Si estamos nutricionalmente saludables y estamos bien físicamente, tendremos buen humor, nos relacionaremos mejor con nuestro entorno y sentiremos que la vida nos comienza a sonreír. Quizás, sea hora de una nueva etapa y, también entonces, de innovar en la cocina.

En realidad, siempre está bueno probar alimentos diferentes a los que estamos acostumbrados y entusiasmarnos con sus nuevos sabores y texturas, porque allí habrá también nuevos beneficios.

Si te interesa el desafío, acá van algunas ideas. Tomá nota.

Palmito. Un vegetal de fácil digestión y bajo contenido graso. Contiene un alto porcentaje de fibra, vitamina C, hierro y algunos aminoácidos esenciales; no tiene colesterol. Consumilo en su forma natural en ensaladas, en sopas cremas o completando una rica pizza.

Quínoa. Muy rica en proteínas, antioxidantes, calcio y fósforo, fitoquímicos. Contiene aminoácidos que ayudan a complementar las dietas vegetarianas. Puede utilizarse en sopas, o como harina para hacer pan, pastas y tartas.

Espárragos. Aportan muy pocas calorías y abundante fibra. Es rico en provitamina A, C, folatos, B1 y B2, potasio, calcio y zinc. Laxante natural, aumenta tu circulación y desintoxica tu cuerpo. Si los cocinás al dente y le rociás una cucharita de aceite de oliva, ¡son riquísimos!

Pipas de girasol. Estas semillas están buenísimas. No sólo aumentan tus defensas, sino que restauran y rejuvenecen tu piel. Ricas en vitamina B, fósforo, cobre, calcio y omega 6. Para obtener todos estos beneficios, es necesario consumirlas crudas, pero también pueden acompañar algún relleno.

Echalote. Su sabor es una mezcla particular entre el ajo y la cebolla. Es rica en fibra, vitaminas B y A, potasio y antioxidantes. Su cocción ideal es a bajas temperaturas. Exquisito como condimento, encurtidos y deshidratadas.

Animate a los nuevos sabores y encontrá el equilibrio en tu cocina. Estar bien, también es para vos.

LA CUOTA DE EQUILIBRIO

Lácteos descremados: 3 porciones diarias.
Carnes magras: 1 porción mediana por día.
Pescados: 2 veces por semana.
Frutas, hortalizas y legumbres: abundante y variado.
Harinas y derivados: poca cantidad, moderar consumo.
Cereales integrales: incorporarlos con moderación.
Aceites: poco y preferentemente de oliva.
Alcohol, sal y dulces: moderada y ocasionalmente.