En la cumbre del Mercosur celebrada el 29 de junio en la ciudad argentina de Mendoza la anfitriona, la presidenta Cristina Fernández, anunció que el 31 de julio en una reunión especial en Río de Janeiro se concretará el ingreso formal de Venezuela al bloque, aprobado en 2006, pero paralizado por la negativa del Senado paraguayo a ratificar el correspondiente protocolo.

Mientras la prensa analiza las ventajas y desventajas de la decisión y debate sobre la legitimidad de la medida, el canciller uruguayo Luis Almagro sorprendió a varios. "Nada es definitivo. Si todo el mundo hubiera estado seguro, Venezuela hubiera entrado el viernes pasado en Mendoza. Por algo los países se toman este plazo hasta el 31 de julio", afirmó en declaraciones a la emisora El Espectador. "Nosotros fuimos especialmente contrarios al ingreso de Venezuela en estas circunstancias", insistió, además de cuestionar la "legalidad" de la medida y culpar a Brasil de impulsarla.

La réplica no se hizo esperar y la cancillería argentina aseguró que Fernández y los presidentes de Brasil, Dilma Rousseff, y de Uruguay, José Mujica, habían acordado suspender a Paraguay del Mercosur en rechazo a la destitución de Fernando Lugo como presidente por parte del Senado paraguayo. Y aseguró que la decisión cumple "estrictamente" con los tratados del bloque.

Más dura aún fue la respuesta de Brasil, que además de negar "presiones", aseguró que fue el propio Mujica y no Rousseff quien sugirió la fecha del 31 de julio para reunirse e incorporar a Venezuela al bloque. "Conversé con él (Mujica) hace poco. Fue una decisión unánime, fue una decisión que reflejó consenso", sentenció el asesor de Asuntos Internacionales de la Presidencia de Brasil, Marco Aurelio García, en sintonía con los dichos de Buenos Aires.