EL PERIÓDICO dialogó con el padre Sergio Muratore, párroco de la Iglesia Cristo Rey, al que no le llamó mucho la atención este hecho “porque esta realidad que estamos viviendo da para muchas cosas”, indicó.

“Sí sorprende el hecho de querer llamar Lucifer a una criatura cuando es un nombre que, si bien no aparece en la Biblia, a partir de textos del profeta Isaías y Ezequiel está asociado a ese ángel que se rebela contra Dios”, explicó.

Para el sacerdote “el nombre como tal tiene una carga negativa desde el punto de vista de la tradición religiosa, cualquier persona identifica a Lucifer con el diablo. Entonces pienso que ponerle ese nombre a un niño seria condenarlo a esa asociación”, sostuvo. Según el religioso no se puede ignorar que los nombres tienen un significado en la sociedad de la que formamos parte. “Es como ponerle a una criatura Adolf Hitler o Jorge Rafaela Videla. No me animaría a condenar a una persona a que luego sea motivo de burla o de ridículo”, opinó.

Ante la consulta de este medio, Gualdoni manifestó desconocer que Lucifer es uno de los nombres con que se designa al demonio. Ante esto, Muratore comentó: “Puede haber ocurrido que alguien aún hoy desconozca el sentido que tiene en la tradición religiosa ese nombre. El tema está en que cuando uno averigua, Lucifer o Satanás son nombres que en el nuevo testamento aparecen identificando al demonio”.

Al ser consultado si bautizaría en la religión cristiana a un niño con el nombre de Lucifer el sacerdote no lo dudó: “¿Por qué no lo haría? El niño sería alguien llamado a ser hijo de Dios. Pero sin dudas hablaría con los padres para que le pongan un nombre cristiano. Trataría de hacerles entender que este nombre no es el más apropiado para su hijo. El nombre uno no lo elije, se lo imponen”, finalizó.

Un caso en Rosario: “Me molestaban continuamente”

Se trata de un hombre llamado Herodes Eneas Peloso, un rosarino de 40 años que contó su experiencia vital signada por su impopular nombre. "Mis compañeros de escuela me molestaban continuamente y cuando me confirmé el cura me preguntó mi nombre tres veces, porque no me creía". 
Herodes invitó a los padres a pensar bien antes de anotar a sus hijos un nombre extravagante. "Me permito dar una recomendación a todos los padres que desean colocar un nombre raro a sus hijos: que lo piensen bien antes, ya que serán sus hijos los que tendrán que lidiar con esos nombres por el resto de sus vidas", escribió. 

Desde que se flexibilizó hace varios años la ley del nombre (la 18.248), cada vez son más los padres que eligen nombres raros, algunos derivados de lenguas aborígenes -especialmente mapuches y quechuas-, de origen árabe y palabras castellanizadas.

Hay argentinos que se llaman Hussein, Kapixa, Nayat, Gigliolia, Sardius.  Auxilio, Oyendo, Drogón, Jazz y Psyque. Y otros menos bizarros, pero que no dejan de ser extrañas como: Mairena, Mao, Garo e Ishai.