Lucio Barrado (45), su esposa y su hija de 11 años tuvieron una templanza enorme al momento de soportar temperaturas extremas, de hasta 20 grados bajo cero, al quedar atrapados por la nieve en plena Cordillera de Los Andes. Pero además, mucha fe.

La familia sanfrancisqueña vacacionaba la semana pasada en Fiambalá, Catamarca, y en la vuelta a nuestra ciudad el día miércoles decidieron por la mañana hacer un desvío hacia el Balcón del Pissis, un volcán inactivo que alcanza los 6.882 metros sobre el nivel del mar, siendo la tercera cumbre de mayor altura del continente americano.

Sin embargo, el largo trayecto les impidió llegar porque de hacerlo los sorprendería la noche. Por eso decidieron pegar la vuelta luego de tres horas y media de viaje.

En diálogo con El Periódico, Barrado contó que en la base del volcán está instalada una minera, por lo que no iban a frecuentar una zona inhóspita: “Son 90 kilómetros por caminos muy bien cruzados y dentro del trayecto de ascenso cada 15 o 20 kilómetros hay máquinas limpiando la ruta. Nosotros llegamos a la base, pero no seguimos porque nos iba a agarrar la noche y decidimos volver”.

Pese a que durante el viaje había un “sol espléndido”, la vuelta fue traumática: “Cuando emprendimos el regreso por el mismo camino, en una estepa con nieve había un corredor de viento que la arrastraba y se formaba ese viento blanco que tapa la visión. En 15 minutos se obstaculizó el camino y no pudimos avanzar más con la camioneta”, relató.

Mucha fe

Desde ese miércoles a las 14 hasta el sábado siguiente a las 15.30 que fueron socorridos por trabajadores mineros de la empresa Liex – Zijin, la familia trató de sobrevivir racionalizando no solo la comida sino también el combustible del la camioneta Fiat Toro para calefaccionarse.

“Llegamos a vivir con 20 grados bajo cero. Teníamos ropa común y quedaba combustible para hacer 300 kilómetros, por lo que fui dosificando para prender la camioneta media hora o 40 minutos y calefaccionar el ambiente”, recordó.

Barrado dijo que el frío “no fue tanto problema”, pese a que cuando salía del auto a caminar para ver si encontraba gente lo que se sentía “era tremendo”.

RESCATE EN LA CORDILLERA

“Lo peor era lidiar con el tiempo que no pasaba más, te amanece en esa zona a las 8.30 de la mañana y anochece a las 19, con viento gélido permanente. Pero nunca perdimos la fe de que nos iban a encontrar. Nos paramos en el mismo lugar por donde ascendimos y es un sector de tránsito común de esa compañía de minería”, relató.

Sobre su hija de 11 años, el vecino de nuestra ciudad afirmó que pese a su corta edad “se portó de diez” en una situación que fue angustiante.

Barrado agregó que la camioneta llegó a cubrirse de nieve a la altura de los espejos retrovisores y que debía salir al exterior, en caso de hacerlo, por la ventana trasera.

“Soy muy creyente, la fe que tengo te juega a favor. Hay que transmitir eso, lo último que perdés es la esperanza. Sabía que tarde o temprano nos iban a encontrar”, remarcó.

Finalmente, sobre la tarde del sábado un grupo de trabajadores pudieron divisar el vehículo con el motor en marcha y sus ocupantes adentro. Inmediatamente se acercaron con los protocolos de rescate y observaron que los tres estaban con vida.

El operativo de rescate duró 40 minutos y estuvo a cargo de esa empresa minera. Se utilizó, en principio, una máquina cargadora y luego se procedió a despejar la nieve con palas para no dañar el vehículo.

La familia fue asistida por un enfermero de la misma firma para un control de salud general y recibieron alimentos y agua.

“Nos sacaron del camino y nos abrieron otro para esperar un convoy que bajaba, nos sumamos y volvimos al pueblo”, señaló y expresó la alegría que sintió la familia ante esa situación tan esperada: “No tenía palabras, el personal de minería se portó de diez”, sintetizó.

Barrado indicó que a este lugar no piensa volver, aunque sí aseguró que lo sucedido no lo afectará al momento de elegir un lugar de similares características para viajar: “Afortunadamente no tengo que lamentar nada”, expresó más liberado.

Por último, Lucio reflexionó: "Aunque el camino está marcado no existe información o cartel que advierta los peligros del ascenso y evite estas situaciones en época invernal. Habría que perfeccionar el protocolo turístico, porque tampoco hay un registro de las personas que ascienden, como se suele hacer en otros destinos”.