-¿Por qué juntás las tapitas abuela?-, le habían preguntado en cierta ocasión sus nietos a Susana Ambrosino.

-Se juntan en toda la Argentina para llevarlas a la Fundación Garrahan, que después las recicla y vende elementos que sirven para ayudar a muchos chicos que tienen distintas enfermedades-, les contestó la mujer.

-Entonces yo también voy a juntar tapitas, quiero ayudar-, fue la respuesta espontánea de Tiago, el mayor de los hermanitos.

Desde entonces, hace unos cuatro años, Tiago Pérez (8), con la colaboración de su hermano menor Santino (7), se pasan los recreos en la Cathedral Chapel School de Los Ángeles (Estados Unidos), juntando tapitas plásticas de botellas. Y se les sumaron otros compañeritos, que interesados en la causa también recolectan y se las entregan a los Pérez.

Cada año, entonces, los niños hacen su tradicional visita a San Francisco a la casa de la abuela y llegan con mochilas llenas de tapas.

“Me llenó de amor”

Apenas enterada de que sus nietos comenzaron por su cuenta la recolección de tapitas, la abuela se sintió orgullosa.

“Me llenó de amor. Siempre antes de dormir le contaba distintas historias y una vez surgió el tema de las tapitas para ayudar a los chicos enfermos. Me sorprendió la espontaneidad de la respuesta, enseguida quisieron ayudar, recordó Susana.

Luciana, la mamá de los pequeños, reconoció que la acción tuvo un efecto contagio en los compañeritos de la escuela. Todo el curso se entusiasmó y comenzaron a darles una mano. Hay hasta mamás que les meten las tapas sueltas en las mochilas de mis chicos”, aseguró entre risas. 

Afortunadamente, en cada viaje a la Argentina las tapitas de los Pérez cruzan sin dificultades las fronteras. Aunque no pasa lo mismo cuando regresa Susana de Los Ángeles con una valija llena de tapas y más de una vez los guardias la interrogan al respecto. 

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A no perder el idioma

Tiago y Santino nacieron en Los Ángeles. Son hijos del matrimonio que forman Luciana y Fabián Pérez, el artista plástico argentino que semanas atrás fue noticia por retratar al presidente Macri.

Pese a hablar fluidamente el inglés, los niños también manejan un perfecto español. “En casa les hablamos español todo el tiempo porque si no lo pierden. A mamá y papá se dirigen en castellano, pero cuando se pelean es en inglés”, comentó sonriendo Luciana.