A 42 años del fin de la Guerra de Malvinas, un veterano de San Francisco recordó lo que sintió
A través del Centro de Veteranos de Guerra de San Francisco, Alejandro Giletta contó cómo fue la transición hasta volver al continente y lo que significó para él.
Este viernes se cumplen 42 años de aquel 14 de junio de 1982 donde el General Mario Menéndez firmó la rendición ante el comandante británico, General Jeremy Moore finalizando la cruenta Guerra de Malvinas. Las tropas inglesas aceptaron la rendición argentina y se puso fin así al conflicto bélico entre ambos países.
Se convertía en historia una guerra iniciada el 2 de abril de aquel año y que se extendió durante 74 días produciendo la muerte de 649 argentinos que lo dieron todo por su patria.
Otros tantos emprendieron su regreso al ser considerados prisioneros por los británicos y uno de ellos era el veterano Alejandro Giletta que en ocasión de este triste aniversario recordó lo que sintió en aquellos días post combate.
“Un día como hoy, hace 42 años, 14 de junio entregábamos las armas al enemigo inglés, después de una noche de combates intensos y muchos muertos de ambos lados”, expresó a través de las redes sociales del Centro de Veteranos de Guerra de San Francisco.
Giletta dijo que eso le produce “sentimientos encontrados” y continuó: “Tristeza porque después de sufrir durante más de 73 días, y muchos muertos siento que fue en vano, tanta sangre derramada en pos de una guerra injusta y en desventaja a simple vista. Tristeza por los que quedaron, tristeza por los que no pude rescatar”.
Al mismo tiempo existían otras sensaciones que era innegable que se hicieran presentes: “Alegría al saber que todo había terminado, atrás quedaba todo el horror vivido, saber a ciencia cierta que volvería a ver a mis viejos, a mis hermanos, a mis amigos...volver a casa... VOLVER A ESTAR VIVO”.
Cuando terminó la guerra expresó que pasó cinco días prisionero en el aeropuerto Malvinas, estaba “feliz de estar con compañeros para toda la vida” y añadió: “El frío y el hambre ya no hacían mella en mi cuerpo, solo quería volver, solo quería seguir con mi vida”.
Al continente llegó el 20 de junio un día domingo que coincidía con el Día del Padre, ese hombre al que pudo abrazar después de tanto tiempo. Ahí empezó otra historia, pero siempre atravesada por lo que vivió en las Islas.
"Agradezco primero a Dios por permitirme volver sano y a salvo, segundo a mis compañeros que me apoyaron en todas las recaídas que con 20 años marcaron hasta hoy el rumbo de mi vida, a mis padres y hermanos por sufrir igual o tanto más que yo al no saber si me volverían a ver. Yo los llamo "HÉROES SILENCIOSOS" que nunca fueron reconocidos como tales", cerró.