Quizá algunos lo recuerden, quizá no. En 1993, Humberto Vicente Castagna, o Cacho, como todos lo conocían, vivió en San Francisco. Bohemio como pocos, el cantante llegó a nuestra ciudad a través de un amigo y se instaló en una casa quinta junto a quien era su mujer, Marisol Fígoli.

Alejado del ajetreo de Buenos Aires, en nuestra ciudad comenzó un programa de radio en la FM Contacto, en el que recordaba anécdotas con sus amigos, grandes personalidades de la farándula.

El cantante de 77 años, que falleció este martes a causa de una bacteria que tenía alojada en el pulmón y se había expandido a la sangre, fue recordado por dos amigos de nuestra ciudad en una nota que El Periódico hizo en 2016.

Alejandro Pedrone -uno de ellos- dueño de la radio en aquel entonces, contó a El Periódico que el cantante llegó en el año 93, a través de un amigo, Alberto Morero, que fue durante años su representante. “Estaba en una época un poco complicada, le habló a Alberto, y él me propuso si le podíamos hacer un lugar en la radio, si podía hacer algún programa, algo que me súper interesó”, narró Pedrone.

“Él alquiló una casa quinta en barrio Las Rosas, que era de un tío mío; estaba en esa época en pareja con Marisol y se vinieron los dos”.

La cueva de los vampiros

El programa, que duró poco más de dos meses, se llamaba “La cueva de los vampiros”, e iba de lunes a viernes de 15 a 17 por esa emisora local, en aquella época ubicada en el primer piso del Teatro Mayo.

“La estrella del programa era él. La clave del éxito del programa pasaba por entrevistar a sus amigos. Cacho era un tipo que levantaba el teléfono y decía 'bueno, en el programa de hoy voy a hablar con Moria Casán', la llamaba y hacía una nota de 15 minutos, media hora, lo que hiciera falta, imaginate que para la audiencia de San Francisco y zona escuchar una nota en una radio local a una estrella de Buenos Aires era por demás atractivo. Fuera de esos reportajes, hay que destacar la chispa que tenía él. El programa tenía su propio jingle, grabado por él, con una música especial”, recordó Pedrone.

Enrique Pinti, Moria Casán y Silvio Soldán fueron algunas de las personalidades que entrevistó en aquel entonces: “Eran notas súper relajadas, de amigo a amigo, de anécdotas, no eran notas de actualidad”, agregó.

Un amigo

Pedrone también relató que se sentía “como chico con juguete nuevo” al tenerlo a Cacho en San Francisco y en su radio. “Él terminaba el programa e iba a mi oficina y nos quedábamos charlando. Hincha fanático de San Lorenzo como yo, nos poníamos a hablar de fútbol o de anécdotas. Recuerdo que me contó que una vez salió por los bosques de Palermo, estaba Passarella entrenando con River, y le gritaba cosas, porque él era cuervo… me contó también la historia de Susana con Monzón, que salió a la luz mucho después. Un tipo con una humildad tremenda”.

“Fumaba que daba miedo, un cigarrillo tras otro. A veces íbamos a cenar, él con su pareja, mi familia y yo, y en ocasiones también Alberto y su señora. Se había armado un grupo muy lindo más allá del programa”, sumó.

Pedrone explicó que el programa se interrumpió debido a que una propuesta laboral hizo volver al cantante a Buenos Aires. “Sabía que iba a marcar un hito en la radiofonía local. No es muy común que una estrella de ese calibre haga un programa. Podías traer un enlatado, pero no era lo mismo”, afirmó.

Sobre la relación posterior a ese época del programa, contó que “a los años él estaba haciendo temporada en Carlos Paz, una obra teatral en la que cantaba unos temas. Yo fui a ver la obra y después que terminó hablé con la gente del teatro y lo fui a saludar al camarín; pasamos un momento espectacular”.

Cuando San Francisco albergó a Cacho Castaña

Buena relación

Otro de los amigos sanfrancisqueños de Cacho, Alberto Morero, aseguró por ese entonces que mantenía una excelente relación. Morero estuvo hasta en su casamiento con Marina Rosenthal, y contó que todos los jueves hablaba con el cantante.

“Nos conocimos por un amigo en común que ya no está. Ese día me invitó a cenar y el domingo me invitó a ver San Lorenzo. Un día su baterista se abrió, porque la mujer no lo dejó tocar más, así que me invitó a tocar con él, ser su manager. Hasta que un día dije 'mis viejos están más grandes, estoy pisando los 30, me saqué las ganas de hacer lo que tenía ganas' y le dije que me volvía a mi casa. Después siguió viniendo, nos hablamos, fui a la fiesta de los 70, a su casamiento, ya tengo más casamientos de él que de mis familiares. El último fue muy lindo, muy íntimo, éramos 150 personas”, narró.

Cuando San Francisco albergó a Cacho Castaña

LOS PLAZOS FIJOS DE CACHO

Morero contó que Cacho llegó a la ciudad en una época en que no tenía tanto trabajo. “Me dijo 'acá tengo los plazos fijos, cuando sea hora lo cambio' y tenía guardado 'Ojalá que no puedas', 'Señora si usted supiera', 'Por esa puta costumbre'. Yo le dije 'grabalos ya' y me contestó que todavía no era tiempo. Entonces apareció con 'La vuelta del matador' y ahí empezó a laburar de nuevo y ganó fortuna”, rememoró.