Así lo confirmó el vicepresidente de la UIA y presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), Daniel Funes de Rioja, quien admitió su temor de que los "brotes verdes" se vean afectados.

Los técnicos de la central fabril están analizando el impacto de la suba de tarifas, fundamentalmente en el rubro de las pequeñas y medianas empresas que tienen su matriz productiva intensiva en este tipo de energía, indicó el empresario.

Funes de Rioja dijo que la Argentina necesita mejorar su provisión de energía porque actualmente las fábricas "sufren la interrupción del servicio" cuando las temperaturas se encuentran muy altas o muy bajas.

Dijo el empresario en declaraciones a radio Continental que "es una preocupación" para las compañías ver cómo manejan el impacto de las nuevas tarifas eléctricas respecto de cuánto pueden absorber dentro de su estructura de costos y cuánto transferirán a sus clientes, los consumidores.

"El año pasado fue de fuerte retracción del consumo y aspiramos a que los brotes verdes que fueron apareciendo no se vean afectados por esto (de la suba de tarifas). Por eso nuestros técnicos lo están analizando", dijo Funes de Rioja.

Funes de Rioja dijo que el sector empresario y el social deben "coadyuvar" en la situación porque el aumento en el precio de la energía es en función de que haya un mejor suministro tanto para las industrias como para los domicilios.

"Es necesario que las fábricas funcionen y que la Argentina este año crezca. Es un desafío. Tiene que haber diálogo y conciencia. Pero también gradualismo, porque de la noche a la mañana no se puede arreglar todo", dijo el empresario.

Al explicar por qué los precios de los alimentos llevaron la delantera en las subas de 2016, el presidente de la Copal argumentó que mientras la presión tributaria sobre la industria es del 34%, en la alimentación alcanza al 40%.

Por su parte, las empresas textiles aseguraron están operando "sin rentabilidad" en la Argentina y no podrán absorber el aumento de tarifas eléctricas que anunció el Gobierno, por lo que tendrán que trasladar a precios.

Así lo estimó Jorge Sorabilla, presidente de la fundación Pro Tejer, quien aclaró que el sector aún no tiene un análisis pormenorizado sobre cuál será el impacto de las nuevas tarifas en cada uno de los subsectores textiles.

Estimó que todo va a depender de la zona donde se consume y si el proveedor es un mayorista o si es Edenor o Edesur, pero aclaró que los textiles están "preocupados" porque hoy el sector "no tiene rentabilidad para poder absorber estos mayores costos".

El sector textil terminó el 2016 terminó con una caída de ventas del 30% en volumen, por lo que afectó el nivel de actividad, de empleo y quedó stock, dijo Sorabilla en declaraciones a la radio Once Diez.

El consumo de textiles en 2016 en la Argentina cayó un 15 por ciento y se importó un 7% más en volumen, aunque en prendas se compró al exterior un 30% más en relación al 2015 y en las confecciones del hogar, se importó un 40% más.

La importación de sábanas y toallas, por ejemplo, creció un 60 por ciento en 2016, en comparación con el año anterior, a pesar de que en la Argentina hay una producción muy fuerte de estos productos.

El problema, dijo el empresario, es que esos productos fueron importados desde el sudeste asiático y China, donde los salarios son de 400 dólares mensuales promedio mientras que en la Argentina se ubican en los 1.200 dólares, más una presión tributaria que está entre las más altas del mundo.

"Argentina tiene problemas estructurales en su economía, como los logísticos y financieros. Eso hace que los costos de generar valor agregado en el país sean altos y contra eso hay que luchar para poder ser competitivos", dijo el presidente de la Fundación Pro Tejer.

Sorabilla indicó que "todos los cañones" están apuntando a recuperar el nivel de actividad en 2017 porque la caída de las ventas terminó impactando en el empleo: se perdieron 10.000 puestos de trabajo en el sector y unos 5.000 trabajadores están suspendidos.

Fuente: Ámbito