Por necesidad, Julio (60) tuvo que salir a la calle a recoger cartones y latas para sobrevivir. Su historia podría ser como la de varias personas que se dedican a lo mismo en San Francisco y Frontera, que por la crisis económica y la falta de oportunidades tienen que recorrer las calles para conseguir un sustento al final del día. Pero lo que hace especial su caso es la estrecha amistad que el hombre forjó con dos perros callejeros, Bichocho y El Negro, que desde hace tiempo lo acompañan fielmente, siguiéndolo a el sol y sombra donde vaya.

En una de sus caminatas, El Periódico pudo dialogar con Julio, que contó que hace más de seis años se dedica a juntar materiales en la calle: “Era ayudante de albañil, pero ya no casi no hay laburo. Así que uno tiene que salir con esto —señalando su carro—, sino, nos comen los piojos”, explicó.

Julio es una persona mayor, pero recoge cartones para sobrevivir y dos amigos lo acompañan.

Sin embargo, nunca va solo mientras recorre la ciudad. Bichocho, un galgo blanquito; y el Negro, un mestizo; lo van siguiendo en sus andanzas. “Me empezaron a seguir y estamos siempre juntos. Los paso a buscar cerca de la Catedral, donde duermen, y Bichocho me hace una fiesta cuando me ve, llora, se pone contento. Siento que me están cuidando”, contó Julio.

Durante su recorrido, que comienza temprano por la mañana y se extiende hasta alrededor de las 13 o las 15, los perros nunca se alejan de su lado. “Cuando encuentro comida, les tiro para los dos y comen. Los vecinos les dejan tachitos de agua y ellos ya saben dónde están”, relató.

Julio es una persona mayor, pero recoge cartones para sobrevivir y dos amigos lo acompañan.

La crisis se siente

Según Julio, la vida caminando la calle “no está fácil”. Reconoce que cada vez tiene que caminar más horas para juntar una cantidad aceptable de cartón o latas. “Vivo en Frontera, duermo en lo de un amigo y de allá me vengo a San Francisco a juntar, y después me vuelvo”, asegura.

De todos modos, el hombre también revela que le gustaría conseguir un trabajo fijo, algo que le permita afrontar un alquiler y así poder llevarse a vivir con él a sus dos fieles amigos.

Julio es una persona mayor, pero recoge cartones para sobrevivir y dos amigos lo acompañan.