Hace más de 70 años, el Cine Teatro Gran Rex estaba lleno de gente. El anuncio en la marquesina decía que ese día se presentaban Arturo Greco y Estrellita, grandes patinadores que dio la Argentina. En una de esas butacas estaba Miguel Ruiz, que cuando los vio desplegarse en el escenario tuvo una revelación: su hijo, si lo tuviera, sería patinador.

“Mi viejo fue con mi mamá a un acto del 1 de mayo, era un show. A mi papá le encantó, debe haber sido la primera vez que vio patinar a alguien. Por la mente se le cruzó la idea de que el día que tuviera un hijo sería patinador. Una cosa fugaz, pero nunca pensó que yo iba a llegar a lo que llegué”, narró Julio, de 73 años, mientras se acomodaba sus patines. Sí, quien habla es el hijo de Miguel.

Así empieza la historia de este hombre y el patín, una que se escribió mucho antes de estar en el vientre de su madre, de poder ponerse las ruedas bajo suela y luego andar. Mediante el deseo de su padre estaba predestinado a ser un rockstar del patinaje.

Y hoy, después de muchísimos años de realizar esta disciplina y enseñar a cientos de alumnos a hacerlo, Julio manifestó su deseo de retirarse por una simple razón: “Creo que cumplí un ciclo y ya está. Pero voy a seguir patinando, por supuesto”.

La despedida será a lo grande el próximo 12 de noviembre en el Polideportivo de Frontera, donde da clases desde hace 23 años.

Julio y el patín, un romance con demasiadas vueltas que tendrá su último capítulo

Predestinado

El padre de las hermanas Venus y Serena Williams había diseñado todo un plan de vida y éxito deportivo para dos hijas que llegaron a la cima del tenis mundial. Salvando las distancias, el padre de Julio también tuvo ese deseo primigenio, gestado antes de que naciera su niño. Fue a los 7 años cuando le regaló sus primeros patines para una Navidad.

“Hasta que me regalaron el primer par de patines no me llamaba la atención. En el ’50 no había nada relacionado al patín. Los primeros que tuve fueron de la marca Muccilli. Me los puse, pero la primera vez no podía ir a ningún lado”, recordó.

Ni bien se los calzó salieron a dar vueltas por ahí. Primero agarraban la calle, se llegaban hasta el andén del ferrocarril Belgrano ya que vivían a una cuadra, pero a Julio no le gustaban y no había caso, de hecho podían pasar meses sin que se los colocara.

Si bien estaba negado, de no haberle interesado nunca más los hubiera tocado, pero de a poco fue encariñándose. El salto de calidad lo dio cuando sus padres leyeron una nota donde se anunciaba el inicio de clases de patinaje.

“En 1964 se empezaban a dar clases de patín. Eran Graciela Lescano con Osmar Magni, quien fuera compañero mío, los dos de Saturnino María Laspiur. Después a cargo del grupo quedó Rubén Zonghetti, quien fue mi primer profesor oficial, otro gran difusor del patín”, dijo a El Periódico.

Los años como patinador

Con Zonghetti como maestro formó parte del elenco “Alas y estrellas del patín”, un ballet donde estuvo hasta el año 1969. En esos años recorrieron muchos lugares de la zona haciendo espectáculos y compitiendo.

“En 1970, junto con Rubén formamos el grupo Luminarias 70, donde mi pareja era Ivonne Otta que tenía 14 años. La de Rubén era Cristina Escudero (esposa de José Alberto Carballo). El grupo también tenía zapateo americano, imitación y la animación de Antonio Mazucchi que era locutor oficial de Bomberos en ese momento”, recordó.

El profesor prefiere no resaltar sus éxitos en las competencias porque la amistad era lo mejor que podía cosechar de cada lugar que recorrió, igual que Roberto Carlos que ostentaba en su canción el deseo de tener un millón de amigos.

“Mi primera actuación fue el 10 de marzo de 1967 en el Club Atlético San Isidro con Alas y Estrellas, con Luminarias 70 el debut fue en Colonia Malbertina donde hacía ¡un frío! Y había 7 u 8 personas”, rememoró.

Desde hace 23 años está ininterrumpidamente dando clases en Frontera.
Desde hace 23 años está ininterrumpidamente dando clases en Frontera.

Transición a técnico

Después del año ’70, Julio decidió pasar a ser más que patinador acrobático. Se puso del otro lado en el rol de profesor y empezó a construir otra gran carrera. “Lo grande fue cuando llegué a técnico. Empecé al revés de todos, por ejemplo, en el fútbol se empieza con los equipos más chicos. En mi caso fui contratado por Club Atlético San Jorge, uno de los más importantes de Santa Fe. Ahí estuve 11 años y se formó el grupo Mundirama ’78, que tengo los mejores recuerdos”.

Se sentía en la gloria. Primero porque San Jorge le abrió las puertas con mucho agrado y además tenía marcadas diferencias con la de San Francisco; además estaba en el club más importante.

“Ahí hice por primera vez (la obra) Cabaret donde interpretaba al maestro de ceremonia, como hizo Mike Amigorena años atrás”, señaló. Ese mismo rol lo volverá a interpretar en su despedida de la docencia.

Acrobacias

Dentro del patinaje hay diferentes variantes que pueden practicarse. Lógicamente que en algún momento de la vida Julio hizo, por ejemplo, patín artístico y acrobático, pero fue este último el que le robó el corazón. Esta modalidad cree que permite acercarse más a los varones, sentirse liberados de los prejuicios y desenvolverse en este mundo.

“Hay una creencia errada de que el patín es solo para mujeres, pero yo desde siempre hice patín acrobático. Varones nunca me faltaron y muchos son grandes, la ventaja es que el adulto viene porque quiere, por su propia voluntad”, aseguró.

El patín acrobático empezó a practicarlo con firmeza cuando estaban en el elenco Alas y Estrellas con Rubén Zonghetti. Si bien se especializaba en esa área también contrataron al profesor Daniel Chavarri, de Córdoba.

“De Daniel Chavarri absorbimos todos los conocimientos. Ahí nació mi vocación por el patín acrobático”, contó ya muy emocionado.

El patín acrobático le permitió a Julio formar a muchos chicos y chicas en la disciplina.
El patín acrobático le permitió a Julio formar a muchos chicos y chicas en la disciplina.

Se baja el telón

Julio llegó a dar clases de patín en 33 localidades, tanto del lado de Córdoba como de Santa Fe y desde hace mucho se asentó en Frontera.

“Hace 23 años que estoy en Frontera, donde también tengo excelentes recuerdos, tuve un gran trato de parte de la municipalidad y han pasado muchos alumnos, lo mínimo que había eran 80 personas. La particularidad de Frontera, a diferencia de San Francisco, es que acá se hace e hizo siempre patín acrobático y nunca se cobró cuota porque forma parte del taller cultural y deportivo municipal”, referenció.

El profesor tenía muchas más aventuras por contar, pero a esa altura ya se había puesto los patines y las piernas hace rato que le pedían salir a la pista. Esta disciplina –considera- le ayudó mucho a llevar sus 73 años de la mejor forma, además de mantener controlada su diabetes.

Se va la última

El 12 de noviembre próximo se realizará el 7° encuentro de patín artístico y acrobático en el Polideportivo de Frontera. Esa será la última gala de Ruiz como anfitrión y profesor de sus propios estudiantes.

Habrá espectáculos de los chicos de Frontera que se especializan en patín acrobático y academias de San Francisco y la región.

La entrada tiene un costo de 200 pesos y habrá servicio de cantina y buffet. Iniciará a las 19.30 en el salón de calle 7 al 1701.