Este sábado 8 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Alfabetización, una fecha que fue proclamada por la UNESCO con el fin de luchar contra el analfabetismo. Quien sabe de eso es Rubén Bavio Álvarez, que a sus 32 años se esfuerza para progresar y salir adelante aprendiendo a leer y escribir.

La historia no fue fácil para Álvarez, que llegó de Uruguay a la Argentina en busca de un futuro mejor. Con ese fin, hace unos ocho meses se inscribió a la escuela nocturna J. B. Iturraspe, una primaria para adultos que funciona en las instalaciones de la escuela Yrigoyen, y desde entonces cursa cada lunes y viernes, cuando sale de su trabajo en Monte Redondo. Así, dos veces por semana hace 18 kilómetros para venir y regresar a su hogar.

El motivo principal que lo hizo ingresar al mundo de las aulas no fue solamente superarse a sí mismo, sino poder darle a su hijo de apenas un año de vida, un ejemplo a seguir. “Me gustaría, cuando fuera más grande, contarle un cuento y leerle algo”, asegura el hombre.

Esfuerzo y dedicación

“Trabajo hasta las ocho de la noche, de vez en cuando me lleva mi patrón y a veces me voy en remis. Tengo moto pero es muy peligrosa la ruta para viajar”, relata y destaca la predisposición de la escuela para con los horarios de cursado. “Yo pedí ese horario y ellos no tuvieron ningún problema”, apunta.

El estudiante también destacó el apoyo de Juan Pablo Gerbaudo, su patrón, que lo apoya y sostienen en su objetivo de aprender.

Álvarez sabe que el compromiso es grande, pero lo tiene claro: “Mi meta es aprender a leer y a escribir y terminar la primaria. Si no se hace ese esfuerzo no llegamos a nada en la vida”. 

“Que se animen”

Álvarez reconoce que por su incapacidad para leer y escribir se le cerraron muchas puertas durante su vida. “De vez en cuando te sentís discriminado para hacer un montón de cosas, hay montones de personas que porque uno no sabe leer piensan que uno es ignorante en la vida”, revela.

Por eso mismo insta a quienes están en su misma situación a que apuesten por el estudio: “A mí me discriminaron varias veces. Hay personas que a lo mejor también se sienten discriminadas porque son gente grande como yo y no se animan. Les diría que se animen, que no tengan vergüenza a nada”.

En ocho meses, el alumno avanzó muchísimo. “Ya leo, escribo casi solo, aprendí un montón de cosas que no sabía antes. Me siento orgulloso porque puedo agarrar una revista y leer una hoja entera, saber lo que dice un diario, puedo escribir lo que necesito”, se entusiasma.

Y agrega: “Voy bastante bien, estoy aprendiendo a leer y sumar y restar, todo lo que no sabía, aprendiendo mucho, y  valoro mucho lo que hace la seño por mí. Lo que más me motiva es aprender y tener hoy o mañana algún estudio completo, por cuestiones más personales, porque el trabajo que tengo me gusta y estoy cómodo”.

“En San Francisco hay analfabetismo”

Claudia Pioli es docente de la Escuela Nocturna J. B. Iturraspe y sabe de educación para adultos porque ella misma cursó sus estudios universitarios promediando los 30 años. Precisamente es el grupo con quien más le gusta trabajar.

“Me encanta, me gusta mucho trabajar con ellos. La escuela de adultos tiene características diferentes a la escuela tradicional. Podemos tomar mates mientras estudiamos, hablar de las cosas que pasan todos los días, tenemos otra llegada, otro diálogo. Uno aprende constantemente de la gente, porque por más que no sepan leer o no haya terminado la primaria, las experiencias de vida son riquísimas con tantos matices que a uno le llena el alma verlos avanzar”, resalta.

Y reconoce que en San Francisco hay analfabetismo. “Aunque parezca mentira hay gente analfabeta en San Francisco. Hoy como está la situación, la educación no es una prioridad para nadie, viendo los niveles de deserción que hay en adolescentes nos damos cuenta que algo está fallando. Y a los adultos se les complica el doble porque a sus obligaciones de trabajo y de familia se les suma esto de ir a la escuela todos los días”.

También en la cárcel

La Escuela Noctura J. B. Iturraspe fue creada el 15 de marzo de 1913 en la escuela Iturraspe, de ahí el nombre. En la actualidad cuenta con una extensión áulica en la cárcel, con un aula de alfabetización donde asisten 12 analfabetos privados de libertad.