La Milka es uno de los barrios cuya actualidad resulta antagónica por completo con sus inicios. Muchos años atrás el sur de San Francisco, detrás de las vías del ferrocarril Belgrano, estaba rodeado de campo. 

En esa área había casas quintas, pero la propiedad más grande es la más vinculada al nombre que terminó adquiriendo el barrio. Allí estaban las plantaciones de árboles frutales y la granja de la familia Tampieri. Precisamente fue Ricardo Tampieri el que decidió colocarle a sus terruños el nombre de una de sus hijas y así nació La Milka. 

De esa época no queda casi nada, salvo una de las dos casonas que tenían, todo lo demás cambió por completo cuando los vecinos empezaron a comprar sus propios terrenos y construir sus casas. La Milka se convirtió en un barrio muy particular que le otorgó popularidad, idiosincrasia propia, colores y pertenencia a sus vecinos.

Donde hoy hay casas al inicio casi todo era propiedad del empresario Ricardo Tampieri que le dio nombre al barrio.
Donde hoy hay casas al inicio casi todo era propiedad del empresario Ricardo Tampieri que le dio nombre al barrio.

Difícil de explicar

Quienes llegaron al barrio encontraban nada más que tierras donde construir, no había un tendido eléctrico uniforme, ni agua, ni pavimento. Todo eso empezó a hacerse y gestionarse ante el municipio lentamente, quizás demasiado. 

Varias personas coinciden en que fueron los mismos vecinos los que a pulmón tuvieron que levantar la zona para hacerla habitable. Parecía entonces que La Milka era un barrio olvidado y fue eso lo que alimentó la unión entre su gente o eso que llaman sentido de pertenencia. 

Lo cierto es que este lugar hoy es tierra de familias trabajadoras, muchas de ellas que empezaron de muy abajo. “Es gente con muchas ganas de crecer, entonces tiene todo muy arraigado, tiene un sentimiento bastante personalizado”, afirmó Fernando “Costilla” Godoy, presidente del Club La Milka. 

La vida por los colores

La Milka es recordado también por ser epicentro de grandes partidos de fútbol, cuna de jugadores que para muchos ni sombra le harían los mejores de Europa. Sus colores, que lo asemejan a La Boca, no solo se ven en el club sino también en la indumentaria, las banderas, tatuajes y los grafitis.

Vos nacés y lo primero que sos no sos ni hincha ni de Sportivo Belgrano, ni de Boca, sos hincha de La Milka, vas a ver un montón de camisetas, camperas por todos lados. Eso, el sentido de pertenencia creo que tiene el barrio para con el club, con las instituciones del barrio, la misma gente, me parece que eso es lo que lo hace especial”, aseguró el también presidente de ese espacio.

Además de los “Quinteros” también están los dos clubes íconos del baby fútbol como Los Andes y Los Albos. Las escuelas también son centrales destacándose Apadim, Lucía Vaira de Aimetta, la Proa especializada en Desarrollo de Software que se mudará allí, la guardería municipal y un comedor.

El ferrocarril daba cuenta de una incipiente zona para vivir.
El ferrocarril daba cuenta de una incipiente zona para vivir.

Antes

Durante largas décadas los vecinos de este barrio sufrieron por la falta de servicios y las inundaciones cada vez que llovía, incluso afirmaban “sentirse olvidados” en reiteradas ocasiones.

Vaya paradoja, en un barrio donde faltaban bastantes cosas nadie dudó en extender una mano con lo que pudiera para ayudar a un vecino afectado. Esa solidaridad, la buena vecindad también fue resaltada por la presidenta del Centro Vecinal, Alicia Robledo.

“Debido a que comenzamos desde abajo, aquel vecino que venía a construir La Milka comenzó a unirse, cuando se necesitaba una mano, estaba el otro que hacía poco que había venido y se la daba. Vos decís qué es La Milka y para mí es una familia”, subrayó.

Los momentos más tristes y donde más se mostró esta comunión fue sin dudas cuando hubo anegamientos. El ver a muchas familias perder todos con pocos milímetros de lluvia resultaba desesperante. 

"Nos pasaba de tener que andar rogando de que no llueva, porque si no perdías todo. Más allá de que tu casa esté en el terreno alto o no, las inundaciones eran constantes”, lamentó Godoy.

Para "Costilla" Godoy el barrio tiene una semejanza con La Boca.
Para "Costilla" Godoy el barrio tiene una semejanza con La Boca.

Ahora

Las cosas cambiaron en el último tiempo con la obra de desagües, a la que se sumó después la extensión por las cloacas, la iluminación led y el desarrollo de nuevos loteos en el perímetro del barrio.

Nosotros, los habitantes de la Milka decimos que somos la república de la Milka, una ciudad aparte, que de hecho, con la actualización del loteo Procrear y Lo Tengo vamos a pasar los 10.000 habitantes, una ciudad”, expresó uno de los “quinteros” más reconocidos.

Los años pasaron, el barrio creció y adquirió forma propia. De los Tampieri se heredó el nombre nada más, ya que de las dos viviendas allí solo quedó la vieja casona (aún en pie) pero suele pasar desapercibida.

No quedó nada tampoco de la granja, las plantaciones de frutas o el invernadero. Todo lo que tenía sello Tampieri le dio paso a la gente que compraba un terreno para hacer su casita. Así se terminó formando una ciudad dentro de otra, un barrio para unos, república para otros.