Con la emoción a flor de piel y una remera que llevaba las imágenes de las Islas Malvinas y de Dardo Llanes, su hermano fallecido, Julio César (65) cruzó la línea de meta de la media maratón de San Francisco el pasado domingo. Este vecino residente en Cosquín, pero nacido y criado en nuestra ciudad, con la que mantiene un fuerte vínculo, es un ex militar de la Fuerza Aérea Argentina que participa de distintas competiciones realizando su homenaje a aquellos que lucharon y sufrieron las consecuencias de la Guerra de Malvinas.

“Hablar de esto me emociona-confesó Llanes a El Periódico-. Soy un tipo grande y a pesar de todo lo vivido a uno siempre se le cae un lagrimón, porque lo recuerdo todas las noches a mi hermano y porque la causa de Malvinas también se vive todos los días, no solo el 2 de abril”.

Julio César Llanes, es hermano de Dardo, el joven que como tantos sanfrancisqueños, participó en las operaciones de guerra del Atlántico Sur por la soberanía argentina de las Islas Malvinas. Sin embargo, resultó prisionero de los ingleses y tras regresar al país, no pudo soportar el dolor de lo vivido en la cruenta guerra y terminó quitándose la vida cuando tenía 26 años, un 25 de diciembre de 1985.

Una forma de aliviar el dolor

Aunque Julio comenzó a participar de atletismo en su querido Colegio San Martín, mientras realizaba sus estudios secundarios, luego de la experiencia de Malvinas, con las secuelas en su hermano y con varios de sus compañeros de su promoción también afectados, decidió competir en maratones siempre llevando la causa de Malvinas en su remera y en su corazón.

“Hace muchos años que participo en distintas carreras, y en San Francisco fue mi cuarta vez, siempre con la remera que recuerda a mi hermano y a la gesta de Malvinas”, aseguró.

Llanes encontró en el running una forma de honrar la memoria de su hermano y de sus compañeros caídos. “Siento que hago lo que mi hermano no pudo, él no pudo disfrutar todo lo que gracias a Dios fueron ganando los veteranos y yo digo que como que él me empuja los últimos kilómetros a terminar las carreras, como que lo de Malvinas me pecha para llegar a la meta. Toda esta carga que una lleva desde hace tantos me hizo volver a entrenar y a tener una vida sana y a seguir corriendo”, agregó.

Por ello, es que el hombre integra un grupo de running en la localidad de Cosquín y trata de participar en la mayor cantidad de competencias que puede.

Dardo LLanes.

Una carrera especial

La maratón de San Francisco se ha convertido en un evento especial para Llanes, que la considera un clásico. “Para mí es una carrera imperdible, me gusta y siempre que la hago me encuentro con amigos y con todos los veteranos de San Francisco. Uno la prepara de manera especial”, contó.  

Y luego recordó: “La primera vez que participé en la maratón de la ciudad casi la dejo y empecé a llorar porque me faltaban pocos kilómetros. Se me habían ampollado los pies, me senté en un cordón, me saqué las zapatillas y lloré desconsolado. La ambulancia se me paró al lado para llevarme, pero les dije que no, que quería terminarla y lo hice descalzo. Fui uno de los últimos, pero la completé. Después, con el entrenamiento mejoré mis tiempos y hasta pude hacer podio dentro de mi categoría”.

Luego, Lllanes reveló parte de los pensamientos que le cruzan por la cabeza al completar el circuito y que lo llevan a la emoción: “Cuando paso esa línea de meta la verdad es que me desinflo, me pongo a llorar, ese es el minuto que a veces quiero estar solo y que por ahí la gente se me acerca creyendo que me siento mal, pero no, es el momento que le dedico a los soldados que no están, a los que mató la posguerra como a mi hermano”.

Llanes insistió en que “todos aquellos que tuvimos algo que ver con la guerra de Malvinas, estamos todo el año con el pensamiento allá, no es solamente los 2 de abril que nos reunimos y rendimos homenaje a los que no están y a los que se van yendo, sino que es algo muy fuerte, que está siempre”, concluyó.

Aquella maldita guerra

“La guerra arruinó a mi familia”, dijo apesadumbrado Julio. “Mi hermano terminó prisionero de los ingleses, volvió como uno de los últimos, estuvo un tiempo en San Francisco, pero la depresión y un montón de situaciones hicieron que lo volvieran a internar en el hospital psiquiátrico en Campo de Mayo. Nunca más fue el mismo”, aseguró.

Además, relató: “A mi mamá -María Ernestina Villarreal-, también sufrió con sus hijos. Ella lamentablemente siempre estuvo esperando al hijo que se fue-por Dardo-, no al que volvió de la Guerra y nunca se pudo recuperar”.