Mario Bessone (33) tiene el papel principal de la puesta en escena del tradicional Vía Crucis viviente de la ciudad: es quien encarna a Jesucristo, una tarea que desempeña desde hace varios años con gran compromiso, pero sobre todo con mucha fe.

Desde hace más de dos meses, Mario y unos 20 voluntarios que participan del Vía Crucis viviente se vienen preparando para interpretar de la mejor manera los evangelios. En esta oportunidad se realizará el próximo viernes 14 en la parroquia San Carlos Borromeo desde las 20:30.

Su primera aparición como Cristo fue allá por el 2011 en un Vía Crucis móvil, cuando una señora de la organización lo invitó. “Me ofreció y acepté enseguida, aparte de que me gusta todo lo que tenga que ver con el arte, soy creyente y fue como un llamado”, reconoce Mario.

¿Cuáles fueron tus sensaciones al ponerte en la piel de Cristo?

Me quedó una imagen grabada que la voy a tener de por vida en el primer Vía Crucis móvil. Me tocó la estación de la crucifixión y justamente el recorrido pasaba frente a mi casa y estaba mi familia esperando para verme. Cuando pasamos por el frente vi la emoción de mis viejos, lloraban como pocas veces los vi, mis hermanas y sobrinos lo mismo. Eso me quedó grabado.

¿Cómo te preparás para el papel?

Lo tengo muy estudiado, pero también hace más de un mes que lo venimos preparando. Cada año el día anterior veo la película La pasión de Cristo, para observar al actor, me sirve como para desenvolverme mejor. Después me paro frente a un espejo y práctico para que se vea lo más parecido posible a lo que fue Cristo. Sé que nunca lo voy a lograr por una cuestión lógica que Jesús vivió todo eso.

¿Hay nervios antes de salir a escena?

Siempre, pero también es por mi creencia que trato de vivirlo intensamente. El Vía Crucis es una oración con una historia muy fuerte, cuando uno la puede interpretar sintiéndola porque es religiosamente activo se siente mucho más.

Mario Bessone, el “Jesús” sanfrancisqueño

¿Hay alguna estación que te despierta más sentimientos que otra?

No hay un momento en concreto que sea el más fuerte, es todo fuerte, todo lo que uno va sintiendo. Generalmente hay situaciones que se van dando en el momento, como ser que aparece una señora grande que no puede ni caminar y hace un esfuerzo por ver el Vía Crucis, son cosas que te llegan mucho y hacen que yo lo viva intensamente.

Su pequeño calvario

Mario recuerda una anécdota en su primer Vía Crucis en el que tenía que estar parado y sostenido sobre la cruz mientras una camioneta lo llevaba lentamente por distintos barrios de la ciudad. “Duraba como dos horas y tenía que ir todo ese tiempo parado sobre una tablita y agarrándome de unas sogas. A los 15 minutos ya estaba todo acalambrado y al otro día el dolor era insoportable. Entonces eso me hizo reflexionar que si yo no pude aguantar dos horas en la cruz con todas las facilidades, pensar que Cristo estuvo colgado de clavos, fue muy fuerte, solo él pudo haber soportado ese tormento”, recordó.