En medio del bullicio urbano, en el que hombres y mujeres corren para cumplir con sus actividades diarias, donde el estrés y el descontento son comunes en los contextos laborales, también existen excepciones.

Una de ellas es la de José Luis Gómez (55), empleado en la estación de servicio Axion en la rotonda de acceso a San Francisco, un ejemplo de perseverancia y amor por su trabajo.

José lleva en la estación de servicio Ferrando y Ferrando SRL más de tres décadas, pero su vínculo con el rubro comenzó en su niñez. Todavía cursaba sus estudios primarios en su localidad natal, Tostado (provincia de Santa Fe), cuando en los últimos grados de escuela, le tocaba terminar su jornada de estudios e irse a cubrir un turno en la estación de servicios del pueblo, donde ya trabajaba su padre. Pese a esto, el hombre se muestra orgulloso y agradecido que tantos años de esfuerzo le hayan posibilitado cumplir el sueño de su casa propia y el de una familia feliz.

Historias - José Gómez

De pequeño en la playa

La historia de José como “playero” -como se conoce habitualmente al personal que realiza tareas de expendio de combustibles-, se remonta a su niñez, de origen humilde. Es hijo de Antonio Gómez y Zulema Giannini, ambos “norteños”, cuyo padre ya se desempeñaba en el trabajo en estaciones de servicio.

“Somos seis hermanos-cuenta José a El Periódico- y nos criamos todos en la estación de servicio, hasta mis hermanas inclusive”.

José Gómez, la historia del playero que carga "buena energía”

En otro contexto del país, a comienzos de los ’80, con la crisis y la necesidad de su familia, el playero recuerda con melancolía que cursaba sexto o séptimo grado cuando empezó a trabajar en la estación de servicio en la que ya se desempeñaba su padre, incluso hasta fue gomero del lugar.

“Tenía mi cama en la estación de servicio, dormía ahí-dice con una sonrisa-. Y esa fue la forma de nuestra crianza, humilde, con sacrificios, pero siempre trabajando. Hacía los turnos en la estación y trabajaba en la gomería también. Era otra época y la familia lo necesitaba”.

Según relata, de adolescente tuvo que seguir trabajando como playero hasta que a los 20 años se casó con la que es todavía su esposa, Zulma, y con la que emprendieron un viaje a Buenos Aires, donde José comenzó a trabajar en una empresa vial. Por esos años, su padre fue contratado como encargado en la estación de servicio en San Francisco y, viendo la tranquilidad y las posibilidades que ofrecía nuestra ciudad, comenzó a invitar a sus hijos a que lo siguieran.

Así fue que José llegó a San Francisco. Corría el año 1993.

“De santafesinos pasamos a ser cordobeses, pero tenemos el alma santafesina todavía”, dice entre risas. Aunque luego admite: “Soy un agradecido porque San Francisco nos abrió las puertas y con mucho sacrificio hoy gracias a Dios disfruto el trabajo, me encanta, soy feliz acá y me siento muy bien”.

-Dónde encontrás esa felicidad en el trabajo, porque a no le pasa a mucha gente…

-(Ríe) Creo que la vida nos fue enseñando, uno ha pasado por muchas cosas. En mi caso empezamos a trabajar desde chicos con mis hermanos y hoy lo disfrutamos. Aprendí, a pesar de todo, a nunca bajar los brazos. Hoy disfruto de mi trabajo, realmente hago lo que me gusta y me siento muy bien acá. Además, uno tiene una conexión con la gente. Por ahí, la gente no está pasando un buen momento, pero si uno le demuestra buena atención, sinceridad y seriedad en tu trabajo, además de buena energía, creo que el cliente se contagia de eso.

Además, el actual responsable de turno en la firma asegura que “vendemos un buen combustible, tenemos cada día más clientes, hay mucha relación con los compañeros y eso es muy bueno. Energía buena -repite con una sonrisa-, y todavía tengo mucho entusiasmo por seguir trabajando, que es lo mejor que me puede pasar”.

-¿Qué fue cambiando en la actividad?

-No cambió mucho. Años atrás la facturación era todo a mano, se usaban remitos así nomás. En ese aspecto sí hubo modificaciones. Hoy tenemos tecnología para trabajar que es muy cómoda, la gente se va más rápido y eso simplificó las cosas.

-Ustedes a veces son un poco “el termómetro” de la de la sociedad cuando aumenta el combustible, ¿te dicen algo cuando hay suba de precios?

-Pasa que la gente ya como que está resignada, no reacciona en ese sentido. Hoy es raro que alguien te diga algo de los aumentos, ya lo asimila. Más allá de todo, creo que el combustible fue lo que menos ha aumentado de todo.

José Gómez, la historia del playero que carga "buena energía”

El trabajo

En la actualidad, José es encargado de turno en la playa de la estación, por lo tanto, responsable de la caja, de las cobranzas, de las cuentas corrientes y de coordinar al resto de sus compañeros.

En la estación se trabaja en tres turnos, mañana -de 6 a 14-; tarde – 14 a 22 y, noche -de 22 a las 6-.

Consultado sobre si alguno de los turnos le resultaba más incómodo, el hombre blanqueó: “No tengo problema en ninguno. En cualquiera de los tres turnos vengo feliz a trabajar, no tengo problema. Le pongo buena onda para venir y hacer mi trabajo como corresponde”. De todos modos, manifestó que prefiere el invierno antes que el verano en su labor. “Los dos extremos son duros, en invierno vengo muy bien abrigado, me gusta el frío, pero no me gusta sufrirlo. De chico lo sufrí mucho pero hoy viene ropa buena de trabajo, calzas térmicas, remeras del mismo material, así que no se sufre casi de noche. El calor es duro, acá a la siesta se siente mucho, a las 14 sentís que el sol te quema la ropa, así que yo opto por el invierno.”, asegura.

Refiere luego, que, por fortuna nunca le tocó atravesar una situación de inseguridad, aunque sí fue testigo de varios accidentes vehiculares.

“Con la seguridad, en este sector estamos tranquilos, estamos rodeados de cámaras. Ojo, si te tienen que venir a asaltar, lo van a hacer igual, pero yo creo que con la buena energía que hay acá no viene nadie-sostiene con gracia-. Accidentes sí hubo varios, algunos que en lugar de doblar en la rotonda siguieron, otros que casi se meten a la estación, pero por suerte nunca nos pasó nada a los trabajadores”, explica.

La historia de José Gómez es un recordatorio de que la felicidad y la gratitud se encuentran en las cosas más simples de la vida, y que un trabajo, por más modesto que sea, puede brindar un propósito y una satisfacción genuina. Su dedicación y amor por su trabajo son un ejemplo inspirador.

José Gómez, la historia del playero que carga "buena energía”

“Nunca bajar los brazos”

José lleva 34 años de casado, con Zulma, su esposa también oriunda de Tostado y con quien tiene cuatro hijos, dos varones y dos mujeres.

Juntos se acompañaron en cada decisión de la vida y entre los dos, hombro a hombro y ladrillo por ladrillo, construyeron su casita en barrio 9 de Septiembre: que era el sueño de ambos.

En el año ’97, el matrimonio con sus hijos decidió irse a vivir al campo durante cuatro años, para así poder ahorrar y, primero, comprar un loto y luego, armar su casa.

“Tengo que hacer una ponderación a mi esposa que fue la que me apoyó siempre y a consecuencia de eso logramos comprar nuestro lote y a pesar de que fue duro vivir en el campo, con lo que íbamos ahorrando comprábamos mil ladrillos. Fue un sacrificio enorme, pero de a poco hicimos nuestra casita a pulmón”, sostiene José.

El hombre cuenta que trabajaba horas extras de corrido, no se tomaba francos y ni siquiera vacaciones durante aquellos años. “Me pasaba a buscar, íbamos al lote a hacer mezcla y a colocar ladrillos hasta la noche, nos iluminaba una lámpara de la esquina”, admite emocionado. “Hoy, gracias a Dios tenemos una casita hermosa, y pudimos tener una despensa en la casa que atiende Zulma. Cuando no trabajo le colobo en la despensa, así que entre los dos no bajamos los brazos, siempre estamos en marcha”, añade.

¿De dónde sale toda esa actitud positiva, pese a todo lo que viviste?

-Nosotros pasamos épocas muy duras, cuando éramos muy chicos. Me caminaba tres kilómetros hasta la estación de servicio, me descambiada y tomaba un turno o trabajaba en la gomería y bueno, todo eso te va enseñando. Y creo el sacrificio que uno hace hay alguien más allá que lo ve todo y te compensa. Yo tenía el anhelo de estar bien algún día, como estamos hoy. Con mi mujer nos sentados en la mesa y damos gracias a Dios por donde hemos llegado, cosa que nunca nos hubiésemos imaginado. Siempre decimos que somos unos bendecidos de la vida.

Su mensaje a los más jóvenes

Al ser un referente dentro de la firma, muchas veces José es el encargado de hablar con los jóvenes que ingresan a trabajar a la empresa. En este sentido, confiesa: “Por ahí les cuesta un poquito adaptarse a los horarios de las estaciones de servicio, más que nada los fines de semana, es medio duro eso. Uno acá tiene muchos años y trata de explicarles cómo es la cosa, cómo manejarse. Siempre les digo que a los trabajos hay que valorarlos, tomarlos con buena energía”.