Hay emprendimientos solidarios que merecen un justo reconocimiento por los fines valiosos que sustentan. En este caso nos referimos a la obra que realizan los alumnos y docentes del 3er año del Instituto San Francisco de Asís, a través del proyecto: “TIC en mis manos hacia la huerta orgánica”, que consiste en llevar adelante la siembra, mantenimiento y cultivo de verduras orgánicas cuya cosecha tiene por finalidad la venta solidaria para ayudar a los talleres que brinda la ONG de nuestra ciudad, Vínculos.

Son 76 alumnos de dos cursos divididos en 7 comisiones de trabajo los que se vienen capacitado para trabajar la tierra y que sus frutos lleguen más allá de las mesas de distintas familias, sino que ayuden a otros que lo necesiten.

Creadores y trasmisores

Las responsables del proyecto son las docentes de Educación Tecnológica, a cargo de Gabriela Ribotta y de Formación para la vida y el trabajo, que dicta Olga Ribotta.

“La huerta surgió el año pasado como iniciativa de un proyecto integrador entre las dos materias-sostiene Gabriela-. También participó el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) mediante el Programa Pro Huerta que a través de la ingeniera Graciela Gasparetti nos aportaron la capacitación y las semillas”.

“La idea -agrega Olga- no es sólo que los chicos puedan trabajar en la huerta realizando cada etapa del proyecto, sino también que sean transmisores de lo que aprendieron y puedan trasladar sus conocimientos a sus hogares o enseñarles a un tercero”. 

Además, según las docentes otro de los objetivos planteados es aplicar todos los contenidos que se vieron en éstos tres años en Educación Tecnológica con los que se fueron desarrollando en Formación para la vida y el trabajo.

Etapas

El proyecto ha pasado por diferentes etapas. Primero hubo una capacitación de parte de la gente del INTA. Luego la elección del espacio a cultivar en el predio de educación física del establecimiento seguido de la delimitación de los canteros, el punteado y el sembrado.

“Luego comienza el mantenimiento-aporta Gabriela- para lo cual se distribuyeron responsabilidades a los dos cursos. Desde sacar malezas y cuidar el espacio, otro grupo hizo un espantapájaros, otro creó los carteles indicativos de cada cantero; también se prepararon macetas para cactus y plantas aromáticas; mientras que algunos se dedicabaron a la elaboración de elementos para el control agroecológico de plagas”.

Hoy en la huerta se pueden encontrar variedades de rúcula, lechuga, zanahorias, rabanitos, acelgas, achicoria, cebollas, puerros y perejil.

Fresquita para la venta

A la hora de la venta de las verduras se arman distintos paquetes con lo cosechado para aquellos alumnos que quieran llevar a sus viviendas, también se venden en la escuela y a vecinos. “No es una venta a precio de verdulería-explican las docentes- se trata de una colaboración, cada comprador da lo que quiere y puede. Con lo recaudado pensamos comprar elementos que necesite Vínculos para sus distintos talleres”.

¿Futuros emprendimientos?

Las docentes reconocen que la respuesta de los alumnos a la hora de trabajar ha sido excelente, “hay mucho entusiasmo, participación y compromiso. Incluso en vacaciones de invierno que ellos no tuvieron clases se hicieron responsables de ir a regar la huerta y de mantenerla como corresponde”, indicaron.

A su vez señalan que hubo chicos que se interesaron para reproducir la experiencia en sus viviendas como emprendimientos.

“Nos parecía importante que aprendan el valor del esfuerzo, del trabajo y el hecho de que ellos puedan decir que produjeron algo con sus manos y que la naturaleza les devolvió los resultados”, sostienen.