Leonardo Gastón Burgener (37) es oficial de la Fuerza Aérea Argentina y desde el pasado 11 de noviembre es el capitán de la Dotación LII (52) de la campaña 2020/21 de Base Marambio, siendo segundo jefe de la delegación argentina que se encuentra en continente antártico. 

Nació y se crió en San Francisco, en el popular barrio Roque Sáenz Peña y en 2003 partió rumbo a Córdoba para ingresar en la Escuela de Aviación Militar. "Fui a la Escuela Primaria 2 de Abril y el secundario lo realicé en el IPEM 145 Dr. Francisco Ravetti, mis padres son Germán y Alba, mi hermano Marcos y su familia, siguen viviendo allí, en especial mi sobrina y ahijada Rocío, que también va a la misma escuela", contó Burgener en diálogo con El Periódico.

El proceso para llegar la Antártida no fue para nada fácil. El contexto de pandemia retrasó todo planeado en los últimos meses, pero entre hisopados y aislamientos, el cruce pudo concretarse y ya se encuentra instalado en la Base Marambio haciendo presencia soberana en nombre de nuestra patria.

Actualmente Burgener se encuentra radicado en Villa Reynolds (San Luis), está casado con dos hijos y es oficial de Defensa Antiaérea. Además, es Licenciado en Sistemas Aéreos y Aeroespaciales.

Su tarea en Marambio, básicamente es realizar el mantenimiento de la pista de aterrizaje, que es la única y por ende también la única entrada por vía aérea al continente. "El objetivo es hacer presencia soberana y sustentar la actividad científica del Servicio Meteorológico Nacional y del Instituto Antártico Argentino. Este año es bastante particular pero también se reciben delegaciones internacionales", comentó.

En un diálogo ameno, Burgener contó sus orígenes y cómo llegó un sanfrancisqueño al continente antártico.

- ¿Por qué decidiste hacer esta carrera? ¿Qué te motivó? 

La carrera militar es sin dudas una vocación, un llamado, es muy difícil explicar por qué se genera o cuando nace, es simplemente el deseo de “ser”, y en mi caso, poder “serlo”, gracia a Dios siempre tuve el apoyo de mi familia y eso fue y es más que importante en una carrera que exige muchos sacrificios, pero que también otorga grandes satisfacciones. Ingresé a la Escuela de Aviación Militar, en la ciudad de Córdoba en el año 2003, es la única escuela de formación de Oficiales de Cuerpo Comando de la Fuerza Aérea  en la Argentina, y lo hice deseando ser “Artillero Antiaéreo”, sueño que cumplí en el año 2008 en la Base Aérea Militar “Mar del Plata”, cuando obtuve mi especialidad de Oficial de Defensa Antiaérea.

De barrio Sáenz Peña a la Base Marambio: la historia de Leonardo Burgener, un sanfrancisqueño en la Antártida
Burgener en la Base Marambio.

- ¿Cuál es tu carrera y rango?

Como comenté anteriormente comencé mi carrera en la Escuela de Aviación Militar en el año 2003, egresé en el 2006 con el grado de Alférez, y culminé mi especialidad en defensa antiaérea en el 2008. Fui operador Apto Combate de los Sistemas de Armas Rheinmetall y Oerlikon 20mm y del sistema Skyguard – Oerlikon 35mm, que son cañones antiaéreos diseñados para el combate de aeronaves. Esto fue en la ciudad de Mar del Plata, donde entre otros cargos fui Jefe de Batería de 20 mm. Luego fui destinado a la V Brigada Aérea en Villa Reynolds, San Luis, también como Jefe de Batería, para posteriormente ir a Córdoba como Instructor Militar y Jefe de Compañía del Cuerpo de Cadetes de la Escuela de Aviación Militar. Finalmente vuelvo a Villa Reynolds en el 2018, después de cuatro años, ya con el grado de Capitán, como Jefe de Operaciones del IV Escuadrón de Defensa Antiaérea y Jefe de Escuadrón Tropa en la V Brigada Aérea. Ahí es donde actualmente vivo con mi familia y donde comenzó el sueño antártico.

- ¿Qué es lo más duro de esta carrera y lo que te sorprendió?

Estoy convencido que lo más duro de la carrera es diferente en cada persona, para algunos puede ser la exigencia del estudio, o la preparación física, o el tener que alejarse de los afectos… para mí siempre fue esto último, aunque cada partida siempre tiene un regreso, y eso mantiene la fortaleza y el deseo de volver.

De barrio Sáenz Peña a la Base Marambio: la historia de Leonardo Burgener, un sanfrancisqueño en la Antártida
Burgener junto a su familia.

- ¿Cuáles fueron los obstáculos o cuestiones que tuviste que superar para llegar a dónde estás?

Como obstáculo principal ya he comentado acerca de la separación de la familia, aunque esto no le pasa a todos, en mi caso tiene que ver con que en San Francisco no hay una Unidad Militar a la que puede ser destinado, por eso siempre supe que difícilmente volvería a mi ciudad en un rol profesional. Además de esto, creo que la cuestión más importante que tuve que superar fue la exigencia en la preparación para el ingreso, que es eliminatorio; igualmente hubo mucha gente que me apoyó y difícil nombrarlas a todas, pero a modo de ejemplo te cuento que en el estudio me dio una gran ayuda la Dirección y las Profesoras de la escuela Ravetti, me facilitaron libros de la biblioteca casi de modo permanente y todas las “profes” me dieron su apoyo y alguna que otra clase particular. En lo físico también, en ese entonces entrenaba en un club de voley y además era árbitro, allí conocí a un gran amigo, profesor de Educación Física, Carlos, que prácticamente se tomó el trabajo de entrenarme para el ingreso. A partir de allí, la carrera sigue siendo exigente, pero ese primer paso para la incorporación siempre es duro y a todos les cuesta mucho.

- ¿Qué tareas vas a realizar en Marambio?

A la Base Antártica Marambio voy como Segundo Jefe, algo que inicialmente no estaba en los planes para este año, pero se dio la oportunidad de anotarme para concursar en el cargo y gracias a Dios, después de algunas entrevistas y un proceso de selección fui designado. La dotación permanente para el mantenimiento de la Base y el apoyo a la actividad científica es de aproximadamente 60 personas, pero dependiendo de las actividades puede llegar a más de 150 durante el verano, aunque en esta oportunidad puede verse disminuido el número como consecuencia de lo que todos conocemos respecto al COVID 19.

"La dotación es de 56 personas, se tiene que ampliar, ahora nos preparamos para la descarga de provisiones. Pronto llega a la costa el rompehielos Almirante Irizar con insumos, fundamentalmente combustible; un gasoil antártico que no se congela, que es fundamental para la calefacción y energía eléctrica.El rompehielos se queda en el mar y a través de helicópteros se empieza a hacer el traslado", explicó.

¿Volvés seguido a la ciudad? ¿Qué cosas extrañas de San Francisco?

Antes de ésta triste situación que genera el COVID 19 siempre volví a San Francisco, dos o tres veces al año, además de la familia también conservo buenos amigos y siempre es un gusto volver a verlos. Sin embargo este año no he podido ir, y afrontar la partida a la Antártida sin verlos no deja de ser una gran pena. Sin ningún lugar a dudas lo que más se extraña es la familia, el cariño y el amor de siempre, para mí, cada regreso es volver a sentir un sinfín de emociones y sentimientos, estar en el taller mecánico de mi viejo, o esperando la comida de la vieja, es algo impagable por más tiempo que pase. Además, también está la familia de mi esposa, Corina, una gran compañera que me dio dos hijos maravillosos, Sofía y Lautaro, y como señalaba antes, están mis suegros y mi cuñada con su familia, con un sobrino maravilloso, Santiago.

- ¿Qué significa para vos, para tu carrera y para tu familia esta experiencia?

- Indudablemente es un gran desafío, en lo profesional supone una experiencia casi sin igual, dado el ambiente geográfico hostil y el aislamiento permanente del continente americano, también es una oportunidad única en el servicio a la Patria, que aunque parezca una afirmación fuera de lugar conforme a los tiempos que vivimos, quienes abrazamos esta vocación estamos convencidos de que vale la pena trabajar en pos de la soberanía y el engrandecimiento de nuestro país, sabemos que nuestra permanencia en el continente blanco para muchos puede pasar de ser percibida o casi innecesaria, pero más de 100 años de historia antártica, sacrificios y vidas que se perdieron en esta empresa, valen el esfuerzo y el trabajo en éste pedazo de tierra, mar y hielos, que también son argentinos. En cuanto a mi familia, hace junto conmigo un gran sacrificio, mi ausencia por un año sin lugar a dudas exige mucho de ellos, pero conozco a la mujer que dejo junto a mis hijos y sé que le sobra fortaleza y amor para afrontar la situación, siempre de la mano de Dios, y es digno de reconocer también, que el sacrificio de las familias que año a año quedan en el continente, es tan meritorio como el que entregamos quienes nos vamos, y lo mismo puedo decir de mis viejos, mi hermano y el resto de la familia, que como ya te conté, me estoy yendo sin poder darles un beso o un abrazo. Ellos también sufren la distancia y tienen mérito en cada meta que alcanzo, con su apoyo comenzó todo y sin duda con su apoyo continúa. 

De barrio Sáenz Peña a la Base Marambio: la historia de Leonardo Burgener, un sanfrancisqueño en la Antártida
Así luce el paisaje en la Base Marambio.

El clima y el paisaje

"Ayer (jueves) teníamos un temporal con 25 grados bajo cero, acá el tiempo es así. Desde el 11 de noviembre la máxima que tuvimos fue de 1 grado positivo, pero es un frío seco, si no hay viento es soportable. En la base tenemos un canal meteorológico que permanentemente informa el clima, antes de salir tenés que chequear la temperatura, sensación térmica y viento", explicó.

Y agregó: "Tenemos tiempos de exposición, no es permanente ni ilimitado, con 25 grados bajo cero el tiempo de exposición calculado es de 30 minutos".

En cuanto al paisaje, Burgener comentó que "no hay árboles, casi no hay vegetación, prácticamente no hay aves tampoco. Los pingüinos están bastante lejos, en Marambio hay una colonia, pero bastante alejada. Es raro salir y no ver árboles, animales, nada, solo la isla. Se ve el Mar de Weddell, mirás los témpanos que pasan lentamente".

- ¿Qué mensaje le podés dar a la sociedad, a la juventud, en base a tu experiencia sobre el hecho de servir a la patria?

A lo largo de estos años he comprendido que la Patria es mucho más que aquello que nos disgusta o molesta en nuestro país, la Patria bien entendida es un valor que debe estar en lo más alto de cada uno de nosotros, y solo debe ser superado por la Fe en Dios, y que quienes “hacen patria”, son muchos y están a nuestro alrededor, he caminado y espero seguir haciéndolo en San Francisco, y los veo a montones, el policía que nos cuida, una enfermera en el hospital, los bomberos y su entrega denodada, y también el carnicero del barrio (gran saludo para ellos), o mi viejo trabajando en el taller, ni hablar de nuestros excombatientes y veteranos de Malvinas, o cada una de las personas que con su labor hace grande a nuestro País, de hecho, sin todos ellos, los buenos argentinos, no tendría razón de ser mi profesión, no habría a quien defender, ni por quien jurar dar la vida si fuera necesario. Por todo esto, a los jóvenes solo les diría que se animen a ser lo que quieran ser, que estudien y trabajen honradamente…  el resto, el servir a la Patria, viene por simple añadidura. 

¿Qué pasa con los desechos en la Antártida?

"Por el tratado antártico toda la basura tiene que ser replegada al continente, los mismos tachos de 200 litros de combustibles se utilizan para eso, se clasifica la basura y se llenan para llevárselos, ahí vamos todos, no hay jerarquía, es un trabajo comunitario", contó Burgener.

Agradecimientos

No quería dejar pasar la oportunidad de saludar y agradecer a muchos otros que de una u otra forma me han apoyado a mi o a mi familia, y sé que en mi ausencia estarán para los que más quiero. A la “familia aeronáutica”, esos compañeros, camaradas y amigos, que junto con sus familias, día a día están cerca de mi esposa y mis hijos en San Luis, y en Córdoba, además de los que he nombrado, también está mi prima y su familia, tíos, amigos de los “Amos del Camino”, y muchos otros que seguro cometo el error de omitir.

Finalmente, quisiera despedirme con un afectuoso saludo y el mayor de mis respetos a una familia sanfrancisqueña, que seguramente no se acuerda de mí, pero que a mis 17 años me recibió en su casa y su hijo supo guiarme a la Fuerza Aérea Argentina, con consejos y recomendaciones.

Mis elogios, reconocimiento y agradecimiento a la familia del Primer Teniente Marcos Peretti, un guerrero nacido en nuestra tierra que ofrendó su vida en cumplimiento de su deber y que por supuesto no olvidamos.