La idea será encontrar un lugar para estacionar en el microcentro, bajarse del auto, hacer el trámite que uno tenga que hacer y luego al volver al vehículo. Antes se deberá acercar el llavero a un parquímetro para que registre los datos y descuente el crédito consumido, en función del tiempo de uso del espacio. Así funciona el sistema de estacionamiento medido en la localidad de Río Cuarto, aquel que quiere imitar la Municipalidad en nuestra ciudad.

Hasta el momento lo que se conoce es que se utilizarán en San Francisco estos llaveros electrónicos, semejantes a un control remoto de alarma. Sin embargo, y a pesar que el anuncio del estacionamiento medido fue hecho en el año 2008, no se sabe cuándo empezará a funcionar ni cuál será el costo de la hora de estacionamiento.

Una fuente municipal consultada explicó a EL PERIÓDICO que hasta el momento se avanzó en la cartelería y la pintura de las calles. Además señaló que en los próximos días podrían conocer qué erogación económica deberá hacer el Gobierno municipal para llevar adelante esta vieja promesa. Sucede que los insumos a utilizar son importados y podría haber inconvenientes ante la traba a las importaciones.

Lo que sí pudo confirmar la fuente es que se incluirá a los empleados de las cooperativas que explotan las playas de estacionamiento céntricas. Estos son menos de 50 personas, cantidad que se iba a emplear en un primer momento.

Cambios en el proyecto

Por otra parte, podría haber alguna modificación en el marco regulatorio aprobado por el Concejo Deliberante tiempo atrás. Es probable es que la tarifa sea utilizada como un elemento para regular el movimiento de vehículos en la zona más transitada del microcentro, por lo que en las zonas críticas el precio sería más alto.

Por lo pronto, no habría cambios en la zona donde se aplicará el estacionamiento tarifado. En una primera etapa regirá en el sector delimitado por la calle Iturraspe al norte, Buenos Aires-Juan B. Justo al oeste, Pasaje Champagnat al este hasta la intersección con boulevard 9 de julio que oficiará como límite por el sur, además de las playas de estacionamiento municipales ubicadas en el microcentro y frente a la Estación Terminal de Ómnibus. De este modo habrá 530 lugares para el estacionamiento de los automotores.

Mutación

A fines del mes de diciembre de 2007, el nuevo gobierno municipal de Martín Llaryora mantuvo un encuentro con vecinalistas donde se tocaron varios temas, entre ellos, regular el tránsito en la ciudad reglamentando el estacionamiento medido.

La primera idea fue incorporar personal que controle y vigile los vehículos. Se iban a utilizar los populares “naranjitas”, quienes tendrían bajo su responsabilidad el control del estacionamiento en sectores clave de la ciudad.

Luego, en junio del 2008, el secretario de Gobierno Miguel Pesce adelantaba que se usarían tarjetas similares a las utilizadas en la ciudad de San Rafael, Mendoza, donde el conductor debe dejarla en un lugar visible informando el tiempo que permanecerá en ese espacio, teniendo como límite máximo dos horas.

Casi un año después, el funcionario anunciaba el inminente envío al Concejo Deliberante del proyecto correspondiente. En conferencia de prensa se presentaron los modelos de tarjetas y los chalecos que usarían los “naranjitas”, que iban a ser aproximadamente 50 y que recaudarían mediante la venta de tarjetas. Pero todo quedó stand by.

Arrepentimiento

“Estuvimos averiguando y el sistema de San Rafael de Mendoza, el cual se utilizó como modelo, no es de los más seguros y la idea es modificarlo”, explicaba a este medio Pesce, tras ser consultado a comienzos del 2010.

En el mes de enero de ese año, antes de las audiencias públicas, se descartó del plano la utilización de los “naranjitas”. Según precisaba el ex titular del bloque oficialista, Roberto Podadera, se trataba de un sistema que “está viciado de dudas y cosas que no están bien”, además de indicar que “el mundo avanza con la tecnología y debemos avanzar con él”.

Fracaso

Tras la elaboración de un marco regulatorio apuntando a la incorporación de la tecnología más moderna, hubo dos llamados a licitación que fracasaron. En la primera oportunidad porque no hubo oferentes y en la segunda surgieron numerosos reparos respecto a las dos empresas que se presentaron.