Nacido en Córdoba, cuando tenía 8 años su familia lo trajo a vivir a San Francisco. Y en nuestra ciudad vivió hasta sus 19 años, edad en que el destino lo llevó hacia Buenos Aires, donde se convirtió en un destacado cantante y humorista. Por eso, Hugo Varela es un artista muy vinculado a nuestra región. “Escuché San Francisco y me vino una cosa de emoción”, dijo en La Mañana de El Periódico por Fm 97.1, en donde brindó una extensa entrevista en la que brindó detalles de sus años acá, se refirió a sus comienzos artísticos y a su presente laboral.

¿Qué recordás de San Francisco?

Escuché San Francisco y me vino una cosa de emoción. Yo prácticamente las épocas más peligrosas de mi vida las he tenido en San Francisco (risas). Llegué a San Francisco como a los 8 años. Mis viejos en Córdoba me cambiaban de colegio siempre porque se mudaban, yo no duraba más de un año en cada colegio, entonces me costaba mucho hacerme amigos. Y recalé en la escuela Dr. Nicolás Avellaneda, que terminaba siendo magisterio. De ahí no me quería mover más. Terminé el ciclo básico y éramos unos 15 varones y 15 mujeres. Después se separaba: algunos iban a comercial, otros a bachillerato, yo me quedé. En cuarto año éramos dos varones y el resto todas mujeres. Pero en quinto, el último año, mi compañero Federico, a quien le mando un abrazo, se fue, así que me quedé solo, el único varón en quinto año con 30 mujeres.

¿Dónde nace tu veta artística?

Nací en Córdoba, en barrio Cofico, pero pasé años hermosos en San Francisco. Desde la música a lo actoral yo lo empecé ahí.

¿Qué relación tenías con el arte?

En ese momento tocaba la guitarra. Por ahí cantaba un tema pero muy modestamente, pero era un poco creativo, el John Lennon (risas). Después tuve conjuntos folclóricos, Los Cuatro Horizontes. Ya estábamos en la radio, en la propaladora astral, salía en la vereda, en la calle, entonces vos te escuchabas ahí. Después estuve en coros, me gusta mucho la música. Lo actoral venía más por las imitaciones, las cosas que uno hacía en el colegio. Acto que había, acto en el que estaba disfrazado haciendo cosas, fue el arranque.

¿Y cuándo creés que se da esa explosión artística?

Yo empecé a estudiar arquitectura en Córdoba, entonces iba y venía a San Francisco. Habré estado un par de años ahí, que fue el Precordobazo, y después surgió una cosa familiar que yo me tuve que venir a Buenos Aires porque había una casa que era de mi abuela, toda una historia, y tenía que ir alguien de la familia a ocuparla porque si no se perdía. La cuestión es que me vine solo a Buenos Aires, un lugar extraordinario, una casa vieja, vacía, estaba a media cuadra del botánico, un lugar  hermoso, así que yo llegué acá con 19 años a conquistar Buenos Aires. Me acuerdo que tenía un solo amigo. Un personaje. Y nos íbamos a cantar a algunos boliches. Yo tocaba la guitarra y cantaba y nos invitaban. Era la forma de sobrevivir en un lugar así. Pero hubo un paso. En Villa Gessel, con otros amigos armamos un boliche de verano que se llamaba “El Grillo Afónico”, hasta piso de arena le habíamos hecho, una cosa muy moderna, eran los años ‘72. Era muy moderno lo que hacíamos. Y después con la guitarra empezamos a teatralizar, y después ya generábamos cosas. Teníamos un pequeño escenario y ahí yo empecé a hacer cosas de mimo, porque estudié de mimo, empecé a largar algunas canciones humorísticas. Ahí empezó el germen, me empujaron de alguna manera.

Entrevista al destacado cantante y humorista Hugo Varela.

¿Y qué pasó con Arquitectura?

Largué arquitectura en cuarto año y me dediqué a esto, fue un salto de audacia irracional. Los mismos amigos me decían que espere, que no largara Arquitectura. Fue así, no paré, empecé a buscar trabajo, conseguí milagrosamente en algunos bolichitos, había muchos pubs en donde todos cantaban. Y bueno, no paré nunca más.

Y ahora, ¿Cómo venís con tu obra?

Se llama “Sordos ruidos”, como la Marcha de San Lorenzo. Siempre me llamó la atención esa frase, no sabía a qué se refería, era sospechoso… y me gustaba. Y por los instrumentos que hago. Aparte yo hago participar al público, y la gente cantando con los barbijos (hace la mueca), no se entiende nada (risas). Estoy haciendo la obra en Paseo La Plaza, sala Pablo Neruda (Avenida Corrientes 1660, Buenos Aires). Hermosa sala. Y estoy haciendo mi espectáculo con un montón de instrumentos raros. Y después en algunos teatros por la zona, Conurbano. En el verano pienso hacer los fines de semana en distintos lados.

Se están dando flexibilizaciones en materia de espectáculos…

En principio no me preocupo, nos tendremos que ir acomodando, me preguntan el valor de un show para el año que viene y no sé… hubo un show que me lo pagaron totalmente ahora, porque va a ser para fines de enero. Ya lo cobré, festejé, todo, y el problema es que a fines de enero voy a tener que ir a trabajar sin ganar plata (risas). Hay que tener paciencia e irse acomodando. Uno trata de repetir la forma y no, han cambiado muchas cosas.

Sobre eso, ¿Cómo transitaste la pandemia?

Estoy viviendo en Paternal, cerca del centro pero es un barrio tranquilo, excepto cuando juega Argentinos Juniors, es céntrico, es muy tranquilo, silencioso, y acá tengo todo, es una carpintería abandonada, tengo como si fuera un loft, tengo un escenario. Tengo un taller con miles de herramientas. Me la pude bancar, me lo tomé con calma todo lo que pude. En ese momento me puse a componer y largué cosas para las redes. “El Virus Cabrón”, que era un tango, o “La Chacarera del Barbijo”. Las largué como para hacer cosas y después hice un par de streamings pero yo en el sillón no me sentía cómodo, no me gustaba, yo necesitaba la gente, es como hacer un asado por Zoom. Ahora con la pospandemia estoy con bastante tranquilidad. Ahora están todos como enloquecidos, creo que hay que tomarlo con tranquilidad, cuidarse.

¿Te aferraste al humor?

El humor es para los demás. Yo no me río, los que se ríen son los otros, entonces yo tenía que luchar conmigo mismo. “Tengo que estar bien”, “a ver cómo hacemos”, “dónde estoy parado”. La palabra incertidumbre es la que giró alrededor de todo esto. Me preguntaba si sería para siempre, sobre la gente a la que no iba a ver más, la vida y la muerte. Todo esto giró, lo pasamos, pero estos temas estuvieron dando vueltas. Ahí me puse a laburar en la parte del marote. Y me aferro a los amigos, es fundamental, me mantenía en contacto aunque sea con un Whatsapp. Y con la familia. Tengo una familia muy atípica. Mi esposa es de San Luis y tiene dos hijos, y durante la pandemia ella se tuvo que quedan en San Luis y yo acá, estuve solo 9 meses. Por eso esta cosa de mantener el contacto, la comunicación, permanente con la gente, es fundamental. Siempre tratando de meter la cosa humorística cuando me conecto con ellos. Yo tengo una frase que dice que “el humor es el antídoto contra el miedo”. Porque uno ante el miedo, si lo piensa humorísticamente, y los cordobeses sabemos de esto, no vas a eliminar la situación de peligro, pero te ubica en otro lado. Te podés reír de lo que te ha pasado. Desde ese lado yo creo que el humor ayudó en esta cosa.

¿Y qué te hace reír?

Creo que en el fondo me hace reír lo que hace reír a todos, algo inesperado, las cosas que hacen los animales, que hacen los niños, una sorpresa permanente, pasa por ahí. Por ahí hay cosas que a los demás los hace reír fácilmente y a uno le cuesta más, pero tiene que ver con eso.

Bueno, tenemos que gestionar que te llegues a hacer un show a San Francisco, han construido nuevos hoteles donde podés parar…

Me acuerdo del Hotel Libertador. Estaba en construcción cuando me fui. Como estaba en arquitectura me fijaba en esas cosas.

Sería muy bueno que te presentaras en el Festival de la Buena Mesa…

Me encantaría. Los piamonteses son bravos (risas), yo los amo. No sé si existe todavía esa costumbre que tiene que ver claramente con la colonia piamontesa… que cuando llegaba Pascuas era olor a ajo en todo San Francisco. Qué cosa. Yo me traje la receta y sorprendo a amigos acá con la famosa bagna cauda, queso de chancho y varias cosas.

Aunque el festival aún no está confirmado por el municipio…

Y  hay que sacudirlos mucho, hay que amenazarlos (risas).

De alguna forma te traemos...

Justo estoy haciendo un trabajo acá sobre la creatividad, no solo referido al humor, sino en general a la creatividad y uno de los ingredientes es la audacia. Así que ojalá que el ingrediente audacia no falte (risas).