bastante tiempo para atención de este tipo de pacientes. Tal vez no con los números de ahora, pero sí con una demanda importante. A medida que haya más porcentaje de pacientes vacunados, la cantidad de pacientes graves que tengamos que atender va a ser menor. Va a haber pacientes COVID por mucho tiempo. Por eso no hay que relajar el tema de los cuidados. Hemos tenido pacientes con las dos dosis de la vacuna y han fallecido. Se les ha hecho el tratamiento con suero equipo, con antivirales, y así y todo sus evoluciones han sido malas. Ese tipo de pacientes va a seguir estando.

También está el hecho de que si bien las vacunas son muy efectivas, tampoco la protección es absoluta y por eso se insiste con que hay que mantener los cuidados.

No te da el 100% de seguridad. Igual que las vacunas de la neumonía o la gripe, hay personas que están vacunadas y así y todo pueden hacer una mala evolución. Sobre todo en pacientes con comorbilidades. De todas formas, para llegar a la inmunidad en rebaño tendríamos que hablar de un 80 por ciento de la población vacunada con las dosis, para tener cierta tranquilidad, porque la tranquilidad no es completa. Pero si ya tenemos esos porcentajes, la tasa de contagios se reduce enormemente y entonces el porcentaje de estos pacientes que pueden contagiarse es mucho menor que ahora que el virus circula de una manera importante.

Teniendo en cuenta que el COVID que se viene podría ser a largo plazo y con brotes estacionales, ¿cómo se preparan para eso?

Llegamos a disponer alrededor de 70 camas para COVID, entre pacientes leves, moderados y graves. Y ahora estamos reduciendo esa cantidad y en estos días estamos volviendo a tener nuestra terapia polivalente y empezar a reducir las áreas COVID. Es un proceso dinámico, el día que haya que poner más camas para COVID se va a volver a hacer, pero tenemos que volver a un cauce más normal dentro de la dinámica de un hospital regional. Pero vamos a dejar seguramente un área COVID en forma permanente, dividida entre pacientes graves y leves.

Si bien hay que mantener los cuidados, ¿podemos decir que lo peor ya pasó?

Yo creería que sí. Los cálculos que se hacen son estimaciones, y como tales, más con una enfermedad nueva, hay un porcentaje alto de error. Pero creemos que ya ningún rebrote podría superar los números de esta segunda ola. Todo lo que venga tendría que ser por debajo, ayudado por el porcentaje amplio de vacunación.

Todos los casos que se reflejan en noticias y que para muchos son simplemente números, para el personal del Hospital significó ver la angustia de los familiares, ver el miedo de los pacientes y lamentablemente también ver que fallecieron en tantos casos. ¿Cómo fue el impacto anímico en este año y medio para todas las personas que trabajan en el Hospital?

No ha sido fácil esta pandemia para el sistema de salud. No estábamos acostumbrados a estos números. Hemos tenido días con muchos pacientes fallecidos. Todos los casos golpean de cerca. Cuando al número se lo pone en persona, se humaniza. Siempre son el padre de alguien, el hijo de alguien, el hermano de alguien. Hay pacientes que desde que ingresan hasta que han fallecido pasa una semana. Y otros hasta 30 o 40 días que han permanecido en el Hospital. Se van deteriorando, pero en un primer momento uno puede interactuar con ellos, hablar. Y se establece una relación con esos pacientes, hasta que se van deteriorando y terminan falleciendo. Y obviamente que eso afecta. No hay ninguna otra patología que haya llegado a tener estos números en el hospital. Y esto repercute, cansa, duele. Tener que embolsar a estos pacientes, que eran procedimientos que no se hacían con otros fallecidos. Esto ha tocado al sistema de salud.

¿Le han tocado situaciones muy duras que recuerde especialmente en esta pandemia?

Trabajé 15 años en la terapia intensiva antes de ser director del Hospital, no es un área que me sea desconocida. De todas formas, aunque no sea mi función yo ingreso dos veces por día al área COVID, hablo con los pacientes, estoy con los médicos y el personal de enfermería. Para el personal, lo más doloroso es decirles a los padres que un hijo ha fallecido. Incluso en otras patologías, como en el caso de accidentados, no les da tiempo a prepararse. En el COVID es distinto, pero cuando la muerte se produce el shock es el mismo. Hemos implementado las visitas para los familiares de los pacientes COVID, para que los puedan ver y los puedan despedir. Hemos tratado de humanizar ese momento. Pero no cambia el tremendo momento que es para un familiar despedir a un ser querido. Esta pandemia en el equipo de salud es un antes y un después.

¿Llegó a plantearse en algún momento que no podía más o que hasta acá llegaba?

Como todos, no me gusta personalizar demasiado, pero todo el sistema de salud ha tenido presión. Hacerse cargo de un Hospital regional no es un hecho menor. Estar a cargo de todo un departamento en el tema sanitario, derivaciones, que todos los pacientes tengan insumos y atención. Fue un periodo muy complejo este año y medio que hemos atravesado. Ojalá que vayan remitiendo estos números, por el bien de todos.

¿Cree que al reflejarse día a día en las noticias el trabajo del personal del Hospital ha aumentado el reconocimiento por esta tarea?

Sí. La gente que ha atravesado este momento y ha tenido alguien internado en el Hospital, muchos de ellos no lo conocían, y por ahí había gente que ni siquiera habían ido alguna vez. Y todos se han asombrado y nos han agradecido por la profesionalidad, por el equipamiento y el trato que han tenido. Como institución y como directivo nos llena de orgullo. Todo el equipo ha hecho un muy buen trabajo en la atención COVID, desde el primero al último. Todos han estado a la altura de las circunstancias, incluso ha sido reconocido a nivel provincia el lugar que ha ocupado el Hospital Iturraspe en este trabajo. Hay siete hospitales grandes en la provincia, y tres en el interior, y el de San Francisco estaba un poco al final de la lista entre Villa María y Río Cuarto. Y ahora creo que ocupa el mismo lugar que el resto.