Por Nicolás Albera 

Margarita Ríos
sonríe sentada en una silla de su casa y rodeada de otras cuatro mujeres de la familia: su hija Paulina Gladys Juncos (71), su nieta Sandra Karina Prunello (43), su bisnieta Cecilia Carando (28) y su tataranieta Paulina Juncos (6 meses). En la pequeña cocina comedor de su casa en barrio San Cayetano están todas juntas y ella lo celebra: “No pensaba poder ver tanta familia y los recuerdo a todos”, asegura a El Periódico.

La “nona”, como la llaman, cumplirá 91 años el próximo 10 de junio, fecha ideal para tratar de juntar a sus casi sesenta familiares. Margarita tiene cuatro hijos (dos mujeres y dos varones), doce nietos, 23 bisnietos y tres tataranietos, a los que se les suman hijos y nietos políticos.

“Todos me cuidan,  se ve que tienen miedo que me vaya”, manifiesta entre risas la abuela, y agrega: “Menos mal que nadie les dijo ´dejá a esa abuela sola de una vez`, nunca lo escuché, por ahora”.

Dicen de ella

Paulina y Sandra, hija y nieta de Margarita, describen a la “nona” como una luchadora: “Mi mamá siempre tuvo una vida de lucha a la par de mi viejo y nos criaron de la mejor manera. Éramos humildes pero muy felices. Y ahora todo esto se lo trasmitimos a ella”, expresa “Pirucha”, su hija, quien sostiene que “siempre tuve la esperanza de que mi mamá viviera mucho, pero que después fuera a llegar todo lo que vino eso me llena mucho”.

Sandra se muestra feliz porque Margarita es la única abuela que le queda viva: “Me queda ella sola de abuela, para mí es un orgullo y una felicidad muy grande tenerla. Yo a mis hijos siempre les cuento de ellas”.

“Yo las disfruté a todas, no me puedo quejar”, explica Cecilia, la bisnieta de Margarita, quien hace seis meses tuvo a su hija Paulina, quien terminó de conformar la quinta generación de mujeres de la familia Ríos-Juncos. “Desde mi primer embarazo que fue varón siempre decíamos con mi marido  que venga la nena y bueno fue la tercera”, agrega.

Charla se suman otros familiares, empiezan a llegar algunos hombres y vuelve a salir el tema del cumpleaños número 91 de Margarita, quien no pudo festejar a lo grande los 90 al no estar bien de salud esa fecha.

Y, abuela: ¿tiene ganas de festejar su cumpleaños?, le preguntó El Periódico a Margarita: “Sí claro, me gusta bailar, sobre todo chamamé; lástima que ya no puedo moverme tanto”, se lamenta.

Todos ríen en la casa, en un humilde hogar de barrio San Cayetano donde las historias no faltan.