Arte: porque arte soy yo. Podría confesar sin sentir una mínima pizca de culpa que me voy a dormir cada noche pensando en crear. Tanto, que más de una noche de desvelo o insomnio me mueve el ferviente deseo de correr al taller, tomar un pincel, uno de esos que llevan conmigo un tiempo largo, y pintar hasta que el mundo deje de girar.

Beso: el primero. Por suerte hubo muchos primeros, el primero-primero, que llegó de sorpresa y por equivocación; el primero de amor, ese amor chiquito que parecía el mismo universo; el primero de madre que no lograba abarcar tantas sensaciones y tantos sentimientos y ese primero que me hizo sentir que la gloria me esperaba a la vuelta de la esquina y me abrazaba.

Colores: así en plural. Mis recuerdos suelen ser en colores, hasta los más tristes… Mi papá sufrió un infarto en primavera cuando yo tenía cinco años y ese día para mí, es naranja. De todos los colores prefiero el azul, como el mar, como el cielo cuando llega la hora en que nace la noche, como el jean (mi prenda comodín).

Disfrute: cada día es un nuevo desafío y lo disfruto. Uno aprende muchas veces sin querer que no hay segundas vueltas si de vivir se trata, entonces me funciona como lema el disfrutar cada momento como si fuese el último.

Familia: la mía, la de mi casa, la que construimos juntos, codo a codo, los cinco personajes que la conformamos.

Gracias: mi palabra favorita.

Hijos: Martina, mi ángel perfecto; Candela, modelo de todo; y Lautaro, mi pirata del Caribe sin Caribe.

Infancia: bella, con sus buenas y sus malas, pero infancia para volver a ser vivida. Cierro los ojos y me veo en la bici celeste de mi padre, sobre el caño interno, visitando mundos mágicos; probándome los tacos de mi tía Clodi cada vez que iba a su casa; bajando la escalera de mi tía Cleyder, pero de la baranda… Jugando al pisotón con los chicos del barrio, tejiendo frente al televisor bajo la supervisión de mi mamá; en pleno centro de la mano de mi abuelo Juan. Las ausencias también son infancia en mi vida y las llevé con altura de niña, se fue mi papá un día y no regresó, pero siempre está ahí donde yo lo necesite.

K iosco: los Tubby 4 refulgen en mi memoria, los caramelos Fizz, los media hora, los puchos de madrugada mientras estudiaba, los palitos de la selva y ahora las barritas de cereal…

Música: compañera de ruta. Desde muy chica la música es centro de mi vida, canto y bailo porque me llena el alma.

Niños: los míos y los ajenos que hacen que todo valga la pena.

Querer: hasta el tuétano, querer: querer ser feliz, querer a los niños, querer a mis alumnos, querer a mi familia, querer ser mejor, querer tener lo necesario para sentirme bien, querer a mis amigos, a mis hermanos, a mi familia, a mi mamá.

Taller: mi hogar, porque más que un trabajo es un método para lograr propósitos. Mi taller me identifica, me determina, los colores que lo hacen especial, me hacen especial y después de la terapia, no me da miedo aceptar que soy diferente. Mi taller soy yo y yo soy mi taller.

Valores: los que tengo y transmito, sin ánimo de ocupar un lugar que no me corresponde, trato de enseñar que la amistad, el respeto, el agradecimiento y demás menesteres pueden ser aprendidos, no importa la edad que uno tenga.

Yerba mate: compañera de mañanas, tarde y noches. Mi mate amarillo icónico, inigualable.

Zapatos: una perdición.