La calle Madre Marcilla está ubicada en la zona sur de la ciudad, en el barrio La Milka, entre calle 1º de Mayo e Ingenieros.

Fue nominada el 22 de abril de 1997 durante la intendencia de Jorge Luis Bucco. Anteriormente se denominó Enrique J. Carrá (N).

Madre María Luisa Marcilla Sesma fue una religiosa de la orden de la Inmaculada Concepción natural de Navarra (España) que durante un cuarto de siglo se desempeñó como servidora del Hogar de Ancianos Enrique J. Carrá de nuestra ciudad. En los últimos quince años lo hizo en carácter de directora.

La vida de la Madre María Luisa (tal su nombre de religiosa) estuvo siempre inmersa en una actitud de gozosa caridad cristiana, que es la forma de todas las virtudes. Desde joven hizo suyo el mandamiento “Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” y se entregó con sincera devoción a ayudar a los más débiles y necesitados. En principio trató de canalizar su vocación como enfermera del Hospital J. B. Iturraspe, y allí tuvo en la madre Monserrat a su más fiel y afectuosa consejera.

A poco de transitar los pasillos y las salas hospitalarias, de enfrentarse a diario con el sufrimiento ajeno, de aliviar dolores y compartir infortunios, cayó en la cuenta que Dios había elegido para ella un camino mejor. Dejó el hospital y tomó los hábitos de la Inmaculada Concepción, los mismos que vestían las monjas que eran sus superioras y amigas.

No estuvo sola al dar este paso; su compañera de trabajo, Elsa Almirón, hizo lo propio y pasó a ser Sor María Amalia. En 1967 se incorporó a la planta permanente del Hospital J. B. Iturraspe y en 1975 asumió la dirección del Hogar de Ancianos. En verdad, esta circunstancia marcó un punto de inflexión en el historial de esta querida institución. Más allá de los logros materiales, que fueron muchos e importantes, la Madre María Luisa fue como una luz que iluminó y fortaleció el ánimo de los ancianos allí internados y les devolvió la alegría de vivir.

La Madre María Luisa, merced a su agradable personalidad, rica en valores humanos, le dio al Hogar un perfil de abierta convivencia con el resto de la comunidad, lo que le permitió integrarse plenamente con el resto de las instituciones de San Francisco.

Para ello puso voluntad d hierro, fe y mucha alegría. Y, por sobre todas las cosas, les devolvió a sus protegidos el valor de la dignidad, que sólo da el amor y la humildad. En el plano material, la Madre María Luisa fue la impulsora y virtual “directora técnica” de la construcción de las salas especiales para matrimonios, obra que se concretó con el patrocinio del Club de Leones de San Francisco.

La Madre María Luisa murió de un síncope cardíaco el 15 de abril de 1990, mientras festejaba con los internos del Hogar la Pascua de Resurrección. Tenía 68 años.

Fuente: “El libro de las calles de San Francisco”, de José Alberto Navarro.