Un numeroso grupo de vecinos intentó tomar la última semana un terreno aparentemente municipal ubicado en la intersección de las calles Gobernador Dante Agodino y Cárcano, en barrio Parque. Fueron alrededor de 20 familias las primeras en querer tomar posesión de estas tierras, sin embargo con el correr de los días ese número creció a 48, lo que obligó a ampliar el horizonte y mirar algún terreno aledaño.

Fundamentaron su actitud sosteniendo que algunos viven desde hace años en casas de familiares, en muchos casos hacinados. Otros, aclararon, ya no pueden pagar el alquiler por la crisis económica que atraviesan y que no es nueva.

El intento de toma nació el pasado fin de semana. Este espacio verde, convertido en foco infeccioso por la basura que se tira en el lugar -pasa a su lado un canal a cielo abierto a toda vista contaminante- es también, a decir de los vecinos, una “boca de lobo” cada noche.

Las primeras líneas para demarcar la zona fueron trazadas el domingo último; el lunes siguió el movimiento de gente y ya el martes, cuando en algunos casos se avanzaba con excavaciones, aparecieron tres móviles policiales para dispersar la zona a pedido del fiscal de turno Oscar Gieco. Los vecinos, tras un diálogo con los uniformados, dejaron el terreno y se marcharon en forma pacífica. No obstante, entrada la noche hubo alguno que otro disturbio en el sector causado por el arribo de nuevas familias que buscaban tener su lote en el predio ubicado detrás de la planta fabril de la empresa La Cumbrecita.

Ya el miércoles, topadoras del municipio arribaron al lugar para tirar abajo lo poco que los vecinos habían podido marcar. Ese día también fue el inicio de reuniones para organizarse e ir en serio por su objetivo, pidiendo a la vez ser recibidos por el intendente Ignacio García Aresca.

Las historias detrás del intento de toma de tierras en barrio Parque

Cabe recordar que hay un antecedente en 2011, en el mismo barrio, cuando unas nueve familias consiguieron su terreno tras intentar primero una toma.

Según pudo conocer El Periódico, no se trataría en su totalidad de un terreno municipal ya que algunas de las parcelas habían sido vendidas décadas pasadas, aunque no estarían escrituradas por sus dueños, aunque sí tendrían el boleto de compra-venta. Esta situación generó ya denuncias en la Justicia de parte de los propietarios. Otra de las parcelas figura como espacio verde público.

Historias

La usurpación de tierras pone en evidencia el gran déficit habitacional que se vive no solo en San Francisco sino en el resto del país. Esto provoca, entre otras cosas, hacinamiento porque varias familias deben convivir en una sola casa, como es el caso de Daniela Narváez, una de las vecinas que apoya la causa: “Tengo a cinco familias viviendo en mi casa, en sí es grande pero están viviendo dos familias en una pieza. Y vas a comprar un lote y tenés que tener plata en mano. La mayoría de ellos trabaja y quieren pagar la cuota. Ahora, ese lote que se intentó ocupar lo ves y está limpio porque los chicos lo limpiaron, sino es un basural”, afirmó en diálogo con El Periódico.

Narváez manifestó que los vecinos del terreno aprobaron que se ocupe porque el sector se convirtió en un “foco infeccioso” con la basura y el canal a cielo abierto y una “boca de lobo” por la oscuridad en la noche y los robos en el sector.

“Mi yerno me decía ‘suegra, yo vendo mi moto, yo la compré y fui pagando para esto, para venderla cuando me salga la oportunidad’. Fue juntando plata, fue a averiguar por una casa y le sale un millón de pesos. De dónde sacan un millón, es imposible”, se preguntó la mujer.

Los vecinos que participaron de la toma aseguran que la condición para llevarla adelante es estar dispuesto a abonar su lote en cuotas: “No se trata de usurpar, sino que le pedimos al intendente que los ayude, les dé una posibilidad a los chicos del barrio. Mis hijos están en condiciones de pagar una cuota, mi nuera tiene criaturas y está viviendo con su mamá, todos amontonados”, narró Nancy Guía.

Soledad Ñañez, otras de las vecinas que participó de la toma para ayudar a sus hijos a poder levantar su casa, aseguró: “En mi casa la peleamos, somos cinco familias viviendo y el que no trabaja sale a juntar cartón o hace cosas para vender. No somos los que queremos que nos caiga todo de arriba. Queremos un plan de pago”, pidió.

Acuerdo por los tamaños

Marcos Andino fue uno de los jóvenes que marcó su lote en el terreno. Aclaró que consensuaron entre los interesados las dimensiones, pero señaló que si la Municipalidad decide fijar los tamaños está en su derecho: “Nosotros no queremos hacernos una mansión, queremos hacernos la casita para meter a nuestra familia para que el día de mañana le quede a la criatura que viene atrás tuyo. Había marcado cimientos de seis por seis como para meterme con mi familia”.

Por último, Ñañez apuntó a la clase política al manifestar que los vecinos de Parque se sienten “estafados” por las promesas incumplidas y recordó que el último plan federal de viviendas en el barrio terminó adjudicándose sin tener en cuenta a quienes les habían dado la prioridad en un primer momento: “Ya nos cansamos de que nos mientan, siempre nos prometieron cosas, somos una pantalla y una vez que llegan a su meta nos descartan”, cuestionó.


El antecedente cercano en el mismo barrio

A mediados de 2011, un grupo de vecinos tomó el terreno municipal ubicado entre las calles Cárcano, Resistencia y San Francisco de Asís. En ese momento reinaban los mismos reclamos en quienes tomaban las tierras: la posibilidad de un desalojo, hacinamiento, imposibilidad de pagar un alquiler todos los meses. Eran 17 familias las que decidieron un día desmalezar el lugar y comenzar a cavar para luego realizar los cimientos de lo que sería su casa propia.

Por ese entonces, el intendente Martín Llaryora realizó una presentación ante la Justicia para que resuelva el caso y la edificación se frenó. La Policía comenzó a custodiar el lugar y los vecinos decidieron salir a la calle a reclamar.

Tras ello, la Municipalidad puso en venta estos lotes luego de una nueva subdivisión del terreno que realizó personal de la Dirección General de Catastro del Gobierno provincial. Luego se creó una ordenanza en el Concejo Deliberante determinando que los lotes, de 180 metros cuadrados cada uno, salgan a la venta y fueran adquiridos por estas familias, aunque solo se contempló a unas nueve.

Son unidades habitacionales sencillas, construidas con ladrillo hueco y chapas como techo, ocupadas por parejas jóvenes con hijos y donde el trabajo informal es marcado, cuestión que les imposibilitaba acceder a algún plan habitacional.

El arreglo al que llegaron los vecinos con el municipio, cabe recordar, fue pagar el 40 por ciento del lote de contado y el resto cuando se les entregue la escritura.