El paracaidismo de San Francisco perdió uno de sus históricos referentes el pasado sábado 27 de mayo cuando se conoció el fallecimiento de Hipólito Villarruel a los 86 años.

El hombre había sido el fundador de la Primera Brigada de Paracaidismo Militar en la ciudad y fue quien instruyó a los que iniciaron como aficionados y elevaron el prestigio de este grupo en todo el país.

Villarruel no era oriundo de San Francisco, pero como militar de carrera que fue después que lo convocaran para ser instructor al grupo en el Aero Club mantuvo su residencia aquí y toda su familia sigue en estas tierras.

Nildo Porta, también paracaidista, contó a El Periódico que Hipólito “fue el primer instructor que hubo en la institución” y había sido convocado por Héctor Paredes que integraba un grupo de amigos aficionados al paracaidismo que querían aprender más del deporte.

“La Brigada la fundaron un grupo de amigos que querían hacer paracaidismo, se necesitaba un instructor y convocaron al ‘Flaco’ (tal era su apodo) que era militar. Siempre se comentó que era ‘muy milico’, era estricto (en los entrenamientos), pero muy buen instructor”.

Un grupo de aficionados lo invitó a ser el instructor de la primera Brigada en la ciudad.
Un grupo de aficionados lo invitó a ser el instructor de la primera Brigada en la ciudad.

Hizo historia

La semblanza que el Aero Club le dedicó en redes sociales recuerda ese hecho con nombres y apellidos.

El grupo surgió en 1964 cuando Paredes convocó a Villarruel para que enseñe sobre paracaidismo. Estando ya en San Francisco se hizo una reunión que llamó la atención a un grupo de 30 personas entre los que había gente ávida de curiosidad y otros que formaron parte de las “Tropas Aerotransportadas”.

Después de esa reunión se logró crear la Primera Brigada de Paracaidistas del Aero Club San Francisco que tuvo a Hipólito como instructor durante varios años. Tal es así que Porta lo llegó a conocer cuando ingresó en 1969 cuando estaba en el tramo final de su carrera.

“En mi caso yo entré años después, fue 1969 cuando empecé a hacer paracaidismo y ellos hacía varios años que estaban trabajando. En esa época Villarruel estaba haciendo su última etapa con los saltos. Siempre fue un buen tipo, era muy serio, no andaba jodiendo, tenía que ver con su formación. Fue un tipazo y un buen amigo”, resaltó.

La pérdida de Villarruel ocasionó un hondo pesar en quienes lo conocieron, pero su paso por esta vida dejó una huella histórica que se mantendrá viva en cada salto de alguien en la ciudad.