En los últimos años el consumo de ansiolíticos subió notoriamente en la Argentina. Pastillas para dormir, para superar traumas, para controlar ansiedades diarias, ataques de pánico y para maquillar tristezas. Un informe del sector farmacéutico de diciembre de 2018 estimaba que unos 9 millones de argentinos consumían psicofármacos; entre ellos, los más utilizados eran el clonazepam, el alprazolam, el lorazepam y el diazepam.

San Francisco no escapa de esta realidad, advirtieron profesionales médicos y desde el Colegio de Farmacéuticos local. Tanto psiquiatras como expendedores de medicamentos remarcaron, además del aumento del consumo, que cada vez son más jóvenes los que acceden a esta droga, que profesionales de otras especialidades también recetan su uso y que hasta se venden en kioscos.

“Las consultas en los servicios de Salud Mental de los hospitales y en los consultorios privados han aumentado, no solo por la cuestión  económica”, opinó el psiquiatra Osvaldo Rubiolo (MP 13311). “Creo que nos está sobrepasando lo económico  y se está convirtiendo en una cuestión socioeconómica-continuó-, donde se generan conflictos no solamente por la escasez del dinero sino por todo lo que trae aparejado: el bajo nivel de la salud y la angustia permanente se hace visible en los adultos mayores, donde tenemos estadísticas recientes de que han aumentado en un 60 por ciento el consumo de benzodiacepina, según una estadística reciente hecha por el PAMI”.

En tanto, el médico psiquiatra Ariel Finello manifestó: “La crisis que estamos viviendo genera una ansiedad tremenda en todo, principalmente con el tema de si hay o no trabajo. Estamos viviendo en una época en donde todo pasa por la cuestión de que se valora lo que tenemos y lo que no podemos tener. Ahí empiezan los trastornos de ansiedad, cuando sienten que no cumplen con las cosas, viene la cuestión del fracaso y pueden llegar los síntomas depresivos”.

“La pastilla mágica”

Los psiquiatras coincidieron en un incremento de consultas en sus consultorios privados. “La gente está extremadamente ansiosa pero el problema fundamental de todo esto es que es difícil poder sostener el tratamiento para los pacientes por varios motivos. Primero, por el alto costo de los medicamentos. Y sobre todo porque el paciente va en busca de una pastilla mágica que le arregle los problemas y no pasa por ahí la cuestión”, admitió Rubiolo.

“Hay que tener en cuenta que cualquier tranquilizante menor va a ayudar a disminuir la sintomatología pero no a solucionar el problema-agregó-. Tiene que haber una combinación muy ajustada entre hacer una buena evaluación, si necesita medicación, y si requiere acompañarlo con una buena terapia. Estamos viviendo una situación de extrema vorágine donde la gente quiere la solución mágica y quiere que a través de una pastilla le baje el nivel de ansiedad, de inquietud y desasosiego cuando no soluciona nada, sino tapar el problema”.

Crece la venta de psicofármacos y hay preocupación en el área de la salud

Finello sostuvo que la actualidad socioeconómica que transita el país provoca que la gente viva angustiada, con incertidumbre y que ahí empiezan los trastornos de sueño o de alimentación, entre otros. “No pueden llegar a fin de mes y obviamente recurren muchas veces no a psiquiatras, sino a colegas clínicos, que son los que terminan recetando el ansiolítico, que más allá de que son buenos fármacos, con el tiempo generan dependencia, tanto en lo psíquico como en lo físico. Y ahí viene el problema, cuando lo quieren dejar de tomar y empiezan con ansiedad, crisis de pánico y demás”, reflejó.

Cada vez más jóvenes

Los profesionales consultados coincidieron en que el incremento de estos medicamentos como de las consultas se viene registrando desde los dos últimos años aunque notaron un incremento notorio en los últimos seis meses.

“Tenemos pacientes de todas las edades, desde chicos de 11 años o a veces menos, hasta gente de marcada edad. Por eso hay que tener mucho cuidado con la medicación, recetarla solamente cuando es necesaria, elegir el producto preciso de acuerdo a la edad, los hábitos y los antecedentes. No es lo mismo medicar a un joven que a una persona de mediana edad, que puede empezar a tener trastornos a nivel cardiovascular, renal o pulmonar”, evaluó Rubiolo.  

Finello, que también se desempeña en el área de Salud Mental del Hospital Iturraspe, asintió en que bajaron notoriamente los grupos etarios que hacen uso de los psicofármacos. “Comenzamos a ver trastornos de ansiedad desde niños muy pequeños. Comienzan en la escuela con ‘me duele la panza’, ‘tengo la visión borrosa’, ‘se me cae el pelo’, ‘tengo miedo de que papá o mamá no vengan nunca más’. También lo registramos en adultos jóvenes que no se resisten las presiones de los trabajos y se sienten muy agobiados”, detalló.

Respuesta conjunta

Según Finello, la cuestión económica trae aparejada otra problemática: “Sobre todo a nivel hospitalario, la gente no puede sostener un tratamiento por el costo de los fármacos y ahí uno tiene las manos atadas. Se recurre a Amigos del Bien o a la Asistencia Pública, pero hay muchos que directamente cortan el tratamiento”.

“Están desbordadas las instituciones, tanto públicas como privadas. Esto nos está superando a los profesionales y creo que hay que comenzar a pensar entre todos una salida distinta y una política diferente a estas situaciones”, agregó el profesional.

Crece la venta de psicofármacos y hay preocupación en el área de la salud

En alerta

Desde el Colegio de Farmacéuticos de San Francisco su presidenta, Nora Gagliano, reconoció un aumento preocupante en el uso de psicofármacos.  

“En 10 años el consumo de clonazepam, por ejemplo, aumentó un 143 por ciento. Creo que es una cifra a nivel alarmante. Los ansiolíticos son muy usados porque la gente quiere soluciones ya, sin analizar otras opciones”, le dijo a El Periódico.

“El problema es que el consumo no solamente se está dando en personas mayores sino también en jóvenes-coincidió con los médicos-. En algunos casos recetados, en otros porque lo consumen en la casa, ya sea padres o abuelos, entonces acceden a su uso”.

Dichos medicamentos se dispensan en farmacias con receta archivada. Sin embargo, la actual titular del Colegio de la Delegación 4 se mostró preocupada ya que aseguró que existen lugares donde los venden sin receta.

“Tenemos conocimiento también de que se comercializan estos medicamentos en kioscos. Por eso vamos a pedir una reunión con el secretario de Salud para abordar esta problemática. No sólo se venden ansiolíticos, sino también todo tipo de medicamentos, inclusive viagra”, manifestó.