Pupitres. Muchos pupitres y sillas. Parece un aula de colegio pero no lo es, aunque dentro del comedor y merendero Compartiendo Sueños en barrio La Milka se educa, aunque desde otro lugar. Además funciona un taller de costura.

Stella Maris Juncos espera sentada a El Periódico junto a tres de sus colaboradoras. El galpón –ubicado en el predio del ferrocarril Belgrano- es grande, espacioso y confortable para que 67 chicos tomen la merienda dos veces a la semana (martes y jueves) y además desayunen y almuercen sábado y domingo. En el fondo se destaca un metegol, entre otros juegos. Hay cuentos también, no solo se trata de jugar, también de afianzar la lectura.

Stella Maris no está sola en esta cruzada pero es la cara visible del lugar. Cuenta 53 años, está casada, tiene dos hijas y será abuela en poco tiempo.

Compartiendo Sueños, el lugar que dirige, cumplirá siete años de vida en abril del próximo. Inició el merendero en su casa, con 17 niños, pero actualmente ese número se cuadriplicó. Tienen entre 2 y 18 años.

“Viene de mi mamá creo yo, ella tenía comedor en Barrio Jardín y pienso que heredé eso”, responde ante la pregunta de por qué lleva adelante esta acción desinteresada en su barrio. Asegura que no pasó carencias de niña y adolescente, y que su tarea es de corazón. “Si vuelvo a nacer lo volvería a hacer, amo a los niños y no me arrepiento de haberme embarcado en esto”, afirma.

El espacio se sostiene “gracias a la generosidad de la gente y el grupo de colaboradores que realiza campañas para conseguir donaciones”, aclara Juncos, reconociendo además que los sanfrancisqueños son personas solidarias. “Con nosotros colabora mucho el vecino de San Francisco, tanto en el comedor como el emprendimiento de costura, nos donan telas, máquinas, hilos”, fundamenta.

 Satisfacciones

Para Stella Maris las satisfacciones les ganan ampliamente a los sinsabores: “No me arrepiento para nada de esto que hago, aparte amo a los niños, es la parte que más me gusta de esta tarea. Satisfacciones son todas. Lo que más me llena el corazón es que hay gente colaboradora y que ha sufrido muchísimas cosas, desde violencia de género hasta lo que te imagines, y verlos ahora emprendiendo cosas te llena el alma. Que digan ‘vengo acá porque para mí esto es una terapia’, no tiene precio”.

Al momento de hablar de sinsabores, cuenta: “Los sinsabores son no poder llegar hasta donde nosotros queremos con cada niño. Somos conscientes que hacemos por ese niño hasta donde nos corresponde, porque hay cosas que le corresponde al colegio, a la Justicia, entonces nosotros llegamos hasta donde podemos llegar”.

Necesidad y compromiso

Stella Maris no duda al decir que San Francisco, pese a lo que se observa en el centro y sus alrededores, es una ciudad donde las necesidades son evidentes: “Hay mucha necesidad, en los barrios periféricos eso se nota. Nosotros aparte del comedor tenemos otras familias que ayudamos, más que todo ancianos, pero nos hemos abocado pura y exclusivamente al niño porque es el más vulnerable”.

Aunque reitera el carácter solidario del sanfrancisqueño, considera que se necesita de más gente que ayude. Empatía, le llaman: “Falta contención, tomarse una horita para escuchar a un niño sería algo muy bueno. Lo que notamos en ellos es la necesidad de ser escuchados, de sentirse útiles e iguales a los demás. Me refiero a brindar cariño, tomar el té a su lado y hablarles, eso para ellos es mucho”.

Para Juncos, la demanda va creciendo y los niños que se van sumando son atendidos muchas veces por sus compañeros que llevan más tiempo en el lugar: “Los más grandes ayudan a poner la pava, son muy agradecidos”, señala. Y agrega: “Les conseguimos becas para los diferentes deportes, como golf y fútbol. Lo importante es que se sepa que hay niños del comedor que también aspiran a otras cosas, no es que vienen acá a comer solamente y se van a la calle. Tienen necesidad de hacer algo”.

Stella Maris manifiesta sentirse reconfortada con su tarea solidaria y asegura que seguirá firme hasta que ya no se mantenga en pie: “Lo voy a seguir sosteniendo hasta que me dé la salud”, promete.