Al señor rector de la Universidad Tecnológica Nacional, ingeniero Roberto Ramón Guillan.

Tengo el agrado de dirigirme a usted a los efectos de dar cumplimiento a lo requerido por circular del Rectorado N° 21/77 informando a continuación lo siguiente:

1°- No se han registrado en el ámbito de esta Unidad Aca

démica actos de carácter subversivo.

2°- No existen grupos estudiantiles identificados de actuación visible.

3°- Se desconoce la existencia de infiltrados posibles o sospechosos de serlo.

4°- No se han observado inscripciones murales como tampoco pegatinas de obleas autoadhesivas.

Quien firma la nota es Reinaldo Barberis, decano de en ese momento de la Escuela de Ingeniería que años más tarde –en la década del noventa- se convertiría en la Facultad Regional de la UTN San Francisco.

Al ingeniero, que fue la máxima autoridad de esta casa de altos estudios entre 1971 y 1985, gran parte en la dictadura militar, le tocaba responder mensualmente la solicitud de información

 por parte del Rectorado de la UTN respecto a si en la Escuela de Ingeniería había algún tipo de actividad que los mandos militares consideraban subversiva.

El pedido era claro: marcar a alguien que pudiera terminar siendo “peligroso” según la visión del gobierno represor, evitar así actos ideológicos y detectar militantes políticos. La respuesta desde San Francisco era siempre la misma: “Sin novedad”.

Estas comunicaciones forman parte de un nuevo material histórico que halló en los últimos días el personal de la Facultad, que se suma a otros rescatados en 2017 y se encuentran en la biblioteca del centro educativo.

Pero esta historia tiene otra particularidad porque Barberis, quien respondía las notas fue una víctima más de la represión, y de forma muy directa: en esos años oscuros, dos de 

sus hijas, Elena y Esther, fueron desaparecidas, siendo una de ellas identificada en un asesinato.

Nuevos documentos

El secretario administrativo de UTN San Francisco, César Mina, explicó a El Periódico que pudieron recuperar un material de los años ‘70 muy valioso para la institución, aunque no es la primera vez que lo logran.

“Hace unos años atrás recuperamos parte de material, ahora

 sería un segundo hallazgo. En la primera oportunidad eran comunicaciones que se recibían del Rectorado, de cómo se debía proceder. Ahora pudimos recuperar una carpeta con comunicaciones que se hacían desde San Francisco hacia el Rectorado de la UTN, cumplimentado la normativa de la época en cuanto al requerimiento de información sobre actividades subversivas, pegatinas, panfleteadas. En la documentación que era fir

mada por el decano Barberis siempre se informó que no había novedad”, destacó Mina a El Periódico.

El ingeniero Mina repasando el material histórico hallado en la Facultad Regional San Francisco.
El ingeniero Mina repasando el material histórico hallado en la Facultad Regional San Francisco.

La paradoja es el nombre de la carpeta encontrada, la cual decía “Derechos Humanos”.

Para la comunidad educativa fue sorpresiva la aparición de este material que tenía como destino un tacho de basura en medio de una limpieza. Ahora los originales forman parte de su biblioteca y a la vez se digitalizó.

Mina recordó sus épocas de estudiante a inicios de los ochenta cuando se restableció la democracia y expresó que en ese momento se hablaba de que había documentación, pero nunca habían podido dar con ella.

“Lo importante es que nunca se informó nada. Poner un nombre implicaba entregar a alguien, algo que sí ocurrió en otros ámbitos de la ciudad”, resaltó el directivo. Y contó: “Cuando se da el golpe del ‘76, la Escuela de Ingeniería funcionaba en el edificio actual de los Hermanos Maristas y en el ‘78 se muda a esta actual ubicación. Fueron tiempos de lucha de los estudiantes pidiendo por el edificio propio, hubo manifestación en base a esa necesidad y eso implicaba un riesgo. Pero nunca se informó nada al respecto según consta en la documentación”.

Para el ingeniero en Sistemas, la aparición de este material “sirve para mantener viva la memoria, más en estas épocas donde se ponen en dudas estas prácticas que sí existían o hay cuestionamientos. Preocupa que hoy se reivindique”, dijo.

Barberis, el encargado de responder a la dictadura que le mató dos hijas

El ingeniero Reinaldo Sebastián Barberis murió el 11 de abril de 2015. Fue la máxima autoridad de la hoy Facultad Regional entre 1971 y 1985, aunque estuvo ligado a la institución desde sus inicios formando parte -por ejemplo- de la comisión provisoria designada por la Asociación de Industriales Metalúrgicos en julio de 1969 para realizar los estudios necesarios para la radicación en nuestra ciudad de una dependencia de la Universidad Tecnológica Nacional.

Estuvo al frente de la Universidad durante los años de la dictadura, cuando la Delegación San Francisco pasó a Facultad en Organización San Francisco y luego Escuela de Ingeniería San Francisco. Fueron años de recorte de carreras y de cupos de estudiantes, además de la política de represión instaurada. Y además fue una víctima directa del gobierno militar ya que dos de sus hijas fueron desaparecidas.

El ingeniero Barbris. A la izquierda en la imagen su hija Esther y a la derecha su otra hija, Elena. (Fotos: UTN San Francisco y libro Ausencias Presentes)
El ingeniero Barbris. A la izquierda en la imagen su hija Esther y a la derecha su otra hija, Elena. (Fotos: UTN San Francisco y libro Ausencias Presentes)

Una de ellas fue Esther María “Tati” Barberis, de 19 años. Según testimonios, la fusilaron el 19 de junio de 1976, en los fondos de la Ciudad Universitaria de Córdoba junto a otros detenidos.

A comienzos de 1974, “Tati” se fue a vivir a Córdoba para comenzar sus estudios de Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). La detuvieron un año después. La torturaron, y aunque fue procesada y sobreseída el 20 de febrero de 1976, nunca le dieron la libertad, y fue puesta a disposición del Poder Ejecutivo. Al momento del golpe, ella estaba detenida en la Unidad Penitenciaria Nº 1. Sus familiares nunca más la volvieron a ver con vida.

De acuerdo a lo reconstruido en el libro Ausencias Presentes, fue llevada a ese sector de la Capital provincial junto a otros cuatro jóvenes con las manos atadas con alambres y obligados a correr mientras les disparaban.

La otra hija fue Elena Cristina Barberis, quien desapareció a los 23 años. Cursaba el último año de la carrera de Medicina en la UNC y tenía un hijo de un año. Su marido, Aníbal Testa, estudiaba Abogacía y trabajaba en Tribunales. Los secuestraron en Buenos Aires, en Villa del Parque, donde habían ido a vivir, el día 21 de septiembre de 1976. A su hijo Marcos se lo llevaron los abuelos paternos.

Lo que destacaron desde UTN fue que ante una situación desgarradora como la vivida, el ingeniero se mantuvo frente a la institución y no delató a nadie por su ideología o cualquiera haya sido su actividad política como estudiantes en años donde participar en un simple reclamo, tan habituales en la democracia, te podía condenar a la tortura y el asesinato.

Con el regreso de la democracia, Barberis estuvo al frente del período de normalización impuesto en todas las universidades por el presidente Raúl Alfonsín. En la Facultad San Francisco se creó el primer Consejo Consultivo, se realizaron en 1985 los primeros concursos docentes y se conformaron los primeros Consejos Departamentales. En diciembre de ese año dejó su cargo en manos del nuevo decano electo por la primera Asamblea Universitaria, Raúl Alberto.