El desarrollo de San Francisco estuvo marcado por el ferrocarril desde sus primeros años de vida, pero esa es una historia que ya se conoce. Muchas de las “rarezas” que tiene la ciudad se pueden explicar desde este punto, como la existencia de las cuatro calles que forman seis esquinas en el sector noreste.

Sin las dos vías de trenes que marcaron a la ciudad no habría un lugar de este tipo, ya que fue realizado para mejorar la forma de crecimiento urbano, algo incipiente todavía en aquellos años.

El surgimiento de este “accidente geográfico” se origina con el ferrocarril Belgrano que atravesaba el Centro Cívico en los inicios de la ciudad. San Francisco creció a su lado, pero años después cuando llegó el Mitre las cosas se complicaron demográficamente.

Con esa encrucijada se encontró el arquitecto Rafael Macchieraldo, que advirtió el problema por un trabajo que le habían encomendado. Para que él avanzara con el proyecto, primero había que definir cómo y hacia dónde crecería la ciudad, aún con las vías estando en medio.

Descubrimiento

Las seis esquinas están formadas por las calles Uruguay, Castro Barros, Lamadrid y Tucumán en barrio La Florida. A la vez, es lugar de paso para otras arterias de Parque, Vélez Sarsfield, Av. Rosario de Santa Fe o el mismo centro.

Macchieraldo recordó que en los años ’70 vinieron a San Francisco unos inversores que tenían cuatro hectáreas en la zona y deseaban lotearlas. El proyecto le fue encomendado y al analizar ese espacio advirtió por primera vez el problema.

“San Francisco cuando se fundó siguió la traza del ferrocarril Belgrano, la vía pasaba por el Centro Cívico de este a oeste. Sobre esa base se desarrolló la planimetría de la ciudad. Posteriormente, llegó el ferrocarril Mitre cuya traza era diagonal y va ‘cortando’ la ciudad en otro sentido”, dijo a El Periódico.

Punto de encuentro

Con los años, los vecinos fueron asentándose en terrenos del norte de la ciudad siempre en el mismo sentido que las vías del ferrocarril Belgrano. El loteo que Macchieraldo tenía encargado hacer no continuaba esa lógica y a la larga iba a provocar un callejón sin salida.

“Si nosotros tomamos Av. Garibaldi en determinadas partes sigue la línea de uno u otro ferrocarril. Yo le planteé la situación a los inversores y les dije que si hacíamos las cuatro manzanas siguiendo la línea del Belgrano no iba a quedar bien”, añadió.

Con la venia de los dueños del loteo acudió a la Municipalidad para plantear el problema y explicó que la mejor solución (dado que ya había otras edificaciones en el sector) era reordenar la línea de desarrollo. Algo así como hacer un punto y aparte.

“Pedí en la municipalidad que se rotara la trama y los trabajos se hicieran siguiendo la lógica del tren Mitre. En esa época ya había algunas casas que seguían el sentido contrario así que en determinado momento iban a chocar las edificaciones”, recordó como si fuera ayer.

Contacto

Por medio de los planos fueron ubicando los terrenos y el diseño de las manzanas, buscando un punto de contacto entre las dos vías. Claro está, las trazas no son las que se cortarían, pero sí las tierras que se construían a su semejanza.

“Empezamos a ver cuál era el punto donde se encontrarían las edificaciones siguiendo esos dos sentidos. Hubo uno donde las calles no seguían ninguna de las trazas. Ese cruce estaba en calle Castro Barros que es la que produce las seis esquinas”, aseguró.

La Municipalidad aceptó el cambio. “Por ejemplo, eso facilitó formar después la línea de Av. San Lorenzo, que en ese tiempo tenía un trecho muy corto, años después se prolongó hasta empalmarla con José Teobaldo”, apuntó.

Al profundizar sobre ese detalle indicó que la avenida no se alargó en línea recta. A partir de los cambios con las seis esquinas, el objetivo era que la extensión fuera perpendicular a la ruta nacional 19.

Eso llevó a que haya una inclinación en esa arteria que forma la tradicional curva en la intersección de Av. San Lorenzo y Gutiérrez.

En la actualidad, si se observa la ciudad desde barrio San Cayetano en el cruce de Av. José Teobaldo y la ruta, se explica la existencia de calles con líneas diferentes.

En definitiva, el ángulo que se formó con la “gran esquina” le dio una particularidad a San Francisco que la emparenta, y a la vez la distingue, con otras ciudades de trazados en diagonales.