Antonio Curiotti (61) y su hijo Maximiliano (33) celebran cinco años trabajando juntos en la misma fábrica metalúrgica. Antonio, que se desempeñó durante 30 años en otra firma, había sido despedido por el cierre de la fábrica. Ante esta situación, su hijo, también metalúrgico, lo ayudó a encontrar un nuevo empleo en la empresa donde él trabaja.

El mayor de los Curiotti lleva 35 años como obrero metalúrgico y cuando la fábrica en la que desempeñó durante tres décadas decidió cesantearlo a él y a otros seis compañeros, Antonio vivió momentos de desazón.

“Comencé el oficio de metalúrgico cuando tenía 26 años porque antes fui panadero. Pero en aquella época no se ganaba bien y tenía que laburar todos los días entre 10 y 12 horas. Eso fue hasta que mi hermano logró que pudiera ingresar en una fábrica de moldeado de gomas. Estuve unos meses a prueba mientras seguía después de hora en la panadería. Hasta que quedé efectivo”, recuerda el hombre.

Y agrega: “Pasé casi toda una vida ahí adentro y como decían ellos, éramos una familia. Hasta que un día dijeron ‘esto no va más’ y decidieron echarnos a todos. Nos agarró de sorpresa porque yo pensaba que ahí me jubilaba. Fue difícil con 55 años tener que salir a buscar trabajo, pero gracias a Dios mi hijo me recomendó así que ahora estamos en (empresa) Gan-Mar y me siento muy bien, muy cómodo”.

Nueva etapa

Talleres Gan-Mar S.R.L. es una empresa de la localidad de Frontera que se dedica a la fabricación de aparejos manuales, eléctricos, plumas, malacates, cortadoras de metales, dobladoras, mandriles, aparejos a palanca con cable y con cadena, entre otros productos.

Allí trabaja Maximiliano Curiotti desde hace 16 años en el área de armado de elevadores eléctricos.

"Para mí, que mi papá trabaje conmigo es un placer", sostiene, “porque más allá de lo que compartimos en casa, él siempre trabajó por la familia y tenerlo acá es un orgullo".

A su turno, Antonio reconoce “estar muy bien” en su nuevo trabajo donde se desempeña en distintas actividades como en una de las máquinas arenadoras, en la que se trabajan piezas fabricadas por la firma, pero también realiza tareas en una banda y corta caños: “Hago un poco de todo y eso me gusta”.

El hombre repite que se siente a gusto en su trabajo y muy tranquilo con respecto al clima laboral: “Hay chicos más jóvenes que uno y gracias a Dios me aceptaron desde el primer día, yo tenía esos temores lógicos de un nuevo trabajo con otras generaciones, pero siempre me trataron con mucho respeto”.

Luego, Antonio también remarca los beneficios de trabajar junto a su hijo, además de ir y volver desde la casa juntos: “Estamos siempre el uno para el otro, así que andamos para todos lados”.

Además, Maximiliano es delegado sindical en la fábrica, mientras que su padre integra una de las agrupaciones dentro de la UOM, por lo que también los dos participan de las actividades que lleva adelante la seccional local del gremio.

Antonio en uno de los sectores donde se desempeña.
Antonio en uno de los sectores donde se desempeña.

Día del metalúrgico: una fecha esperada

El Día del Trabajador Metalúrgico (se celebra cada 7 de septiembre) es una fecha especial para padre e hijo y de cientos de trabajadores de fábricas de San Francisco y zona.

“El trabajador espera mucho este día. Ahora estos chicos de la UOM -por la actual conducción- siempre están haciendo algo, porque arman actividades para el Día del Niño, para el Día de la Madre y del Padre, también. Y uno participa en los torneos de bochas y en el campeonato de truco”, comenta con una sonrisa Antonio.

Por su parte, Maximiliano dice: "La seccional de UOM ha tenido un cambio muy importante en estos últimos años con la nueva conducción. Hay muchos beneficios que esta nueva conducción le ha dado a los compañeros, como mejoras en la obra social”. Y agrega: “El Día del Trabajador Metalúrgico para nosotros es una fecha muy especial, nos juntamos y vamos a pasar todo el día al camping. En la fábrica se armaron un equipo de fútbol libre, dos equipos de bocha y vamos a pasar el día todos juntos. Es un día que se disfruta mucho".

La historia de Antonio y Maximiliano Curiotti es un ejemplo de la importancia de la familia y la solidaridad. También es testimonio de la resiliencia de los trabajadores metalúrgicos, que a pesar de los desafíos, siguen luchando juntos “como una familia”.

Vale destacar que Antonio también tiene un segundo hijo, Matías de 28 años que también se desempeña en una firma metalúrgica, en el sector de chapa y pintura. Así es, los Curiotti, toda una familia vinculada al rubro.