Ilda Ramello tiene 58 años y vive en San Francisco. Previo a la pandemia, asegura, comenzó a buscar trabajo y a repartir curriculums en diferentes empresas, comercios y hasta medios de comunicación, ya que había iniciado sus estudios en la carrera de Comunicación Social en el CRES.

Sin embargo, esa búsqueda no tuvo hasta el momento resultados positivos. Por eso utilizó su cuenta de Facebook para dejar un mensaje y su teléfono, como otra manera de probar suerte en caso de que su mensaje se viralice.

“Dos años antes del comienzo de la pandemia comencé a pedir trabajo, enviar currículum vitae a muchas empresas y comercios, también medios de comunicación, ya que había comenzado a estudiar la Licenciatura en Comunicación Social. Claro, mi edad ya era un obstáculo, con 55 años era difícil, mucho más ahora con 58”, escribió en sus redes sociales.

Mónica Garasino, tiene 57. Dice sentirse con “impotencia” ante la imposibilidad de conseguir empleo. También recuerda que cuando ella era más joven “se premiaba en los puestos de trabajo a gente con experiencia sin importarles la edad”, algo que hoy -entiende- ya no sucede. Se encuentra desocupada desde el 1 de mayo de este año. Es docente de primaria recibida, tiene antecedentes laborales como cajera, encargada de personal, administrativa y trabajó en estudios contables.

Ambas pertenecen al rango de mujeres –también hombres- que encuentran muchas dificultades cuando buscan insertarse, reinsertarse o cambiar de trabajo después de los 50.

Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, el porcentaje de población ocupada en la franja entre 50 y 59 años bajaba 7 puntos en 2020, con respecto a la de entre 30 y 39, el segmento de edad con mayor proporción de ocupados. Al mismo tiempo, la proporción de población “no económicamente activa” era casi 10 puntos más alta, a pesar de que muchos están todavía lejos de la edad jubilatoria.

“Hice varias capacitaciones en web y manejo de redes. Sé que es difícil conseguir algo de oficina, que es trabajo que se le da a gente joven, pero quizás algo a distancia…”, se esperanza Ramello.

En el caso de Garasino, aclaró que trabajar le permitiría sentirse “útil” y poder demostrar que puede cumplir ciertas tareas: “Y más como mujer poder valerse por mí misma. Máxime ahora con todos estos cambios socioculturales por los que se aboga”, resaltó.

Escenario

Sarita Rocha, responsable de Recursos Humanos en el estudio Rocha y Asociados, sostuvo que este escenario no solo afecta a las mujeres, sino también a los hombres. Aunque diferenció: “La mujer mayor de 50 años que quedó fuera del mercado laboral al borde de la pandemia o poco antes algún emprendimiento armó. Esto ya pasó en el 2001. Sin embargo, el hombre que quedó fuera del sistema formal laboral está rebotando de manera impresionante. Lo que observo como algo grave es que las empresas necesitan que las personas sepan hacer algo que quienes superan los 50 no lo saben hacer”.

Rocha indicó que una de las causas es que la era digital se adelantó entre tres y cuatro años: “Con la pandemia, en cinco o seis meses se puso en marcha la transformación digital a nivel laboral y hoy estamos como supuestamente íbamos a estar en 4 o 5 años. Entonces estas personas no tuvieron tiempo de aprender. En cambio, quien es más joven ya viene involucrado con la tecnología y se pudo adaptar, no fue más fácil pero con algo de ese mundo interactuaba”.

Prejuicios: ¿sí o no?

La especialista en recursos humanos remarcó que además muchos trabajos dejaron de hacerse, como los trámites bancarios o las gestiones de cobranza, con el avance digital. Eran empleos donde se necesitaba de madurez y responsabilidad, los cuales eran muchas veces tomados por personas mayores.

Por otra parte, Rocha indicó que no hay prejuicios a la hora de tomar un trabajador de más de 50 años: “La tendencia que veo es de búsquedas complejas, de determinados puestos que implican mucha capacitación junto a aquellos de operarios de oficio. Pero una persona aggiornada, si compite uno de 30 y uno de 50, toman al segundo”, explicó. Y fundamentó: “Existe una creencia de que el de 30 sigue en la búsqueda laboral activa permanentemente. En cambio, el de 50 cuando se asienta en el puesto deja de buscar porque no quiere volver a pasar una crisis personal que implica un cambio de empleo”.

Sobre el final, Rocha afirmó: “Los cursos de formación que se dan no están al nivel de lo que el mercado laboral necesita”. Así, la mujer recomendó: “En ese lugar me cargaría a todas las plataformas, utilizaría los cursos gratuitos de UTN para aprender a manejar algunos sistemas y pediría ayuda a hijos, amigos, para ver cómo puedo involucrarme en el mundo digital. El mercado laboral formal como se conocía previo a la pandemia no va a volver”.