Hasta hace algunos años se creía que sobre suicidio no había que hablar demasiado, sino que el tema debía ser tratado casi como un tabú. Incluso que los medios de comunicación no debían publicar los casos para no generar un “efecto cascada”.

Al contrario de ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que hay que tocar el tema públicamente para prevenirlo y que una forma de evitarlo es recibir ayuda emocional en el momento correcto. La OMS también recomienda a los medios de comunicación hablar del suicidio, pero con responsabilidad y siguiendo determinadas pautas, a lo que adhiere El Periódico.

Carlos Falconi es claro en esta idea: “El suicidio y sus intentos son en su mayoría actos susceptibles de ser prevenidos; acompañar, escuchar, comprender a una persona en crisis o dolida por circunstancias vitales, son un gran remedio que puede ser dado por muchos”. En definitiva, hablar salva vidas. Y lo decía el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud: “La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas”.

Según datos del ex ministerio de Salud de la Nación, desde principios de la década de 1990 hasta la actualidad, la mortalidad por suicidio en adolescentes se triplicó en Argentina. Otro indicador elocuente señala que en adolescentes el suicidio es la segunda causa de muerte después de los accidentes de tránsito.

Una ley que no es ley

En 2015 se sancionó la Ley Nacional de Prevención del Suicidio Nº 27.130. Su objetivo es “la disminución de la incidencia y prevalencia del suicidio, a través de la prevención, asistencia y posvención”.

Sostiene que la autoridad de aplicación es el ministerio de Salud de la Nación, que entre otras tareas relacionadas con la prevención, debe desarrollar campañas de concientización sobre factores de riesgo y trabajar con los medios de comunicación, entre otras cosas.

Transcurridos cuatro años, la norma todavía permanece en proceso de reglamentación en la devaluada cartera sanitaria a cargo del secretario de Salud, Adolfo Rubinstein.

Lo cierto es que hace falta una mayor inversión en profesionales en el sistema de salud, consolidar plantas de profesionales en los hospitales para acompañar a las víctimas de este flagelo. El resultado, sin dudas, será positivo.