Ser cliente de varios años y además pagador son las características que buscan hoy los almaceneros y otros pequeños comerciantes de barrio para entregar mercadería al fiado. Es que esta costumbre de varios años atrás se fue perdiendo de a poco y solo existe, a medias, en aquellos comercios que tienen varios años de antigüedad. El temor a ser estafado por el cliente ante las malas experiencias es el denominador común en la mayoría de los comerciantes que decidieron guardar la libretita y sacarla a veces.

Juan abrió su despensa en barrio catedral hace dos años y para captar clientela decidió hacer algunos fiados. Entre ellos se encontraba una mujer que vivía en la zona por ese entonces y que compró mercadería por 700 pesos en dos o tres visitas al lugar. Sin embargo, la confianza depositaba en esta nueva clienta no fue devuelta al comerciante: “Nunca me pagó y encima se mudó de barrio. En algún momento me la crucé y me dijo que ya iba a venir a pagarme, contó con algo de gracia el propietario de proveeduría La Primavera, ubicada sobre calle Córdoba a metros de Dante Alighieri. “Esa mala experiencia me sirvió para no hacerlo más”, aseguró Juan, aunque reconoció que a un par de conocidos a los que les tiene confianza les suele fiar.

“Dos o tres, no más”

Carina Díaz, propietaria de Carnicería Cari, ubicada en la esquina de Ingenieros y Sáenz Peña, también decidió afinar el ojo a la hora de llevar adelante esta antigua modalidad. “Tengo dos o tres clientes fijos que me sacan al fiado. Supe tener cinco, alguno que te compraba por dos mil pesos pero después para cobrarle era muy difícil”, comentó a El Periódico.

Después están aquellos que compran y quedan debiendo unos 30 o 40 pesos: “Te dicen que después te lo traen, pero por ahí no vuelven más”, expresó Díaz.

Según los comerciantes, lo que más lleva la gente al fiado son alimentos básicos como arroz, polenta, fideos, verduras y, a lo sumo, alguna gaseosa. En carnicerías se destacan cortes como la falda, la carne molida o el puchero.

Daniel, récord en libretas

Daniel desde que tiene el almacén “La Nona Lidia” en barrio Roca, alrededor de 20 años, trabaja con la confianza de la gente: “Tengo varias libretas llenas ya”, dice señalando un estante. En total maneja doce, cinco de ellas controladas tanto por él como por el cliente y las demás siete solo llevan su control: “Yo quiero que ellos controlen también, pero a veces no tienen paciencia para hacerlo”, manifestó a El Periódico.

El comerciante agregó que “el que no me paga va a tener un problema, pero con él mismo; yo sigo trabajando con la frente alta y el que me debe no va a venir más o va a pasar caminando con la cabeza gacha”, consideró, algo que ya le ocurrió.

Daniel despacha buena onda en su local de las calles Alberdi y Deán Funes, y aseguró que arriesgarse “da frutos” también a pesar de que lo puedan dejar “pagando”. Hace un promedio de 20 anotaciones por semana. 

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Crece el fiado pero también la morosidad

Según uno de los últimos informes del Centro de Almaceneros de Córdoba, el fenómeno del fiado tiene cada vez más incidencia en las ventas totales, aunque su utilización crece de la misma forma que la morosidad y la incobrabilidad.

Según la entidad, la incidencia del fiado en el total de ventas brutas alcanzó en abril el 25,24 por ciento, con un incremento de 8,24 puntos respecto del mismo mes del año pasado.

Además, la compra al fiado subió 7,40%, la morosidad (no paga al mes siguiente de contraer la deuda) trepó 14% y la incobrabilidad (más de 60 días sin pagar la deuda) aumentó 9,7 puntos porcentuales.